VALÈNCIA. Podría decirse que el físico Barry C. Barrish (Omaha, Estados Unidos, 1936), uno de los padres del experimento LIGO que detectó por primera vez las ondas gravitacionales predichas por Albert Einstein, es merecedor, además del Premio Nobel y el Premio Princesa de Asturias, de un Oscar honorífico de la Academia. Porque una parte sustancial de su impulso investigador proviene de la capacidad de imaginar que germinó en su juventud, vivida cerca de los estudios de cine más famosos del mundo. Hoy, en el marco de la reunión de los jurados de los Premios Jaume I, sigue reivindicando la curiosidad y la creatividad como herramientas fundamentales, y con ese mismo espíritu propone lo que define como el experimento final de la ciencia: escuchar el Big Bang.
-Has contado alguna vez que, cuando eras adolescente, querías ser escritor.
- Novelista. Crecí muy cerca de Hollywood, California, que es un entorno de story telling, de contadores de historias. Era natural pensar en convertirse en un escritor de novelas o de guiones de cine. Esos eran mis fundamentos.
-La imaginación es importante para ser un buen científico.
- Algunos científicos quizás usan un poco menos la imaginación [hace un gesto con las dos manos paralelas y en vertical moviéndolas hacia adelante como queriendo decir que son más rígidos de mente]. Para la ciencia que hago yo, la gente a menudo usa la expresión ‘investigación dirigida’ (driven research) que a mí no me gusta mucho. Yo prefiero llamarla creatividad. Me encanta la creatividad. Significa que tu imaginación está presente en una gran parte de lo que haces y la dejas que te ayude a tomar decisiones, a impulsar nuevas ideas que vienen de ella. Hay un gran componente de imaginación cuando estás haciendo ciencia absolutamente básica como la que hago yo. Está dirigida por la creatividad y por la imaginación.
- Probablemente sin imaginación no habrías tenido coraje suficiente para emprender algo tan ambicioso como el experimento LIGO.
- Es cierto. La imaginación supone no temer al fracaso. Si vas a hacer cosas difíciles debes tener la personalidad suficiente para asumir el fracaso. Estás intentando cosas duras y en ocasiones funcionan, otras no, algunas veces son interesantes, otras no, me gusta eso. Para mucha gente algún tipo de fracaso es un problema, para mí es un desafío. Tardamos 20 años en ser lo suficientemente buenos para detectar las ondas gravitacionales. Y en ese camino hubo muchos, muchos, muchos fracasos. Para mí eran todo retos: aparecen problemas y los resolvemos.
-De hecho, cuando descubristeis las ondas gravitacionales tardaste un mes en anunciarlo… por si acaso.
- No todos mis colegas, pero yo sí. Muchos pronunciaron la palabra ‘eureka!’, tuvieron ese instante ‘eureka!’ Yo tuve el instante ‘miedo!’ Por si habíamos cometido algún error, no por razones reales. Tenía miedo porque habíamos hecho durante aproximadamente un año mejoras de nuestro dispositivo técnico, lo pusimos en marcha y de inmediato lo vimos. Nos llevó un mes de revisar todo lo relacionado con el equipo para asegurarnos de que no había generado por sí mismo algo que pudiéramos interpretar como ondas gravitacionales. El segundo problema fue que mi primer colega, que vio nuestros datos y las ondas gravitacionales, era un estudiante de postgrado de Alemania. Eso significaba que los datos podían haber dado vueltas alrededor del mundo. El miedo inmediato fue un hacker podía entrado en nuestros datos y puesto un fake, algo falso.
-Suena horrible.
- Fuimos capaces de tomar el dato y seguirlo hasta su origen en el equipo, aquello fue un trabajo especial.
-Usa de nuevo la imaginación. Cómo podría transformar el mundo tu descubrimiento las próximas décadas.
- En lo que se refiere a una afección directa en el mundo será a largo plazo, porque esas ondas gravitacionales son en sí mismas muy débiles. Cuando era estudiante en Berkeley se descubrió otro fenómeno predicho en 1919 por Albert Einstein llamado emisión estimulada. Hicieron experimentos que la mostraban, pero nadie conocía ninguna aplicación. El investigador que lo consiguió obtuvo el Premio Nobel y sólo diez años después de ello, se descubrió que la emisión estimulada tenía un uso práctico. Hoy es el láser, una enorme industria.