Me adentro por el estrecho y largo Carrer Sotavent iluminado por el resolí que bufa en la tarde dominical de un invierno alterado y tonificado por las altas temperaturas, vísperas de la Pascua de Navidad. Las agujas de mi cudolet señalan las 17:39. Huele a sal. Llego al número 15 donde se ubica el local social de la Asociación (antes Cofradía) de Pescadores de Angulas de El Perellonet. El edificio es pura fachada, una mole de cemento. En la parte superior del inmueble luce un precioso mosaico amarillo, compuesto por azulejos rotulados con la leyenda de Cofradía de pescadores de Angulas del Perellonet año 1959, rótulo que el MUVIM debería repescar en el futuro para ampliar su catálogo.
A las 17:30 estoy citado por Luis Zorilla, se ríe al verme, no he llegado a tiempo. Luis es mi contacto para aparcar estos días los artículos sobre política o ciudad y adentrarme en la escritura del relato marinero. Luis no es un tipo invisible, no por su percha que la tiene, sino porque le pega a todo en esta pequeña Galia de irreductibles pescadores valencianos. El Perellonet tiene su encanto, huele a mar, huele a Peix como el de Miquel. Las casitas de construcción semicircular del grupo Marqués de Valterra, levantadas en los años cincuenta en el casco urbano del pueblo, son el sello personal e identitario de esta pedanía marinera de postal turística. El Perellonet es un pueblo de fuertes tradiciones, lo confía todo a su patrona, sienten devoción por la Virgen del Carmen. Una de ellas, de la que vamos a relatar, la de la pesca o captura de nuestra querida y costosa angula. Exquisita de sabor. La angula es el alevín o cría de la anguila, muy valenciana también e ingrediente principal del All i Pebre, plato típico de las poblaciones que forman el magnifico puzzle de los poblados del Sur.
A lo nuestro. Al llegar a la puerta, Luis Zorrilla me regaña por la impuntualidad. Reconozco ser sureño en esto, nada alemán y menos inglés. En la pedanía costera apenas viven 1.400 vecinos según el último padrón del Ayuntamiento de València. La hostelería, la agricultura o la pesca son el motor de la economía del pueblo. Me he perdido el sorteo de los puestos señalados para la pesca individual o salabre de los miembros que no secundan el turno. El día anterior se había celebrado el sorteo de la lotería de Navidad. En la pedanía no ha tocado nada. Aquí el verdadero gordo es que el monot se llene de kilos de esas pequeñas, finas y elegantes “serpientes“ de mar transparentes en cada jornada de pesca. La llegada de la angula es el Marshall anual para muchas familias residentes en la pedanía. El pasado año la captura fue horrible, tan solo se pescaron 2 kilos, una verdadera ruina. Esta temporada los datos que manejan las subastas semanales alientan una campaña que reportará unos buenos ingresos a esta comunidad de pescadores que carece de druida, pero dirigida por una junta rectora que preside Joaquín Requena.. La Asociación la componen cerca de 40 miembros. Es la más importante de nuestro litoral. Para formar parte de ella es requisito ser hijo-a de pescador o estar empadronado al menos cinco años en la localidad y pasar el tribunal de la Junta Directiva. La Asociación no es un mar cerrado. En El Perellonet se superó hace muchos años el conflicto de la pesca de género, pescan libremente hombres, mujeres y viceversa.
El local de la Asociación es amplio, con profundidad, de techos altos y la humedad está presente en las paredes. Luis Zorrilla se marcha a la Gola de Puchol, le ha tocado el turno en el canal ubicado en el Saler, territorio de pleno dominio de la Galia de pescadores de El Perellonet. A su marcha me quedo con Paco, Voro y su hijo Salvador, éste último es el pescador más joven de la Asociación,tiene 18 años y cursa la carrera de Ingeniería Forestal y del Medio Natural en la Universidad Politécnica. Por el interés que demuestra en las conversaciones estoy seguro de que el proyecto fin de carrera recaerá en un minucioso trabajo sobre la angula.
Me enseñan el inmueble que está separado por un muro de contención dividido en dos secciones con acceso por una puerta interior a ambas dependencias. En la sección izquierda del local se encuentran las balsas donde miman las angulas cuando las rescatan del canal. Las balsas interiores me recuerdan a los baños veraniegos que me pegaba en la piscina del antiguo chalet que mis padres poseían en la calle trece de la urbanización de La Cañada. Aquella piscina estaba levantada con cemento, pintada en su interior de color azul, sin azulejo, no muy profunda y de tamaño rectangular. Cada hora los pescadores vacían sus monots en las piscinas de la Asociación. En el local te topas con colchones como los utilizados en los cuarteles militares o en las vigilias de la adoración nocturna, las imaginarias son los turnos -semántica del vocabulario marinero- extendidas a doce horas o media jornada, como dice el mayorista loco del pescado de una serie de televisión. El horario fijado para la captura es de 18:00 a 6:00 de la mañana.
Salimos de Sotavent 15 dirección la Gola cargados con los utensilios de la pesca. Los monots o jaulas metálicas son denominación de origen de la pedanía costera y deben estar matriculados por la Conselleria para poder salir a faenar. Los agentes forestales o del Seprona ejercen de aguaciles y son los encargados de vigilar que los pescadores cumplan las leyes sobre la pesca impuestas por las administraciones autonómicas. En Cataluña, por poner un ejemplo, está permitida la luz en las capturas, mientras que en la Comunidad Valenciana no es posible. En este asunto, Paco recalca que no sólo se puede legislar desde los despachos, se necesita una mayor colaboración entre administraciones, técnicos y pescadores. Algunos lugareños han visto volar drones en el espacio aéreo de las playas de El Perellonet y Recatí. Esa vigilancia denota un férreo control por el cumplimiento de la ley de la pesca de la angula. Llegamos al final del canal en la desembocadura con el mar. Voro es el responsable de falcar los monots con la ayuda de Paco, pescador profesional que al mirar a la gola se da cuenta de que las compuertas no están abiertas, hay que liberar alguna de ellas para purgar las aguas. Me dicen que hoy no será buen día de pesca, hay luna y el mar está plano. Para poder hacer saltar a las angulas es preciso un cambio de viento y un mar picado.
Paco es un hombre de mar, intuitivo, conoce bien el terreno que pisa. A él y a Voro no les gusta hablar de los datos de las capturas ni de los precios de la subastas. Son artesanos del noble oficio de la pesca. El Ibex marinero es el que fija el precio de la angula en las subastas de los lunes en las que pujan mayoristas o comerciantes. No existe precio fijo en la cultura del mar, es la ley de de la oferta y la demanda, aunque el precio del kilo de la angula es prohibitivo. El verdadero patriotismo de la pesca es dar de comer a sus familias. Me dicen los pescadores que cuando eran pequeños sus madres los alimentaban con bocadillos de angulas que llevaban al colegio ante la sorpresa de los profesores. Les quedan por delante casi doce horas de vigilia, un vía crucis de frío y humedad salvaguardados por mantas y abrigos. Les doy las gracias a los tres por la atención mostrada. Me voy por donde he venido, con la tarde oscurecida, la visita ha sido ejemplar por haber estado rodeado de hombres sabios del mar realizando un precioso ejercicio de mediterraneidad en una tarde navideña.