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Barry C. Barrish: "Los políticos son un obstáculo para la ciencia"

11/06/2023 - 

VALÈNCIA. Podría decirse que el físico Barry C. Barrish (Omaha, Estados Unidos, 1936), uno de los padres del experimento LIGO que detectó por primera vez las ondas gravitacionales predichas por Albert Einstein, es merecedor, además del Premio Nobel y el Premio Princesa de Asturias, de un Oscar honorífico de la Academia. Porque una parte sustancial de su impulso investigador proviene de la capacidad de imaginar que germinó en su juventud, vivida cerca de los estudios de cine más famosos del mundo. Hoy, en el marco de la reunión de los jurados de los Premios Jaume I, sigue reivindicando la curiosidad y la creatividad como herramientas fundamentales, y con ese mismo espíritu propone lo que define como el experimento final de la ciencia: escuchar el Big Bang.

-Has contado alguna vez que, cuando eras adolescente, querías ser escritor.

- Novelista. Crecí muy cerca de Hollywood, California, que es un entorno de story telling, de contadores de historias. Era natural pensar en convertirse en un escritor de novelas o de guiones de cine. Esos eran mis fundamentos.

-La imaginación es importante para ser un buen científico.

- Algunos científicos quizás usan un poco menos la imaginación [hace un gesto con las dos manos paralelas y en vertical moviéndolas hacia adelante como queriendo decir que son más rígidos de mente]. Para la ciencia que hago yo, la gente a menudo usa la expresión ‘investigación dirigida’ (driven research) que a mí no me gusta mucho. Yo prefiero llamarla creatividad. Me encanta la creatividad. Significa que tu imaginación está presente en una gran parte de lo que haces y la dejas que te ayude a tomar decisiones, a impulsar nuevas ideas que vienen de ella. Hay un gran componente de imaginación cuando estás haciendo ciencia absolutamente básica como la que hago yo. Está dirigida por la creatividad y por la imaginación.

- Probablemente sin imaginación no habrías tenido coraje suficiente para emprender algo tan ambicioso como el experimento LIGO.

- Es cierto. La imaginación supone no temer al fracaso. Si vas a hacer cosas difíciles debes tener la personalidad suficiente para asumir el fracaso. Estás intentando cosas duras y en ocasiones funcionan, otras no, algunas veces son interesantes, otras no, me gusta eso. Para mucha gente algún tipo de fracaso es un problema, para mí es un desafío. Tardamos 20 años en ser lo suficientemente buenos para detectar las ondas gravitacionales. Y en ese camino hubo muchos, muchos, muchos fracasos. Para mí eran todo retos: aparecen problemas y los resolvemos.

-De hecho, cuando descubristeis las ondas gravitacionales tardaste un mes en anunciarlo… por si acaso.

- No todos mis colegas, pero yo sí. Muchos pronunciaron la palabra ‘eureka!’, tuvieron ese instante ‘eureka!’ Yo tuve el instante ‘miedo!’ Por si habíamos cometido algún error, no por razones reales. Tenía miedo porque habíamos hecho durante aproximadamente un año mejoras de nuestro dispositivo técnico, lo pusimos en marcha y de inmediato lo vimos. Nos llevó un mes de revisar todo lo relacionado con el equipo para asegurarnos de que no había generado por sí mismo algo que pudiéramos interpretar como ondas gravitacionales. El segundo problema fue que mi primer colega, que vio nuestros datos y las ondas gravitacionales, era un estudiante de postgrado de Alemania. Eso significaba que los datos podían haber dado vueltas alrededor del mundo. El miedo inmediato fue un hacker podía entrado en nuestros datos y puesto un fake, algo falso.

-Suena horrible.

- Fuimos capaces de tomar el dato y seguirlo hasta su origen en el equipo, aquello fue un trabajo especial.

-Usa de nuevo la imaginación. Cómo podría transformar el mundo tu descubrimiento las próximas décadas.

- En lo que se refiere a una afección directa en el mundo será a largo plazo, porque esas ondas gravitacionales son en sí mismas muy débiles. Cuando era estudiante en Berkeley se descubrió otro fenómeno predicho en 1919 por Albert Einstein llamado emisión estimulada. Hicieron experimentos que la mostraban, pero nadie conocía ninguna aplicación. El investigador que lo consiguió obtuvo el Premio Nobel y sólo diez años después de ello, se descubrió que la emisión estimulada tenía un uso práctico. Hoy es el láser, una enorme industria.

-Una de las grandes aplicaciones de LIGO, me decía el físico del MIT Pablo Jarillo-Herrero, podría producirse en sensórica. Podría impulsar una gran revolución a lomos de la segunda revolución cuántica. Un planeta monitorizado en tiempo real sin la barrera del tiempo y el espacio.

- Tal vez, en ocasiones es divertido hacer esa mezcla entre la imaginación y la realidad. El hecho es que podemos medir cosas de una forma muy precisa. Existe la oportunidad de disponer de sensores mucho más seguros y dispositivos que podrían mapear el espacio de la Tierra. En el nivel actual es una idea, pero muchas ideas se basan en la comprensión de la curvatura del tiempo y el espacio unida a los avances técnicos que nos permiten medir cosas de una forma increíblemente precisa. Algo que no debería olvidarse es que tenemos los sistemas de medición más precisos del mundo, con un nivel de 1/1000 el tamaño de un protón y cuando hacemos la medición ahora puede estar en el orden de 1/10.000.

-Qué industrias son las más activas para conocer las posibilidades que se abren.

- La primera aplicación es la mesa de trabajo más estable del mundo. La tecnología que usamos lo consigue y ese es un problema práctico básico para producir microelectrónica de máxima precisión. La limitación actual es la estabilidad para hacerlo de forma segura. Cuando creamos la tecnología que nos debía descubrir las ondas gravitacionales, trabajamos con una compañía de Boston que desarrollaba mesas de trabajo estables para la microelectrónica. Ellos querían tener la habilidad de tomar la tecnología que estábamos creando y usarla. No está aún aplicada porque es muy cara, no porque no sea buena.

-Hablemos de colaboración. LIGO es el resultado del trabajo conjunto de grupos científicos de todo el planeta. Estamos en un mundo cada vez más fragmentado, pero la ciencia necesita la colaboración para avanzar.

- Es un asunto muy importante. El tipo de ciencia que hago no tiene fronteras. Los países tienen fronteras. Y los políticos. Quizás podrían aprender de nosotros. Cuando era joven, en los tiempos de la Unión Soviética, estaba prácticamente cerrada, pero no para los científicos, estábamos en comunicación. Fui dos veces durante la época comunista. La física gravitacional, la de LIGO, la de todo, es la misma en China, en Japón o en EEUU.

-Crees que los políticos están construyendo fronteras. En concreto, ¿la situación actual puede afectar a vuestra relación con China?

- Los políticos son un obstáculo, porque la ciencia que hacemos ciertamente puede no ser importante para la política. Sus beneficios son a largo plazo y no a corto. No tenemos colaboración china en LIGO, fundamentalmente porque no es un campo que ellos hayan estudiado. Pero tengo muchas colaboraciones cercanas con China y he estado allí muchas veces. Para los americanos en determinados niveles es casi imposible tener comunicaciones con nuestros colegas chinos por culpa de los políticos. No dependo de fondos del Gobierno norteamericano, de modo que puedo seguir haciéndolo sin problemas, pero para muchos científicos ahora no es posible.

-Recuerdo aquella carta del expresidente del MIT advirtiendo contra los efectos de las limitaciones de entrada a EEUU a investigadores chinos impuestas por la Administración Trump.

Sí, sí.

- Encontraste algo fascinante y la sociedad debería compartir ese entusiasmo.

- Cuando hicimos el descubrimiento en LIGO se difundió alrededor del mundo y realmente destapó la imaginación de gente curiosa, incluso si no entendían las matemáticas. La idea quizás romántica de un tiempo y un espacio curvo es emocionante para la gente joven. Lo que tenemos que hacer en nuestra sociedad es mantener la misma curiosidad, la misma imaginación. Tenemos una expresión en EEUU: la curiosidad mató al gato. Para mí es un problema pensar así, porque la curiosidad es un concepto maravilloso. Los niños son increíblemente curiosos, pero los padres y los profesores les instan a hacer cosas y no a seguir su curiosidad. Debería ser fortalecida en lugar de atrapada.

-El siguiente paso.

El siguiente paso es una pregunta abierta. Sabemos cuál es ese reto en el caso de las ondas gravitacionales: la única herramienta que tenemos para entender por qué estamos aquí es saber qué sucedió en lo que llamamos el Big Bang. No lo sabemos. Hemos probado que todo se propagó después de aquello, pero hay una cuestión fundamental: si voy al CERN y hago colisionar a partículas entre sí, obtengo tantas partículas como antipartículas. Es una ley física, creemos. Pero en el origen del universo, si eso hubiera sucedido, no estaríamos aquí, porque de alguna manera había un exceso de partículas comparadas con antipartículas y estamos en un mundo entero en el que sólo vemos partículas, materia, no antimateria, salvo en películas de ciencia ficción.

-No tenemos aún forma de captar una señal que nos diga qué sucedió.

El problema es que la vía para observar el universo sobre todo es la astronomía y sus instrumentos y una de las fuentes que usan es la radiación electromagnética. Pero el universo en su origen era muy denso y opaco, las partículas no podían salir. El universo debía tener 380.000 años para que fuera posible ver los fotones, antes de eso era demasiado denso. De modo que básicamente puedes mirar hacia atrás hasta esos 380.000 años después del Big Bang. Ahora mismo lo único que tenemos son las imágenes de lo que sucedió entonces y tenemos que intentar saber lo que pasó antes de ese momento. En principio, las ondas gravitacionales son la forma de hacerlo, porque no fueron absorbidas. De modo que si podemos detectar esas ondas gravitacionales generadas en el auténtico instante inicial del Big Bang entenderemos qué es lo que sucedió en ese momento.

-Quizás nos pueda ayudar la inteligencia artificial.

No lo sé. Pero quizás debería ser el final. Es un problema muy difícil y el obstáculo es de tipo técnico, pero podríamos medir las ondas gravitacionales porque es más fácil. Tenemos que estudiar esas frecuencias de ‘audio’. Las que corresponden con el origen del universo son muy grandes, demasiado para hacerlo en la Tierra. Desde el espacio lo podrás hacer mucho mejor y detectar esas enormes frecuencias, pero quizás sea dentro de 100 años. Es lo que la ciencia puede hacer, ayudarnos a entender por qué estamos aquí… físicamente. Qué hizo que la materia dominara a la antimateria en el momento original del universo.

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