VALENCIA. El lujo es un término pendiente de ser redefinido por los reales miembros de la Academia de la Lengua. La razón sucede en bares como el Marvi (Carrer dels Sants Just i Pastor, 14), porque cuando uno acepta ser un esclavo de los placeres sencillos, también tiene el derecho a decir que aquello a lo que ha tenido acceso es un lujo. Un lujo que ni es "demasía en el adorno, la pompa o el regalo" (porque nunca es demasiado), ni "la abundancia de cosas no necesarias" (porque es bien necesario vivirlo) y porque, finalmente, no supera "los medios normales de alguien para conseguirlo". Tanto es así que, con cierta vergüenza de someter su cocina a nuestro corsé de cada semana, ese por el cual (porque sí) nos limitamos el gasto per capita hasta los 12,90 euros sin dejar de comer -MUY- bien.
El Bar Marvi no es un lujo asiático ("extremado", dicen los académicos), sino más bien gallego. Un bar tan honesto que no le ha hecho falta quitarse el nombre de pila durante estos primeros 26 años de vida como para que el bocaoreja le tenga entre los deseos más costumbristas y felices. Desde los 70 hasta la actualidad, pasando por su profunda reforma de 1997 y el relanzamiento de las virtudes de su barra y su escueta carta, el local que está plagado de virtudes. Algunas se pueden resumir en los reconocimientos externos que ha ido recibiendo, como el que recibió este año en el País Vasco por parte de Amstel por su capacidad para generar pintxos maridados con cerveza o el que dice que Tino es el mejor tirador de cervezas de barril de la Comunitat Valenciana. ¡En una región donde tirar bien es una cerveza está al alcance de unos pocos!
En el Marvi todo sucede de una manera tan clara que parece haberse ideado en las líneas de alguna novela abandonada a la suerte del realismo mágico. Los panes son de masa madre (que va calando en la ciudad la causa) y el servicio -esa asignatura pendiente de la restauración valenciana desde la más frágil de las generalizaciones- es una delicia. Tino parece empeñado en hacer sentir en casa a cualquier desconocido, pero aún más intensa es la sensación de hospitalidad que surge desde la cocina, en manos de Letizia (la madre de cuantos entran por esa puerta).
No se asusten: patatas bravas, ensaladilla rusa, lacón, y croquetas. Esta sería la santísima columna vertebral de un Bar Marvi que, en el último de estos casos, no ha dejado de innovar con combinaciones como la de esta semana (chipirones con ajetes, aquí abajo) o la de caviar de erizo (fiesta). Aunque la sardina ahumada o el chuletón están entre los habituales, si algún día tuviéramos la necesidad de rankear el pulpo que se puede comer en la ciudad de Valencia, sería difícil bajar del trono esta tapa del local de Just i Pastor. Competirían sin duda los chipirones al ajillo, aunque esta variable entra en la verdadera recomendación cuando uno va al Marvi: dejarse llevar por las sugerencias del día.
Y de las sartenes la de jamón, dos huevos, patata y (uh) foie; de las tapas frías, cuando está entre las sugerencias, la ensalada de tomate valenciano y ventresca; de las especialidades gallegas, sin salirnos del 'presu' y para los amantes de esta textura, la oreja cocida.
FICHA TÉCNICA
Nombre: Bar Marvi
Zona: Amistat-Aragó
Precio: combinar sus tapas hasta el régimen convenido. Dejarse llevar por las sugerencias de la casa, pero no privarse del pulpo en ninguno de los casos.
Dónde está: Carrer dels Sants Just i Pastor, 14.
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