'Pachano' reconoce el uso de sociedades para gestionar millones de euros del exministro en el extranjero y luego retornarlo para inversiones; señala que firmaba todo lo que le decía Francisco Grau, el considerado financiero de la trama
VALÈNCIA. No son habituales las ocasiones en las que tiene lugar un episodio como el de este miércoles en la sala en la que se celebra el juicio del caso Erial. Más bien contadas. La de ayer fue especialmente relevante por el añadido del contexto político que la envuelve. Joaquín Barceló, amigo desde la infancia de Eduardo Zaplana y persona de su total confianza tanto en el ámbito privado como en su etapa de cargo público, confesó. Lo hizo con un testimonio detallado con el que dejó caer al exministro, a quien llegó a calificar como "amigo del alma".
La lealtad inquebrantable con la que funcionó durante tantos años su círculo más cercano de colaboradores se rompió. Quién lo iba a imaginar por aquel entonces, cuando amasó tanto poder como presidente de la Generalitat. Ha ocurrido por una causa judicial compleja cuyo final es incierto. Las circunstancias personales de todos los acusados pesan. Y las conformidades con la Fiscalía pueden suponer una rebaja considerable de las penas de prisión.
La posibilidad de los acuerdos era conocida desde hace varias semanas. Aunque una cosa es saberlo y otra comprobar cómo sucede y en qué términos. Y fue a lo grande. Barceló ha cambiado su versión de los hechos respecto a la instrucción, por lo que faltará por ver cómo le afecta a Zaplana de cara a la sentencia. En todo caso, parece claro que complica su estrategia judicial. 'Pachano' ha sido el primero en confesar, pero es previsible que detrás de él vayan más: Vicente y José Cotino, sobrinos del que fuera director de la Policía Nacional Juan Cotino (fallecido en 2020); y el exjefe de Gabinete de Zaplana, Juan Francisco García.
En total, 14 acusados se sientan en el banquillo como partícipes de una presunta trama creada para el cobro de comisiones derivadas de la concesión de las Inspecciones Técnicas de Vehículos (ITV), realizadas en 1997 durante la gestión del expresidente de la Generalitat, y del Plan Eólico de la Comunidad Valenciana, puesto en marcha en 2003. El objetivo habría sido desviar esas cantidades al extranjero a través de numerosas sociedades para blanquearlas y, posteriormente, retornarlas a España. En total, ese desvío de dinero se cuantifica en 20,6 millones de euros.
Tras la declaración del exministro, que tuvo lugar el martes, llegó la de Barceló. "Yo era el testaferro de Eduardo Zaplana. Era amigo. Me pidió favores y se los hice. Si eso se llama testaferro, sí. Qué quiere que le diga", reconoció a preguntas del fiscal en una sentenciadora frase.
A lo largo de más de dos horas, relató cómo gestionó los fondos del expresidente de la Generalitat, figurando como administrador en diversas sociedades interpuestas detrás de las cuales estaba, en realidad, Zaplana. El objetivo de todas ellas, de acuerdo con la investigación, habría sido tanto el desvío del dinero de las comisiones al extranjero como su posterior retorno para la realización de inversiones en España en beneficio personal del exministro.
El dinero del que se encargó en el extranjero fue el depositado en Luxemburgo y en Andorra. En total fueron más de 12 millones de euros. El de Luxemburgo es el relacionado con Imison Internacional, la empresa matriz de toda la red. Constituida y gestionada por Beatriz García Paesa, la sobrina del espía Francisco Paesa, la causa apunta a que para su creación Juan Cotino entregó 640.000 euros en efectivo.
Barceló explicó que fue a Luxemburgo a hacerse cargo de Imison por indicación de Zaplana. Allí llevó 2,5 millones de euros que en un principio pensaba que provenían de una operación realizada entre el exministro y el que fuera su jefe de Gabinete, Juan Francisco García. El primero le comentó que él estaba en política y no podía encargarse.
"Le dije que sí. Acepté al pensar que era una cosa transparente y lícita. A Luxemburgo fuimos en un avión privado los Cotino (Vicente y José), Juan Francisco García y otro señor que no sé quién era. Allí me entrevisté con Beatriz García Paesa. Yo tenía que firmar un papel que luego no ha aparecido por ninguna parte", explicó. La intención de Zaplana, dijo, era que Juan Francisco García se hiciera cargo de otra sociedad, Fenix, y él de Imison.
"Esos 2,5 millones no eran míos. Y luego me enteré de que no eran 2,5 millones sino 6,5 millones cuando la Guardia Civil entró en mi casa y me detuvo", comentó. "Primero estaba convencido de que el dinero era totalmente lícito, pero cuando me entero de que son ITVs sí que me huele mal. No es que vea claro que era delictivo pero me mosqueo", añadió.
En un momento determinado, detalló que apareció el abogado uruguayo Fernando Belhot –testigo clave de Fiscalía en este procedimiento–. Se lo presentó Zaplana para sustituirle en la administración de sus bienes junto a otra persona. "Cuando llega Belhot se hace cargo de todo. Lo que hace con el dinero yo estoy en babia. No me entero de nada", indicó. Así, aseguró que él no tomó ninguna decisión sobre los movimientos de los fondos de Luxemburgo.
Interpelado por sociedades de Urugay, destacó las conoció por Zaplana y que Belhot le daba poderes para esas sociedades en España. "Los poderes me los da Zaplana la primera vez. Me dijo 'toma esto que me lo ha dado Fernando para tí'. Lo acepto y ya está. No hice uso de los papeles ni de los poderes jamás", afirmó.
También se refirió a la cuenta de Andorra, que era suya. A ella fueron a parar 5 millones de euros. "Ese dinero me lo entregó Francisco Grau (asesor del exministro) porque era de Zaplana y yo lo tenía que llevar a Andorra para dárselo a una persona intermediaria que se encargaba de los negocios allí. Me lo dio en una bolsa", aseguró.
Esas cantidades, según comentó, eran distintas a las suyas personales y le dijo a Francisco Grau que abriera otra cuenta, pero no lo hizo. En un momento dado tuvo un problema. "Ese dinero pasó sin mi permiso a una cuenta que tenía en la banca BPA con 90.000 euros y la contaminó, de modo que quedó inmovilizada porque no se pudieron justificar esos ingresos. Grau vino conmigo a Andorra para ayudarme, pero no lo logró. A partir de ahí vino todo el lío", incidió, y fue cuando Zaplana le recomendó a Saturnino Suances (otro de los acusados) para "ocuparse del problema".
Barceló reconoció que firmó "muchos papeles" que no llegó a leer y que aparecía en distintas sociedades porque así se lo pidieron. Sobre si el dinero de ellas era de Zaplana, respondió que le dijeron que era "de Zaplana y de la familia, que no tributaba pero que era todo normal". "A mí me tenían para firmar todos los documentos que me ponían delante", manifestó. Era Francisco Grau quien le trasladaba los papeles y le pedía que los firmara. "Siempre he confiado en él y he firmado siempre lo que me ha puesto por delante. No he leído jamás nada", dijo.
El fiscal le mencionó varias sociedades y fue comentando aquellas de las que tenía conocimiento de que canalizaban fondos de Zaplana. Algunas fueron aquellas que sirvieron para regresar a España los fondos, como Medlevante, Costera del Glorio y Gesdesarrollos. Barceló aseguró que "todas las inversiones" realizadas a través de ellas "fueron para Zaplana". Por ejemplo, un barco, dos áticos y un terreno en La Finca.
Sobre los áticos en Altea, comentó que los quería Zaplana y se retrasó la firma. "Los vendedores nos dijeron de ir a firmar porque había muchos gastos de mantenimiento. Se pagó y cuando se fue a escriturar estaban embargados y creo que se perdieron", explicó. Luego se refirió al barco comprado por varias personas, entre ellas él y Zaplana.
Por último, detalló todo lo relacionado con la operación llevada a cabo en la lujosa urbanización La Finca, de Pozuelo de Alarcón (Madrid), a través de Costera del Glorio. Una sociedad instrumental –los investigadores creen que participada al 50% de manera velada por Zaplana– y que sirvió supuestamente a la trama para la adquisición de bienes mediante dinero de origen ilícito. Administrada por Joaquín Barceló, recibía fondos de Medlevante. Esta última estaba nutrida, a su vez, con dinero de Imison Internacional, la empresa matriz de Luxemburgo.
Costera del Glorio adquirió un inmueble en La Finca de Urbanizadora Somosaguas, propiedad del empresario fallecido Luis García Cereceda. Lo hizo mediante un contrato privado por 2,1 millones. Entre 2005 y 2007 –cuando Zaplana era portavoz del PP en el Congreso– abonó más de 800.000 euros a Urbanizadora Somosaguas con fondos que, acreditaron los investigadores, provenían de tres fuentes (una cuenta personal de Joaquín Barceló, otra de la mercantil Medlevante y una línea de crédito suscrita por Costera). Escasos meses después, Urbanizadora Somosaguas volvió a adquirir los derechos de la propiedad vendida a la empresa de Barceló pero por un importe notablemente superior: 4,31 millones, lo que supuso una plusvalía superior a tres millones.
Barceló reconoció la operación con el importante beneficio, aunque quiso hacer hincapié en que fue "todo lícito". "Inicialmente lo iba a comprar Zaplana para él y su familia, pero desistió. Me dijo que era una buena oportunidad y que la comprara yo por Costera del Glorio. Lo vi un negocio claro y transparente. No sé por qué no la compró él. Firmé esa operación como amigo, le hice un favor. Él negoció el precio con Cereceda. Yo no gané nada porque no era mía. Nunca tuve intención de vivir ahí", relató.
Con la plusvalía confirmó que se compró el piso de la calle Núñez de Balboa de Madrid (donde vivió el exministro una temporada) y se reformó. "La adquisición la decidió Zaplana y me pidió que interviniese porque era su amigo y prefería que estuviera a mi nombre por confianza conmigo", apuntó. Se pagaron 100.000 euros en metálico en la operación y cree que los dio Zaplana.
El acusado manifestó que también destinó 20.000 euros de lo ganado con la venta de La Finca a un reloj para Zaplana. Hizo un cheque por el importe, porque se lo pidieron, y le dijeron que era para ese reloj. Éste acabó en manos de Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid: "El reloj se lo cogieron a González en la operación Lezo y yo dije que se lo había regalado a Zaplana, no a él", admitió.
Del mismo modo, mencionó la operación fallida en La Vila Joiosa, donde querían comprar unos terrenos. "No salió porque nos detuvieron", aseveró.
Barceló finalizó su declaración con una reflexión global introducida por el fiscal: "No me siento defraudado con Zaplana, aunque sí utilizado. Me ha utilizado para todo esto y se lo he hecho y punto. Siempre lo he hecho pensando que las cosas eran lícitas, era mi amigo, me lo pedía y se lo hacía. Era muy atrevido, pero sí".