MADRID. Contra los bancos parece que cabe todo. Es una triste realidad que comiencen a ser habituales el menosprecio y los insultos de algunos, reflejo de la falta de conocimiento serio y de la exageración de estereotipos hacia un sector que se está demostrando clave para superar los estragos económicos y sociales del coronavirus y que siempre es fundamental para el desarrollo.
Los bancos están inmersos en un proceso de reestructuración y reconversión obligado por los cambios de hábitos de sus clientes, cada vez más digitales, por un escenario de tipos de interés nulos y la creciente competencia de operadores tecnológicos que no se ven lastrados por la exigente regulación bancaria y el compromiso de ofrecer un servicio público universal como hace el sector bancario. En un contexto como el actual queda patente lo necesarios que son los bancos para que familias y empresas sigan adelante y hagan realidad sus proyectos, en definitiva, para la prosperidad y el crecimiento.
Como crítica se citan las colas ante las sucursales bancarias como indicio de un mal servicio, obviando que estos tiempos de covid han generalizado la espera como consecuencia de la necesaria distancia social y demás medidas de precaución en espacios cerrados. Naturalmente, todos debemos esforzarnos en seguir ofreciendo el mejor servicio para un cliente cada vez más exigente. Esta es la prioridad de los bancos, que complementan los servicios de sus sucursales a través de la banca telefónica, móvil y digital, además de con agentes comerciales. Todo ello explica por qué en España, a diferencia de otros países de Europa, la inclusión financiera es total. La crítica hacia los bancos por los ajustes de oficinas y empleos no solo obvia todos estos esfuerzos de adaptación a los hábitos de los consumidores y al entorno, algo básico para la supervivencia. También responsabiliza a los bancos de los estragos que provoca la despoblación en la España vaciada, donde faltan escuelas, médicos, centros de salud, farmacias y medios de transporte públicos, entre otros muchos servicios esenciales.
La rentabilidad de los bancos es una preocupación constante de las autoridades que les piden ajustes y fusiones, así como que los precios de los servicios financieros reflejen su coste total. Cada banco toma sus decisiones sobre los precios de sus productos y servicios atendiendo a muchos parámetros y define su estrategia comercial en cada momento. En el sector bancario español hay mucha competencia, lo que beneficia al consumidor, que tiene de esta forma muchas opciones donde elegir productos y servicios, y, en definitiva, decidir de qué entidad o entidades quiere ser cliente.
En los últimos años, los bancos han realizado un gran esfuerzo para mejorar la percepción pública del sector, muy dañada en la crisis de algunas cajas de ahorros, cuando los bancos y el resto de las cajas que no se vieron afectadas tuvieron que asumir una parte significativa del coste financiero para reflotar a las entidades dañadas. Los bancos han reforzado su solvencia y han logrado importantes avances en su gobernanza y en la relación con sus clientes. La economía y la sociedad española necesitan bancos sanos y fuertes que desempeñen bien su papel -un papel tan importante- de financiar a familias y empresas.
José Luis Martínez Campuzano es portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB)
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