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Atraer el talento femenino

19/02/2024 - 

En la era de la Cuarta Revolución Industrial, también acuñada por el economista Klaus Schwab como Industria 4.0, la presencia equitativa de las mujeres en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM) no es solo una cuestión de lógica y de justicia, sino también una necesidad estratégica para el progreso y la evolución.

Sin embargo, la realidad actual muestra una clara y persistente brecha de género en estos campos. Este desequilibrio no es un mero reflejo de preferencias personales, sino el resultado de barreras socioculturales, educativas y profesionales que limitan la participación plena de las mujeres en estas áreas.  

La escasez de mujeres en estudios y profesiones científicas o tecnológicas es alarmante. Según el Informe del Ministerio de Ciencia e Innovación “Científicas en cifras 2023”, en la rama de enseñanzas de Ciencias, las mujeres se decantan por las carreras de ciencias de la salud donde su presencia es muy significativa. Pero en ingenierías, solo un 25% de los estudiantes son mujeres. En algunas de ellas, el porcentaje no llega al 3%. Y lo que es peor, en lugar de crecer discretamente como hace una década, los números están cayendo en picado.

Y si en las aulas la situación es preocupante, en el ámbito profesional resulta aún peor. Los datos de la última Encuesta de inserción laboral de titulados universitarios del INE por ramas de conocimiento, desvelan que las mayores tasas de empleo se dan entre quienes estudiaron ingeniería en electrónica (98%), desarrollo de software, aplicaciones e ingeniería multimedia (97,4%), e ingeniería de telecomunicación (97,1%). Todos ellos puestos de trabajo de máxima cualificación y calidad en los que la presencia de las mujeres es mínima. Carreras con futuro en las que perdemos la mitad del potencial creativo.

Así, esta disparidad no solo es injusta para el talento femenino, sino que también priva a la sociedad de una diversidad de perspectivas y habilidades que son cruciales para el desarrollo y crecimiento económico de nuestro país. La diversidad suma, cuando no multiplica. Por eso, como responsable pública, como mujer y como madre, creo que es urgente tomar medidas que supongan soluciones.

En primer lugar, debemos abordar la anomalía desde el ámbito de la educación. En las edades tempranas se debe fomentar el interés y la confianza en las niñas hacia las ciencias y la tecnología. Qué duda cabe que muchas mujeres empatizamos con la vocación de ayuda a los demás. Por tanto, el reto está en visibilizar que la tecnología es un medio para mejorar la vida de las personas.  

Algunas acciones efectivas son ofrecer actividades extracurriculares que promuevan la participación de las niñas en formación STEM, capacitar a los docentes para que fomenten un entorno de aprendizaje inclusivo y mostrarles cómo pueden contribuir a mejorar la sociedad a través de esos conocimientos.

Uno de los grandes problemas, hasta ahora, ha sido la falta de referentes femeninos en estos campos. Afortunadamente, ya contamos con mujeres de éxito a las que, no obstante, debemos dar más visibilidad y protagonismo. Aquí el reto está en la audiencia: en cómo llegar a los jóvenes que se “coeducan” a través de las redes sociales y los influencers, para los que los adultos dejan de ser sus referentes a medida que se digitalizan. En este camino los libros de texto tampoco ayudan: las mujeres siguen ocupando roles tradicionales y los grandes iconos sobre los que se estudia siguen siendo hombres.

La colaboración público-privada es otro factor esencial para conseguir darle la vuelta a la situación actual. El trabajo conjunto del gobierno, las instituciones educativas, las empresas y la sociedad es lo que puede conseguir desarrollar estrategias integrales que promuevan la igualdad de género en el sector STEM y en la sociedad en general.

Gran parte del trabajo lo debe desarrollar la administración pública. Es fundamental implementar políticas que garanticen la igualdad de oportunidades y trato en el ámbito académico y profesional. Esto incluye medidas para combatir la discriminación, políticas de contratación y promoción equitativas, y por supuesto, apoyo a la conciliación de la vida laboral y personal. Y no hablo de generalidades imposibles de plasmar en realidades. Me refiero a ofrecer incentivos y financiación para programas y proyectos que promuevan la participación de las mujeres en STEM. Por ejemplo, becas para estudiantes, financiación para investigaciones lideradas por mujeres y apoyo a empresas de tecnología fundadas o dirigidas por mujeres.

En conclusión, la escasa presencia de mujeres en carreras y profesiones del sector científico y tecnológico no es solo un problema de las mujeres, sino una pérdida cuantificable de talento y un desafío cualitativo para toda la sociedad. Por eso, uno de los pilares de la estrategia de innovación del Ayuntamiento de Valencia es la diversidad. Vamos a destinar gran parte de nuestros esfuerzos a atraer más talento femenino, así como a mejorar, reconocer y dar visibilidad a las mujeres emprendedoras innovadoras, a las inversoras, a las fundadoras de startups y a todas las profesionales del sector científico y tecnológico. Talento femenino, inclusión y diversidad son sinónimos de progreso, evolución y excelencia.

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