VALÈNCIA. ¿Se puede convertir un videoclip en el resumen de un momento —o de un movimiento— creativo? Margarita Quebrada y Duelo al menos lo han intentado. Hace unas pocas semanas, el grupo valenciano estrenaba el primer adelanto del que será su próximo LP, Gas Lágrima, un canto generacional al baile y la noche como escapada ante la percepción de que la realidad acaba empujando, desde su complejidad y desmovilización, al puro existencialismo (“no me reconozco en los ojos de la gente”, repite la letra). En lo musical, supone el paso hacia adelante en una dirección más electrónica que si bien no será el leitmotiv del disco, si que indica que el sonido de Margarita Quebrada ampliará su abanico en su próximo trabajo.
El viaje creativo de la banda y la productora Duelo —con el que comparten miembros y muchas amistades— ha posibilitado la suma de mucha gente que se ha convertido en multiplicación en este videoclip. ¿Qué hay detrás de esas escenas de gente bailando? Paso a paso, Culturplaza habla con los implicados para separar cada ingrediente de la probeta.
Los protagonistas del videoclip son el grupo de bailarines haciendo gabber, un baile asociado al hardcore techno nacido en Paises Bajos que se popularizó en los parkings de las discotecas de La Ruta. El baile no tiene ni coreografía ni hay nada simulado. Duelo hizo un casting call buscando a personas que ya lo bailaran, que frecuenten espacios donde se practique. “Es un mundo donde se conoce todo el mundo, y pedimos ayuda para buscar quién lo hacía de manera más pura”, explican desde la productora. Después, fue todo rodado. Llevaron ropa que les gustaba y no necesitaron vestuario; les pusieron algunas de las canciones que más les gusta bailar y luces-cámara-acción. “Con el tema del gabber, lo que teníamos claro es que queríamos descontextualizarlo para no apropiarnos de esa cultura, a la que respetamos muchísimo. Por eso buscamos maneras diferentes de representarlo: un plano picado, cámara lenta, planos detalle, etc.”.
Otros elementos centrales en el videoclip son las obras plásticas que han incorporado de artistas valencianos. En primer lugar, la escultura de Óscar Carretero, que basa su obra en prótesis humanas, artificiales, con una clara inspiración de la Nueva Carne de Cronenberg. Carretero también pone imagen y será un elemento importante a todo el álbum, así que cuando hicieron las fotos de la escultura que da imagen a la portada, decidieron incluirlo también en el videoclip. En concreto, se trata de la cara transparente de una niña con prótesis de ojos, mejillas y boca.
Por otro lado, una unión artística que se ha cocido poco a poco: la de Carlos Sáez. El artista ha ejercido, a través de su obra, de nexo de unión entre la escena plástica y la escena underground de música. Sáez y Duelo, que tomaron contacto en anteriores trabajos, formalizaron su alianza para Gas Lágrima. Lo hicieron incluyendo una instalación hecha de trozos de resina epoxi unidas con metal que proyectan una luz verde que va cambiando según la dispongan en el espacio. La obra resultará familiar, puesto que una pieza muy similar se ha podido ver en los últimos años en Espai Tactel y en el IVAM. Además, aporta el escenario donde se rueda, Pluto, la nave industrial creativa que ha servido de base para el videoclip y que es la pieza que faltaba por encajar. Sáez trabajó codo con codo, junto a Jesús Serrano, para decidir el propio montaje de la pieza y su lugar en el video. “No queríamos que hubiera una jerarquía entre las dos piezas artísticas, y cada una aporta una dimensión diferente al vídeo”, explican desde Duelo.
Una nave industrial, jóvenes bailando ensimismados, esculturas orgánicas que tienen una raíz en el cuerpo pero que se deslocalizan en la noche. “El disco de Margarita Quebrada ha ido construyéndose con la aportación de mucha gente, ha sido un trabajo muy colectivo, y pensamos que era muy interesante trasladar eso al mismo videoclip: obras de personas a la que, de alguna manera, nos une el interés por hacer cosas vanguardistas, que se juntan y se descolocan de sus lugares originales para confluir en un videoclip. La obra de Sáez o la de Carretero, en vez de en un lugar expositivo, están en una nave, junto a los bailarines de gabber, que tampoco están en su ámbito natural. Y a la vez, todo encaja a la perfección”, explica Ignacio López, que forma parte tanto del grupo como de la productora.
El equipo lo completan Mikel Cabanes (producción), Alex Gisbert (dirección de fotografía), officeclub.144 (gaffer), Aitor Rubio (dirección de arte), la edición de Jose Montolío e Ignacio López (este último, también etalonaje y SFX), Xenia Rubio (foto fija), Javi Polo (VFX) y Eder Larrondo (gráficos). “La idea en un principio es que el grupo saliera también en el videoclip, pero nos dimos cuenta que no hacía falta, que a veces complicamos mucho los conceptos e introducimos demasiados elementos, y aquí no es así, es mucho más sencillo”, explican, poniendo como referencia videoclips de grupos de electrónica que, a diferencia de los de pop, no suelen aparecer en pantalla. ¿Toman nota para la siguiente? “Sí, el siguiente single y videoclip compartirán, en cierta manera, esta manera de trabajar, aunque será otra cosa, claro”.