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Bala: "Se pueden hacer canciones con mala baba pero que te hagan pensar en un mundo mejor"

El power dúo gallego presentará su tercer LP, Maleza, el próximo 10 de febrero en la sala 16 Toneladas. Les acompaña la banda de metalcore valenciana Diàspora, que también estrena disco, Despertar o morir

26/01/2023 - 

VALÈNCIA. La maleza remite a la idea de sobrevivir incluso en las circunstancias más hostiles. Es la hierba incómoda que hace su camino y brota entre las grietas del cemento, donde no se la espera. Un poco de esto podemos leer en la historia de Bala, el power dúo gallego formado por Anxela Baltar (voz, guitarra) y Violeta Mosquera (voz, batería) en el año 2014. Nunca se presentaron al mundo como un “grupo de chicas” buscando un rinconcito dentro de un nicho musical claramente hipermasculinizado. No pidieron permiso, vaya. Se abrieron camino gracias a un sonido sólido, un discurso potente (y sí, también feminista) y a su voluntad de tocar sin parar y desarrollar un directo muy convincente. Se ganaron el respeto del personal trascendiendo etiquetas de género, y al hacerlo han contribuido a que poco a poco -todo se andará- el comentario “si cierro los ojos y os escucho, parecéis dos tíos” deje de entenderse como un piropo.

Con el primer disco -Human Flesh, (Matapadre, 2015)-, sorprendieron; con el segundo -Lume (Matapadre, 2017), arrasaron y empezaron a conquistar el mundo. A pesar de que entonces todavía formaban parte de un pequeño sello independiente, Bala giró por Estados Unidos, Japón, Australia, Alemania, Gran Bretaña, Colombia….  “Nos llevamos de estos últimos años experiencias increíbles de todos y cada uno de los países que hemos visitado, esa es la verdad. Flipamos mucho con la acogida en todos lados, pero creo que en Colombia fue incluso más especial. Era nuestra primera vez allí y parecía que nos conocían de toda la vida… Recibimos siempre en redes y plataformas mucho cariño desde México también, estamos deseando ir por primera vez. Teníamos planes, pero la pandemia los retrasó”, apunta Anxela en esta entrevista previa a la presentación de Maleza en València el próximo 10 de febrero en la sala 16 Toneladas.

Tras el éxito de Lume, era cuestión de tiempo que una multinacional llamara a sus puertas. Ya de la mano de Holy Cobra management, Bala entró en el catálogo de Century Media, filial de Sony que también trabaja con bandas imprescindibles dentro de la música extrema como Napalm Death, At the Gates y Eyehategod. Es a su vez la casa discográfica de dos de las bandas nacionales de metal con más proyección internacional: Toundra y Angelus Apatrida

“Yo creo que la principal ventaja de haber publicado nuestro tercer LP en Century Media es que hemos tenido la suerte de llegar a mucha gente de todo el mundo a la que de otra manera seguramente no habríamos llegado. Y efectivamente se trata de compartir sello con bandas que llevamos escuchando media vida… Si nos lo dicen hace unos años no nos lo creeríamos, la verdad. Pero trabajar con compañías tan grandes también tiene sus cosas negativas… Esa parte daría para mucho, la dejamos para otro momento”.

Un rayo de esperanza en el futuro

Existe un hilo conductor metafórico entre Lume (2017) y Maleza (2021). El primero finalizaba con “Humo”, un tema de tono apocalíptico sobre una ciudad sembrada por el caos y donde “la cordura llega a su final”. El último disco, por el contrario, termina con un grito en bucle: “No todo está perdido / No todo está perdido / No todo está perdido”. 

Maleza es oscuro, macarra, duro… pero se adivina un rayo de esperanza. Inevitablemente, este detalle nos trae a la mente una idea que gana terreno en algunos círculos de pensamiento: si nos dejamos llevar por el desasosiego ante un “mundo que se acaba”, si pensamos que todo va a ir mal, corremos el peligro de acabar varados en la desidia y la inacción, cuando lo que se necesita es pensar mundos mejores y trabajar colectivamente para alcanzarlos. Preguntamos a Bala si creen que ha llegado la hora de que desde los géneros de música pesada también empiecen a abrirse camino este tipo de ideas. ¿O quizás es demasiado ridículo pensar, por ejemplo, en un disco de doom hablando de utopías? 

“Me flipa cómo lo has expresado, porque para mí es justo ese el concepto que tenía en la cabeza cuando se me dio por hacer un disco “macarrilla pero optimista” -responde Anxela-.  Para mí no está reñido. Pueden ser canciones con mala baba y con gritos, pero que te hagan pensar en un mundo mejor, que te transmitan fuerza desde el buen rollo y ganas de cambiar las cosas. Curiosamente mucha gente pensó que lo habíamos escrito en este tono a raíz de la pandemia, pero no, los temas son de 2019. Digamos que se trata de un mensaje atemporal”, señala Anxela.


Ya desde sus inicios, Bala se ha resistido a clavarse en un solo estilo musical. Han crecido escuchando metal, punk, hardcore, grunge y stoner rock, y sus discos son un reflejo muy natural de todo ello. A veces hay medios tiempos, gravedad y pesadez, y otras hay urgencia, velocidad y derrapes. Hay gritos, chillidos y alaridos de todos los colores. Y también hay mucha chicha en las letras. Por ejemplo, encontramos una canción que recuerda la persecución de las meigas en Galicia, y también un homenaje a la motera afroamericana de los años treinta Bessie Stringfield.

Gracias a “Agitar”, la canción que abre el disco, algunas hemos conocido la obra de la poetisa gallega Lúa Mosquetera. “Me has sorprendido durmiendo con el ceño fruncido” es un verso inicial maravilloso, que te agarra y no te suelta más. Esta canción cuenta además con coros de Najwa Nimri y con la colaboración de la bajista de Nashville Pussy, Bonnie Buitrago

A Bonnie la conocimos en otro viaje inolvidable, nuestra gira por Australia. Coincidimos con Nashville Pussy tocando en un festival en Melbourne, y hubo muy buen rollo desde el minuto uno. Cuando estuvimos en EE.UU. en 2018 quedamos de nuevo con ella y ya empezamos a hablar de la posibilidad de hacer algo juntas. Cuando empezamos a trabajar en Maleza retomamos esa idea y finalmente colaboró con el bajo en tres temas. Su implicación y actitud fueron increíbles en todo momento. Y encima grabó su parte en el estudio de Scott Reeder (Kyuss) con el equipo que él mismo había usado en la grabación del Welcome to Sky Valley, uno de nuestros discos de referencia… Increíble todo”.

La que cuenta Anxela no es la única vinculación que ha tenido Bala con la meca del stoner rock. En 2018 actuaron nada menos que en el Stoned and Dusted, el pequeño festival en el desierto de Mojave de California que replicaba las míticas generator parties de finales de los ochenta y los noventa. Para una banda como Bala, ¿se vive de forma diferente la experiencia del concierto en un festival de nicho este o como el Resurrection o el Sonic Blast que cuando se toca en un festival más genérico? “Siempre digo que el escenario es nuestro sitio preferido del mundo, y sin duda es algo que disfrutamos muchísimo siempre. Sí que es cierto que en los festivales de nicho la implicación puede llegar a ser increíble porque el público suele conocernos más y como artista eso siempre engorila mucho… Pero insisto en que disfrutamos mucho siempre, sea donde sea. Después están las salas, con esa cercanía y esa energía brutal que se crea en ellas… Es una experiencia distinta y única”, contesta la guitarrista coruñesa.

“Bala somos y seremos dos”

A pesar de la colaboración puntual de Bonnie Buitrago en este último disco, Anxela nos asegura que nunca han tenido intención de incorporar de forma estable un bajo en la banda. “Es algo que nos preguntan mucho y al principio me sorprendía, porque lo cierto es que nunca nos lo planteamos. Bala nació como dúo y creo que así seguirá siempre. Ser dos es genial por muchas cosas, pero es que musicalmente tampoco echamos nada en falta. Eso sí, nos encanta experimentar. Nos gustó mucho esa colaboración con Bonnie y algunas otras que hicimos en directo (con Laura de Grima, por ejemplo), pero Bala somos y seremos dos”.


Por último, preguntamos por el reciente cierre del Liceo Mutante de Pontevedra (el equivalente de La Residencia en València, podríamos decir). Al final, parece que el valor cultural y comunitario de este espacio autogestionado no se ha tenido en cuenta, y han ganado los intereses económicos. ¿Cómo se ha vivido esta situación en la escena underground gallega?

“Con mucha pena, rabia e impotencia -reconoce la guitarrista de Bala-. La pérdida de este tipo de espacios siempre es un buen bofetón para el arte y la cultura. Pero además se perdió un lugar que era como un hogar para todas las personas que tuvimos la suerte de poder disfrutarlo. La buena noticia es que no han dejado que muera del todo y pronto anunciarán una nueva ubicación en la que seguirán haciendo actividades”.

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