VALÈNCIA. La diputada vasca del PP en el Congreso de los Diputados Bea Fanjul (Bilbao, 1991) está de campaña. Es la única candidata a presidir a nivel estatal Nuevas Generaciones, la organización juvenil del Partido Popular. Este fin de semana se dejó caer por València antes de ser ratificada como presidenta en enero. Su intención: convertir la organización en activismo para hacer frente a los problemas transversales de la juventud. "Los jóvenes no son capaces de mirar más allá del pasado mañana. Por eso quiero concienciarnos y tener ese inconformismo para pelear con el mismo ímpetu que gente más mayor", expresa Fanjul.
Subraya que no hubo debate en el PP ante la moción de censura de Vox: este movimiento "iba contra el Partido Popular". A juicio de la popular, al Gobierno le interesa decir que el los de Casado y los de Abascal van de la mano con el propósito de alejar al PP de su posición real, sostiene, el centro-derecha. De Ciudadanos opina que su acercamiento al Gobierno es porque "ha decidido que su estrategia vaya hacia el centro izquierda", a rascar votos del PSOE o incluso de Podemos.
Tampoco cree que haya debate en torno al cupo vasco: el concierto económico está en el estatuto y en la Constitución. "El concierto económico no nos hace superiores", asegura, sino "diferentes". Porque "todos los españoles somos diferentes". Por ello, dice no tener ningún inconveniente para que en cada comunidad autónoma se articulase un sistema de financiación similar al del País Vasco. ¿Ve cerca la reforma del sistema de financiación? "En el Congreso se pueden hacer reales cosas inimaginables".
Sobre estas y otras muchas cuestiones, la futura presidenta de Nuevas Generaciones y parlamentaria del PP atiende a Valencia Plaza en la playa del Cabanyal.
- Es la única candidata a presidir Nuevas Generaciones. ¿Hacia dónde quiere dirigirlas durante su presidencia?
- Lo que no voy a hacer es inventar la pólvora. Nuevas Generaciones es una organización que lleva muchísima trayectoria y hemos tenido perfiles muy buenos. Yo quiero que no sea sólo una organización político-juvenil, sino que sea un activismo y que quepan todos los jóvenes al margen de las ideologías para darles voz.
- Pero dentro de un espectro ideológico, ¿no?
- Cuando digo al margen de las ideologías me refiero a que todos los jóvenes tenemos los mismos problemas. La diferencia es la forma de encararlos. La izquierda quiere un Estado paternalista, que esté el papá Estado detrás. Y luego estamos nosotros que, simplemente, queremos una oportunidad.
- Parece que los jóvenes mantienen muchas veces posturas más agresivas que sus partidos. ¿Esta es la línea que se pretende seguir?
- Hay que analizar las circunstancias del momento en que vivimos. La izquierda siempre colectiviza y nosotros miramos por las personas. Creo en la libertad de que cada uno decida qué tipo de vida quiere llevar. Llevo por bandera que los jóvenes son inconformistas por naturaleza. Y además están en el derecho y en el deber de serlo. Hay que ser ambiciosos: yo quiero dirigir mi vida. Llevándolo al ámbito político y al debate sobre la 'Ley Celaà', no son sólo los padres los que deben tener la libertad de elegir la educación para sus hijos, sino que nuestra generación tendrá algo que decir. Quizá tienes hermanos pequeños que no van a poder tener esa libertad que yo tuve.
Con este cambio de dirección, trato de reflejar que Nuevas Generaciones tiene que ser consciente de que somos dueños de nuestras vidas. A veces los jóvenes no son conscientes de los problemas hasta que no ven las consecuencias reales. Ahora la gente mayor se manifiesta peleando por sus pensiones, pero ¿qué va a ser de las pensiones de mi generación? ¿están garantizadas? Los jóvenes no son capaces de mirar más allá del pasado mañana. Por eso quiero concienciarnos y tener ese inconformismo para pelear con el mismo ímpetu que gente más mayor.
- Hablando también de la Ley de la eutanasia. ¿Cómo casa esa libertad individual que abandera con la libre decisión de morir en determinadas situaciones?
- Nuevas Generaciones defiende la vida. Mi opinión personal es que mientras no se pongan todos los medios para mejorar los cuidados paliativos, no voy dar pasaporte a la muerte. Es extrapolable al tema del aborto. En España tenemos un problema con la adopción: te tiras dos o tres años. Por tanto no puedes abrir una veda sin tener un sistema de adopción eficaz y eficiente. Podemos mirar al norte de Europa también en la eutanasia, donde se empezó con casos totalmente excepcionales, se abrió el melón y llegó un momento en que no sabían ni cómo articularlo. Lo que era algo excepcional se ha convertido en algo normal, y eso me da mucho miedo.
- ¿Cómo vivió el debate interno sobre el voto a la moción de censura que Vox había planteado contra el Gobierno?
- No hubo tanto debate interno porque lo teníamos bastante claro: esa moción de censura iba contra el Partido Popular. Pablo Casado lo expuso muy bien. Sinceramente no creo que hubiese debate.
- ¿Considera que fue un antes y un después para quitarse esa mochila que a veces se le ponía al PP de estar próximo a Vox? Después de aquello, ¿han notado algún cambio en esa percepción?
- Creo que una cosa es la política que nosotros hacemos, otra es la percepción, y otra diferente los medios. Muchas veces los medios van conducidos por un discurso que le interesa al Gobierno. Al Gobierno le interesa decir que el Partido Popular y Vox van de la mano para intentar alejarnos del espectro en el que estamos, que es el centro-derecha. Pero nosotros no actuamos en función de lo que nos digan los demás. Pablo tiene una hoja de ruta marcada. Compartimos gobiernos en varios lugares: con Ciudadanos en algunos sitios y Vox apoyando en otros. No necesitamos ni alejarnos de unos ni distanciarnos de otros.
- ¿Cómo ven ese acercamiento de Ciudadanos al PSOE a nivel estatal, pero también autonómico como en la Comunitat Valenciana o local, como en València ciudad?
- Ciudadanos ha decidido que su estrategia vaya hacia el centro izquierda. Es una opinión personal: se han lanzado hacia ese espacio político intentando rascar votos de un PSOE descontento o incluso de Podemos porque el espacio del centro-derecha ya está suficientemente ocupado.
- ¿Les preocupa que ese movimiento les deje en la derecha solo con Vox?
- ¿Cómo me va a preocupar lo que voten los demás? Lo que me tiene que preocupar es lo que quiero hacer y el tipo de política que quiero llevar a cabo, y que salgan adelante ciertas cosas. Yo no soy corresponsable de lo que voten los demás partidos. Si se suman para que salgan iniciativas impulsadas por el Partido Popular... Pero si un partido vota o no con nosotros ciertas cosas, eso no nos convierte ni en parecidos ni en distintos.
- Financiación autonómica. En la Comunitat Valenciana, en ocasiones, se critica el cupo vasco por falta de transparencia y su difícil encaje con la igualdad entre todos los españoles en cuanto a financiación. ¿Cómo ve el debate?
- No hay debate. El concierto económico está en el estatuto de Gernika y está en la Constitución. El Partido Popular lo ha defendido porque es un partido de centro-derecha democrático y constitucionalista. Otra cosa es que se utilice como arma arrojadiza desde otros partidos que no tienen representación en el País Vasco o que son regionalistas en otras comunidades autónomas por puro interés electoral. España es plural y es diversa, pero está vertebrada.
- ¿Pero cómo encaja con la igualdad entre españoles que defiende el Partido Popular?
- El concierto económico no nos hace superiores. Diferentes. Todos los españoles somos diferentes: Galicia, Madrid, Andalucía...
- Por tanto, ¿cree que ese modelo debería aplicarse en cada autonomía?
- Yo no tendría ningún inconveniente con que cada comunidad autónoma tuviese la oportunidad de tener un sistema como el nuestro.
- ¿Debería ir por ahí el cambio en el sistema de financiación?
- No es algo sobre lo que haya hecho una reflexión profunda. Es algo que se debe hablar entre todas las comunidades autónomas y partidos políticos. Habría que ver si esa apuesta podría salir adelante. Cataluña pudo hacerlo en su momento y no lo hizo.
- Usted que está en el Congreso de los Diputados, ¿respira que se vaya a hacer realidad ese cambio del sistema de financiación que piden varios territorios?
- En el Congreso se pueden hacer reales cosas inimaginables. Incluso que Otegui sea ministro, que haya una amnistía de los presos etarras y que el PNV pase al gallinero y que Bildu baje a su bancada.
- ¿Cómo viven en el Congreso esa relación entre PNV y Bildu?
- No fue casualidad que se filtrara el famoso vídeo de Irene Montero diciendo aquello de 'super drástico, tía' en una entrevista de la televisión pública vasca el día después de que Bildu pactara con el Gobierno la derogación de la reforma laboral. Esas casualidades son muchas casualidades.
- Hablando del PNV, ¿ven allí ese movimiento similar de Compromís de acordar cosas con el Gobierno para la Comunitat mientras mantienen algunas líneas críticas con el Ejecutivo?
- Tonterías. Todo está todo más que pactado. Aquí tenéis un tripartito que son los tres lo mismo: una política de pancarta, nacionalista. Es el mismo juego que hay en el Gobierno de España. Todo está perfectamente pactado, es un tira y afloja constante en función de los intereses de unos y de otros.
- ¿Mete aquí también a ERC?
- Ahí puedes meter a todos. Son todos lo mismo. Son partidos allegados: podrían pasar todos las Navidades juntos porque son lo mismo.
- Centrémonos en la gestión de la pandemia. ¿Ha habido baile en las decisiones?
- Es la marca de este Gobierno. Lo primero que hizo fue meter a Pablo Iglesias en el CNI y más tarde, metió la amnistía de los políticos presos. La pandemia se les fue de madre, y se vieron mascarillas defectuosas, cómo era la gestión de los tests, etcétera. Después de eso, Pedro Sánchez, que es muy listo, se fue de vacaciones. Estuvo en el País Vasco diciendo que habíamos vencido al virus. Pero luego el virus volvió. Y no es que volviera, es que nunca se había ido. Entonces dijo que decidieran las comunidades autónomas para, más tarde, que viniera el papá Estado a salvarnos.
Lo que no se puede hacer es salir el lunes con una cosa y el martes con otra. Ya no estamos hablando sólo de vidas, sino de la comida que se tienen que llevar a la boca muchas familias. No puedes cerrar de repente la hostelería cuando tienen encargada toda la comida para la semana siguiente. Yo he visto casos en los que se ha cerrado de viernes a sábado la hostelería, y había lugares que tenían una boda ese día. ¿Y qué haces con todo eso? Parece un país de pandereta. Y lo hacen sin importarles las consecuencias de sus decisiones. Encima, se suben el sueldo, otros usan a sus escoltas para comprar pañales a los niños, viven en una realidad alejada.
- ¿En términos de competencias, cómo cree que se debería haber gestionado la pandemia entre el Estado y las comunidades autónomas?
- Se debería haber establecido un criterio único, pero no unidirecciónal sino bidireccional. Ningún Gobierno y ningún país estaba preparado para una pandemia mundial, y se trata de que todas las fuerzas políticas sumen esfuerzos y tenderse la mano porque esto no va de ideologías y territorios, va de vidas. Es para lo que se nos paga. Pero no se ha estado a la altura.
- Para Navidad, por ejemplo, la última decisión se ha dejado en manos de las comunidades autónomas.
- Hay 17 criterios distintos. ¿El madrileño que tiene la familia en el País Vasco qué va a hacer? No creo que deba haber 17 criterios distintos, sino unos criterios mínimos dialogados entre las comunidades y los partidos con el único objetivo de salvar vidas y ser coherentes con las circunstancias que vivimos.
- Pero la situación en cada comunidad es diferente. ¿Si Madrid está mucho mejor que otras, por qué...?
-¿Crees que es tan complicado sentar al Gobierno de España sentar a 17 presidentes autonómicos y los principales líderes políticos para fijar un criterio? Por ejemplo, el Gobierno vasco ha dicho hace pocos que se van a mantener las medidas pero que el 22 de diciembre pueden cambiar. No podemos estar como si estuviéramos jugando a la Lotería. Estamos hablando de Navidad, unas fiestas especiales que a todo el mundo le gusta pasar con la familia. Qué menos que haya unos mínimos.
- ¿Cree que ha existido esa actitud de unir esfuerzos de la que hablaba entre la comunidad de Madrid y el Gobierno?
- Lo que hemos visto en Madrid ha sido un acoso del Gobierno de España a la comunidad. Madrid fue de las primeras comunidades que tomaron medidas antes que el Gobierno de España. Y criticaban a Ayuso cuando cerró las guarderías, la llamaban paranoica. También hemos visto a presidentes autonómicos metiéndose con la salud mental de la presidenta. Lo que hemos visto es el resultado: Madrid no ha tenido que cerrar los bares, los datos están bajando pese a que fue confinada por criterios políticos y no sanitarios. Se le ha criticado hasta que construya un hospital. ¡En medio de una pandemia mundial! ¿Pero estamos todos locos?
- Teniendo en cuenta que el País Vasco es también un territorio con otra lengua oficial además del español, ¿cómo ve que las lenguas autóctonas se exijan para entrar a trabajar en la administración?
- Estoy en contra de cualquier imposición. Cuando le impones a alguien algo le causas rechazo. Entiendo que la lengua tenga un plus, porque tienes más conocimientos y estás en tu tierra. No deja de ser un mérito más. Pero no puede ser que en el País Vasco tengamos a grandes médicos que por no saber euskera se tengan que ir. No puede ser que el euskera valga más que un doctorado. Si voy al hospital lo que quiero es que me opere el mejor médico, me da igual si habla en euskera o si no me habla. La lengua no puede convertirse nunca en una barrera. Al final provocas una fuga de cerebro y una falta de oportunidades.