abandonado durante décadas, DESDE SUS VESTIGIOS SE OBSERVA DE CULLERA HASTA DÉNIA

Bairén: claves en la restauración del castillo que conquistó Jaume I y desde el que se gestó Gandia

Pese a la larga historia que atesora, ha sido hace muy poco cuando ha comenzado a recuperarse con la vista puesta en las mejoras experimentadas por los emblemáticos castillos de Cullera o Xàtiva

2/07/2022 - 

VALÈNCIA. Una gasolinera de Cepsa a escasos 200 metros de la rotonda de entrada al casco urbano de Gandia constituye el primer hito recordable para acceder al castillo de Bairén. Nada tiene de medieval aunque sí mucho de práctico. Desde la citada estación de repostaje sale, en dirección contraria al núcleo construido de Gandia, un camino asfaltado. Se trata de la vía que conduce hasta los vestigios de la fortaleza.

Zigzaguea, se estrecha, pasa junto a chalés, se halla repleta de socavones y, de cuando en cuando, aparece alguna señal que luce la palabra Bairén. Resulta necesario afinar la vista. En el tramo final asciende para terminar en una pequeña explanada en la que cabe una decena de vehículos.


En ella nace la senda de algo más de un kilómetro que alterna un pequeño tramo asfaltado, bastante recorrido sin pavimentar, alguna pasarela con barandillas de madera y frutales en su lateral izquierdo. Parece que se separe abruptamente de la línea recta hacia el castillo hasta que en un recoveco da un giro inesperado y asciende para plantar al peatón (no existe la opción de llegar hasta arriba en vehículo) frente a los restos de la histórica fortaleza, la que conquistó Jaume I y que constituyó el germen poblador de la actual ciudad de Gandia.

Lo que se encontró Jaume I

“Esta fue la fortaleza que se encontró Jaume I en el siglo XIII. Durante todo el período feudal llevaron a cabo muy pocos cambios, con la excepción de algunos refuerzos puntuales en el poblado y la alcazaba durante la Guerra de los dos Pedros. Después de este conflicto, y tras sufrir un importante episodio sísmico a finales del siglo XIV, la fortaleza se abandonó y sus funciones quedaron limitadas a las de una pequeña ermita, la de los Santos Juanes, que permaneció allí hasta inicios del siglo XIX”, relata, a modo de repaso histórico, Joan Negre, arqueólogo responsable del Servicio Municipal de Arqueología y director del Museu Arqueològic de Gandia.

“Tras su desacralización, la alcazaba quedó convertida en un caserío agrícola, dedicado principalmente al cultivo del algarrobo, para lo cual se derrumbó también la ermita y se construyó un secadero porticado. Durante el siglo XX se abandonó definitivamente hasta su compra por parte del Ayuntamiento de Gandia. La fortificación y su entorno están catalogados como BIC, y desde 1995 fueron adquiridos por el ayuntamiento con el fin de protegerlos y ponerlos en valor”, continúa explicando la evolución del castillo Joan Negre.

El empeño de Fernando Mut

No obstante, la construcción fue languideciendo, hasta 2020. Fue entonces cuando el arquitecto y ex concejal local Fernando Mut decidió que el deterioro no podía continuar.

“Iniciamos un proyecto impulsado por la anterior alcaldesa, Diana Morant, y por mí. Lo estuvimos hablando, tratando y llevamos a cabo la iniciativa desde el Ayuntamiento para acceder a fondos Feder. Había permanecido abandonado hasta que Morant confío en la recuperación”, indica Mut, quien, a su profesión de arquitecto suma una dilatada trayectoria política como director general de Arquitectura de la Generalitat y candidato a alcalde local con el PP y luego con Plataforma de  Gandia. Valencia Plaza ha dialogado tanto con él como con Negre para conocer, desde dos perspectivas especializadas y diferentes, la reconstrucción del castillo más emblemático de la comarca de la Safor y uno de los que atesora –aunque su estado de semiabandono lo oculte- más historia.

Con financiación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) se inició una obra cuyo “objetivo principal fue la consolidación de la mayor parte de los lienzos murales de la alcazaba, hasta ese momento en peligro de derrumbe, bajo el principio de la mínima intervención sobre el monumento. Toda esta fase estuvo acompañada de extensivos desescombros arqueológicos, profusamente documentados con el objetivo de retirar los numerosos sedimentos generados durante las últimas décadas, tanto por el derrumbe de la fortaleza como por intervenciones anteriores”, tal como apunta el arqueólogo responsable.

El arquitecto aporta su visión. “Hemos conseguido frenar el deterioro de los muros que se estaba produciendo, pero no podíamos inventarnos más de lo que había. Consolidamos lo que existe, le damos forma y uso y ahora se asemeja a un jardín con muros”. En la práctica, “es un proyecto de salvación de unas ruinas. Empezamos a finales de 2019 y terminamos la primera fase en marzo de 2021”, recuerda Fernando Mut, que subraya la posibilidad de trabajar al aire libre y en una intervención de estas características durante los meses de confinamiento.



“De forma complementaria, ya desde el año 2020 y con continuidad hasta la actualidad, se ha puesto en marcha un plan de excavación y consolidación de los restos de la fortaleza que tiene como objetivo la apertura del espacio arqueológico de la alcazaba totalmente musealizado en el año 2025”, prosigue el director del Museu Arqueològic, que ha dirigido esta línea de actuación junto a su compañero Pablo García Borja. Tiene la mirada puesta en “además de la creación de un nuevo valor turístico para la ciudad, el estudio y divulgación del pasado islámico de la comarca de la Safor. Se trata de un espacio que entre los siglos X y XIII se  configuró como una entidad territorial bajo el control de la fortaleza de Bairén, puerta de entrada a los dominios de la taifa de Dénia”.

De Cullera a Dénia

“Existía desde el siglo IX hasta la llegada de Jaume I. Disfrutas de una impresionante panorámica que abarca desde Cullera hasta Dénia. Se trata de un lugar histórico. Esa sería su mejor definición. Con fantásticos accesos, vegetación autóctona...”, apunta Mut, quien añade que “es el único castillo de estas características en la comarca. En siglos pasados, en caso de ataques toda la población se refugiaba en Bairén. O también llamado de San Juan por la ermita que construyó Jaume I en honor del santo”.

¿Qué han conseguido con estos trabajos, desde el punto de vista arqueológico? “A día de hoy, las investigaciones en el yacimiento han permitido identificar una ocupación andalusí previa a la construcción de la fortaleza, fechada a inicios del siglo X y que aprovecharía los restos del castellum romano para instalarse en la cima de la montaña. Desde finales de esa misma centuria observamos ya las primeras obras de fortificación que llevarían a la construcción de dos torres atalayas, una pequeña guarnición y, finalmente, a inicios de época taifa, el cinturón amurallado que cerraría el albacar o segundo recinto de la fortaleza”, contesta Negre.

“De esta manera, Bairén sobreviviría durante más de un siglo y medio, hasta que, con la llegada de los contingentes almohades, se realizó una profunda reforma de todo el enclave, reforzando las defensas existentes, construyendo una nueva barbacana y, finalmente amurallando el poblado. Todo ello al tiempo que en el interior de la alcazaba se arrasaba con las estructuras anteriores y se procedía a una remodelación completa de los espacios y de sus funciones”, finaliza.



Por su parte, Mut comenta, desde su perspectiva de restauración arquitectónica, que “hemos creado un paseo con una plataforma y unos paneles explicativos de lo que se observa desde cada lugar. Ahora va mucha gente que sube a pasear. Hemos utilizado las mismas tierras que se desmoronaron para volver a ponerlas encima. Hemos recuperado el tapial y ahora estamos empedrando el acceso”. Así, concluye que “el éxito de una obra se produce cuando la gente la utiliza, como está ocurriendo con la restauración del castillo, aunque, desde luego, faltan mejoras”.

Emblema de la Safor

Le queda un largo recorrido para alcanzar el listón de restauración alcanzado por fortalezas emblemáticas de la provincia como las Cullera, Xátiva e incluso Sagunto y El Puig. No obstante, ya ha iniciado su senda. De momento, para mostrarlo organiza visitas guiadas los fines de semana. Por libre puede accederse perfectamente, aunque se disfruta más el paseo que los vestigios, repletos de vegetación y con mucho margen de reconstrucción por delante.

Mientras Gandia espera que continúen las intervenciones y aumente la señalización del acceso, otros municipios de la Safor se miran en ese espejo para proyectar mejoras en sus respectivos castillos. En esta situación, por ejemplo, se encuentran La Font d'En Carros, Oliva, Vilallonga o Alfauir.

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