Arte y fotografía

Toda Soledad Sevilla

La artista recorre más de medio siglo de carrera en el IVAM con 'Ritmos, tramas, variables'

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VALÈNCIA. De principio a fin. O, al menos, hasta el presente. El universo creativo de la valenciana Soledad Sevilla salpica y se expande por las salas del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) con una exposición que recorre el largo y ancho de su producción artística, un extenso viaje que nos lleva desde finales de la década de los 60, esos años clave en el Centro de Cálculo de Madrid, hasta un presente en el que posa la mirada en la obra de uno de sus amigos y compañeros de batalla: Eusebio Sempere. Y es que en el IVAM cabe toda Soledad Sevilla. 

El museo valenciano abre las puertas esta semana a Ritmos, tramas, variables, una exposición que se pudo ver hacer algunos meses en el Museo Reina Sofía y que ahora se muda a València, aunque, ojo, con algunas diferencias. “La veo como una exposición diferente, siendo la misma”, expresó la artista durante su presentación, quien se mostró “entusiasmada” con el resultado de una muestra que incluye algunas piezas nuevas así como una disposición distinta de los elementos. Pero siempre ella.

La artista fue la encargada de abrir la exposición acompañada por su comisaria, Isabel Tejeda; la secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar; el director del Reina Sofía, Manuel Segade, y la nueva directora del IVAM, Blanca de la Torre, quien confesó que en el proyecto que presentó al concurso de dirección -que todavía no es público- proponía una retrospectiva en torno a Sevilla. En el acto, su primera inauguración tras asumir el cargo, contó además con la complicidad de Segade, quien subrayó el “apoyo” del centro a la pinacoteca. “[El IVAM] es el segundo museo, por la potencia de su colección de arte moderno y contemporáneo, de este país. La tarea del Reina Sofía como museo estatal es compartir y difundir el capital simbólico del museo y generar más proyectos”, apuntó. 

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Precisamente, tanto Segade como De la Torre se encontraron la exposición diseñada por los anteriores equipos cuando ambos asumieron la dirección del Reina Sofía y el IVAM respectivamente, algo que se encargó de recordar la propia artista, quien se puso el sombrero de periodista durante unos minutos para preguntarles si cambiarían algo de la muestra. Imposible esquivar el micrófono. Segade contestó “a la gallega”, bromeó, y se comprometió a que este proyecto sería la “punta del iceberg” de otros; De la Torre, por su parte, lo hizo “a la leonesa” y puso el acento en la necesidad de dar espacio al componente instalativo de su obra. 

Esta última idea es compartida por la propia comisaria, quien preguntada por la dificultad de resumir en apenas un centenar de piezas toda su trayectoria señaló la presencia de instalaciones como esa “espinita”, esa cuenta que queda pendiente, siendo Sevilla “una de las artistas que han hecho mejores instalaciones en España”. Esto no quiere decir que no las haya en el recorrido, de hecho la propia artista ha realizado una específicamente para el museo. Se trata de Donde estaba la línea, compuesta por unos hilos de algodón que caen desde el piso superior del museo hasta vestir con un manto en vestíbulo. Ya dentro de la sala se esconde otra, Fons et Origo, una sugerente instalación que crea un refugio dentro del propio museo jugando con los reflejos de la luz artificial y una lámina de agua.

  • Instalaciones de Soledad Sevilla en el IVAM. -

Entre una y otra, los muros del museo se visten con un buen puñado de piezas que reflejan una trayectoria consistente en el tiempo. No en vano, una de las palabras que más se repitió durante la presentación de la exposición fue “coherencia”, una idea que es compartida por la propia artista, quien concibe su trayectoria como un camino continuo y no tanto como una suma de escenas o momentos aislados. “Los artistas nos pasamos la vida pintando el mismo cuadro”, deslizó.

Esa coherencia se ve negro sobre blanco en una exposición que recorre su trayectoria artística y, también, vital, dos caminos que no se pueden leer por separado. Así, en Ritmos, tramas, variables viajamos a ese Centro de Cálculo de Madrid donde experimentó uniendo arte y tecnología, una respuesta desde la abstracción geométrica a esa formación “decimonónica” que dominaba en las Bellas Artes. Lo hizo, además, a partir de un lenguaje “masculino” y en un contexto más que dificultoso para las mujeres. "El hecho de que una señora que había estudiado Bellas Artes se pusiera a trabajar con geometría, que se consideraba un lenguaje fundamentalmente masculino, y cómo ella lo hace propio, me parecía fundamental", incidió la comisaria.

Su estancia posterior en Boston la llevó, de nuevo, a dar forma a una nueva respuesta, en este caso con dos de sus proyectos más reconocidos, inspirados en dos iconos del patrimonio nacional: Las Meninas y las Alhambras, una Granada, por cierto, a la que ahora llama hogar. Los hipnóticos Insomnios que produjo de madrugada o esa suerte de homenaje reciente a Sempere, inspirado en una pieza de su propia colección, completan el puzzle de una trayectoria artística y de vida que ahora se encapsula en una exposición con la que València vuelve a abrazar a una de sus grandes figuras.

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