VALÈNCIA. Hace una semana el Ministerio de Ciencia e Innovación daba a conocer el listado de galardonados en los Premios Nacionales de Diseño, la máxima distinción que se otorga a los profesionales del sector en España. Los nombres y apellidos de los ganadores se hicieron públicos, sí, pero cómo se suele decir en los discursos televisados y con cronómetro en mano: esto no habría sido posible sin el equipo que hay detrás. Y parte de ese equipo, clave para conquistar el preciado galardón, reside en una agencia de comunicación valenciana, encargada de elaborar algunas de las memorias sobre las que el jurado acaba seleccionado a los vencedores de cada año, una carta de presentación que tiene más miga de lo que parece. “Lo más importante es conocer mucho al candidato, su trayectoria, sus puntos fuertes y cómo destaca su relato en la historia del diseño. Al final, ser Premio Nacional de Diseño es una gran responsabilidad, es entrar en la historia”.
Al otro lado de la conversación está María Lapiedra, directora de la agencia Lelien y responsable de estrategia y guion de las memorias de no pocos premiados. Este año, además, ha sido ‘dorado’ para la valenciana, pues su equipo ha sido responsable de realizar el documento de tres de los Premios Nacionales. Álvaro Catalán de Ocón; la compañía vasca Ondarreta, premio en la categoría de Diseño y Empresa; y Jordi Iranzo, de Clap Studio, en la modalidad de Jóvenes Profesionales del Diseño, se unen a un palmarés que desde desde 2017 suma nueve galardonados. “El de Álvaro Catalán de Ocón y Clap fueron, además, dos retos maravillosos. Ellos no querían presentarse. Son tan humildes que no pensaban merecerlo. Pero en ambos vimos la oportunidad este año, por su trayectoria, su filosofía, su talento, su mirada social y todo el porvenir que aún tienen por delante. Lo que nunca imaginamos es que este año habríamos ayudado y trabajado con los tres galardonados”.
En el caso del valenciano Jordi Iranzo cabe destacar que, aunque las normas no permiten presentarse como estudio en su categoría, se siente como un premio a la labor que realiza desde 2017 junto a Ángela Montagud, ambos impulsores de Clap Studio. Ellos mismos, de hecho, celebraban a través de sus redes sociales la distinción con un sonoro: “SOMOS” Premio Nacional. Esta norma, sin embargo, no se aplica a otras categorías. Este y otros detalles no tan atractivos pero fundamentales para optar a la distinción se encuentran en el Boletín Oficial del Estado (BOE), cuyo análisis han perfeccionado desde Lelien hasta el punto de que confeccionar las memorias se ha convertido en un producto más que oferta la agencia. “El BOE es muy explícito en los apartados que debe tener cada punto para su correcta valoración, así que es importante conocerlo y seguirlo para facilitar el trabajo al jurado”, relata Nuria Vicedo, periodista encargada de guion y redacción de las memorias.
El equipo lo completa Beatriz Rodríguez, analista de marketing, encargada de la búsqueda de documentación y clipping para memorias; Sara Antolín, diseñadora gráfica de algunas de las memorias, y Ana Arnau, periodista y redactora de memorias. Ellas son las encargadas de dar forma al currículum de los candidatos, de recopilar los impactos en prensa o presentar sus principales proyectos, una labor que comenzó hace un lustro de la mano de uno de sus históricos clientes. Fue la empresa alicantina Actiu, que recibió el Premio Nacional en 2017, su primer ‘oro’, algo que supuso un “punto de inflexión” para la valoración posterior de otras empresas.
Dos años después vino el premio para la centenaria empresa de mobiliario Point y para una Marisa Gallén que se convertía en la segunda mujer en la historia en recibir el galardón. “Ese año la alegría fue inmensa, al ganar ambos. El año siguiente fue para Pepe Gimeno, que había decidido dejar de presentarse, y junto con su equipo en el estudio, le animamos a que lo hiciera por última vez. Era el año en que ya sabíamos que seríamos Capital Mundial del Diseño y fue una coincidencia muy bonita”. El premio a Gimeno, explican desde la agencia, supuso la consolidación de la redacción de memorias como una parte clave de su actividad, pues las solicitudes de profesionales y compañías que se interesaban para poder alcanzar el premio crecieron de manera considerable. Aunque, ojo, las prisas no siempre son buenas y el primer consejo que dan a los diseñadores es precisamente es ese: paciencia.
“Presentarse a estos premios es una carrera de fondo que casi nunca se gana la primera vez. Desde hace años hacemos algunas memorias que vamos actualizando o modificando de acuerdo a las nuevas indicaciones del BOE. Seguramente, muchas de ellas, serán los próximos Premios Nacionales de Diseño también”. En este sentido, destacan desde la agencia la labor comunicativa asociada a la creación de una memoria, un camino que obliga a poner en orden el relato de un estudio o profesional, no siempre bien organizado, y que tiene una consecuencia directa en la divulgación del propio sector. “El diseño hasta hace poco era un gran desconocido para el público generalista, se quedaba muy anclado en el ámbito de la prescripción. Ahora se valora más por toda la dimensión que engloba: lo visual, lo práctico, lo comprometido, lo sostenible… en definitiva nos hace la vida más fácil a todos y yo creo que, poco a poco, se cuenta mejor. Los propios profesionales están aprendiendo a hacerlo y son muy cuidadosos en su imagen gráfica y en su relato”, relata Nuria Vicedo.
En este proceso hay organización, divulgación, lectura de normas y demás documentos oficiales… y, también, intuición. No hay ciencias exactas en esto de los Premios Nacionales de Diseño, pero el análisis de las tendencias puede dar una pista o dos sobre por dónde van a ir los tiros en cada convocatoria. En este sentido, comentan, la presentación de Inma Bermúdez se retrasó un año tras conocer que en la convocatoria prevista concurría Jaime Hayón, un premio “inevitable”, mientras que este año la ‘bala valenciana’ se jugó en la categoría de Jóvenes Profesionales tras varios años de premios en el resto de modalidades.
Esta intuición también pasa por comprender los cambios en el propio sector. Esto es, no se premia en 2023 lo mismo (o de la misma manera) que se premiaba en 2013. “Ya no se premia únicamente el diseño de producto o la visión internacional. Se ha abierto la mirada. No hace falta que sean carreras de 40 años de trayectoria. Se premia el impacto tangible del diseño en las personas, ya sea desde el arte de Jaime Hayón, la mirada social de Álvaro Catalán de Ocón o la funcionalidad y sensibilidad por la sostenibilidad de Inma Bermudez. Es más, hay nuevas categorías -el ejemplo de Jordi Iranzo de Clap como Joven Diseñador es claro-, que dan alas a las jóvenes promesas del diseño que ven estudios premiados con menos de 10 años. Se está creando todo un conjunto de referentes de perfiles muy amplios que muestra la propia amplitud del impacto del diseño en la sociedad”, relata Lapiedra.
Conocer bien a fondo el BOE, tener la documentación al día o idear un relato claro y coherente son algunos de los consejos que apuntan desde Lelien para conquistar el deseado Premio Nacional de Diseño. Pero, eso no es todo, claro. Talento y suerte también entra en juego en una convocatoria que ya mira a 2024.