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Blue Caravan: “València es una ciudad pequeña para la música”

16/06/2019 - 

VALÈNCIA. 18.30h. Pleno barrio de Benimaclet, concretamente el carrer de Benicolet (una de las calles que orbitan alrededor del Glop). Juan y Cristóbal Belda (mellizos y músicos que forman Blue Caravan) tocan una de las canciones de su último disco, La vida mejor. Un vecino, airado, sale a reprochar que son todavía horas de “siesta”. 18.30h., recordemos. Guitarra(s) en mano, nos alejamos del escenario del crimen sin poder ocultar nuestra decepción: este es un reflejo más del valor que algunas personas atribuyen a la música. “Una cosa es tocar a las tres de la mañana, pero ahora…”. 

A pesar de compartir genes, los hermanos Belda son bien distintos. Ojos diferentes (al menos, en cuanto a color), pelo diferente. Misma pasión, eso sí. La que, en un verano de 2015, los llevó a afinar más lo que querían hacer musicalmente. Apenas un año más tarde sacaban su primer EP, ¿Te subes? (2016), un trabajo que sirvió para “probar” y ver “qué podían hacer”. “Después de unos bolos vimos que gustaba. La gente nos pedía que grabáramos las canciones para escucharlas. Y como Cristóbal y yo somos unos obsesionados de la música, quisimos lanzarnos a por todas”, relata Juan, sin destacar que existiera un momento decisivo de tirarse a la piscina. “Quizá ese momento de lanzarse siga siendo ahora mismo”, apostilla Cristóbal. Miradas cómplices. Risas. Quizá.

“El disco ha servido para afianzar muchas de las ideas que teníamos en el EP y lanzar algo más sólido”, cuentan los también compositores sobre su reciente trabajo La vida mejor, que los ha llevado a pasearse por buena parte de la geografía española (y lo que queda). Ayer ponían el broche de oro a su gira en el Loco Club de València, pero anticipaban que el año que viene seguirán dando que hablar (“Esperamos no pasar ni por casa”, desvelaban entre promesas de futuro y prometedores planes).

Foto: KIKE TABERNER.

El disco, que se caracteriza por aunar estilos tan variados como el reggae, la rumba o el funk, no entiende de géneros musicales pero sí de palabras: alegre, optimista, “buena onda”. “Cada uno que haga la música que quiera pero, en nuestro caso, cuando probamos a componer cosas siempre suenan así: para arriba. Tampoco es que seamos las personas más felices del mundo”, advierte Juan. “Ni más infelices: somos normales. Es muy divertido hacerlo así porque después, a la hora de tocarlo, te contagias, pero a lo mejor dentro de un tiempo tenemos una crisis existencial y todo cambia”, puntualiza Cristóbal. “Y sacamos un disco que se llame Mis sombras”. “O La vida peor”. De nuevo risas.

Con un bagaje cultural forjado tras años de conservatorio, y después de abandonar València como único escenario, los dos hermanos se han lanzado este año a la carretera con su CD bajo el brazo y una maleta cargada de inquietudes. No sabemos si lo han hecho en una caravana de color azul, pero lo que sí tenemos claro es que ha sido cantando sin complejos y alimentando con esmero al niño que llevan dentro. Oye, y ni tan mal.

Foto: KIKE TABERNER.

-Habéis gestionado el disco a través de una campaña de crowdfunding. ¿Por qué habéis decidido autoproduciros?
-Cristóbal Belda: Hasta ahora siempre nos hemos autogestionado y pensamos seguir haciéndolo. No porque que no queramos plantearnos más cosas, pero estamos cómodos así.
-Juan Belda: Siempre hemos hablado de cómo está la industria. El hecho de autogestionarse te permite ser tú de verdad: hacer lo que tú quieras. Con una discográfica suele haber ciertas normas.
-CB: Y hoy en día es relativamente fácil sacarlo adelante. 
-JB: También es un reto. No tenemos management ni discográfica. Lo hacemos todo nosotros. Por eso luego estás más satisfecho con los pasitos que das.
-CB: Cualquier pasito es un triunfo.

-¿Y cómo está el sector musical ahora mismo? ¿Atraviesa un buen momento?
-JB: No sé si ha atravesado un buen momento alguna vez… Para la gente que empieza, el sector musical está cerradísimo. Solo les funciona aquel que tiene números en las redes: que ve que tiene un público. De normal es así. Lo bueno es que si usas las redes sociales bien y con cabeza puedes vivir de la autogestión y más o menos ganarte un poco la vida sin tener que pasar por el aro. 
-CB: Con el móvil en tu casa, sin ir más lejos.
-JB: Puedes hacer tu gira: llegar a la gente que quieras si sabes usar correctamente las redes, si te vendes bien, si te curras los vídeos. En ese sentido, se ha abierto un poco más: hay una oferta gigante. Pero también hay un techo que cuesta pasarlo a no ser que tengas quizá un producto brutal, como el del Kanka, que no está en ninguna discográfica. Ahí quizá sí.
-CB: Siempre hay excepciones, pero para pasar ciertos niveles tienes que tener un producto que realmente sea flipante… o que ocurra alguna casualidad.
-JB: Aun así, la autogestión bien hecha puede dar sus frutos. 

-Internet lo ha democratizado todo, pero también ha generado una oferta descomunal. En el propio ámbito musical se ve: hay miles de covers de canciones, nuevos artistas que se lanzan cada poco tiempo al mercado musical... ¿Cómo se puede destacar en este contexto?
JB: Vendiendo bien. Y estudiando bien cómo se hacen los posts. Puede parecer una tontería, pero hay que saber manejar las redes: los tiempos, las franjas horarias, el mensaje, la manera de comunicar, los vídeos…
CB: Y transformando lo que dices en las redes en realidad, por ejemplo. No basta solo con tener redes, sino que a partir de estas tienes que tener conciertos, actuar; en caso del tema de crowdfunding entregar los discos: materializar las cosas que estás haciendo. Hay que combinar el proyecto real con su comunicación en redes sociales.
JB: El contenido visual es muy importante. Tú puedes ser buenísimo, y tu producto increíble; pero si tu contenido visual (fotos y demás) no es tan bueno, posiblemente será muy complicado que llegues a mucha gente. Ahora vivimos más en lo que vemos que en lo que escuchamos. Por eso hay que hacer videoclips y muchas otras cosas.

Foto: KIKE TABERNER.

-Sin embargo, de las redes sociales no se vive (económicamente). Imagino que la rentabilidad procederá de los conciertos…
-JB: Sí, los conciertos.
-CB: Son los que dan el dinero: por eso no hay que pararlos. Cosa que me parece sanísima.
-JB: Porque así no te acomodas.
-CB: Estás realizando tu proyecto, no esperando a que llegue un royalty de “x” miles de euros al mes por vender discos en el Fnac. Estás tocando: a fin de cuentas, eres músico. Tiene que (debería) ser así.

-Habéis estado de gira por toda España, pero empezasteis a tocar en locales de València. ¿Cómo está la ciudad en términos musicales?
-JB: Es un oasis. Está claro que la escena musical, a nivel garitos y bolos… no es Madrid ni Barcelona: València es una ciudad pequeña para la música. En Madrid quizá puedes reventar todos los garitos porque está todo tan lejos y hay tanta gente, que hasta te puede salir bien sin tener que salir de la ciudad. 
-CB: Al menos durante un tiempo.
-JB: Al menos durante un tiempo. Pero aquí, en València… Nosotros nos recorrimos todos los garitos y nos dimos cuenta de que no podíamos seguir así: no tenía mucho sentido. Por ello decidimos dar el paso de tocar menos en nuestra ciudad y salir: reunir a más gente. 
-CB: Nosotros no concebíamos quedarnos en València a tocar. Cargar las pilas sí, pero teníamos que rodar.

-Se ha hablado mucho del resurgir de la escena cultural en València. Sin embargo, a la hora de la verdad, muchos espacios culturales se han visto obligados a bajar la persiana por no ser rentables (la última, la galería especializada en ilustración, Pepita Lumier, que prácticamente coincidía en tiempo con el cierre de la sala de conciertos dELUXE Pop Club). ¿Qué está pasando?
-JB: La gente va a los eventos gratis (que están habiendo muchos), hay un postureo bestial. Pero luego, a la hora de la verdad, cuando toca pagar una entrada, que es lo que ayuda realmente a los músicos (no lo olvidemos), nadie lo hace. La gente prefiere pagar un cubata de 8 pavos que una entrada de 6. No entiende cómo está el panorama y que esto es un trabajo. Si la gente no va al dELUXE, ni los músicos pueden tocar ni los dueños pueden continuar. 

Foto: KIKE TABERNER.

-¿Y hay alguna solución?
-JB: Tenemos parte de culpa los músicos y los artistas (en general): una responsabilidad. Deberíamos plantarnos. Nosotros ya lo hicimos y nos han llamado menos desde entonces: decimos que “no” a cosas. Yo no voy a tocar gratis. Pero tenemos parte de esa responsabilidad porque hay gente que sí lo hace.
-CB: La cuestión es que no nos ponemos de acuerdo. No hay algo parecido a un sindicato de músicos. No hay normas, acuerdos… La gente tiene que darse cuenta de hay que implicarse, nosotros los primeros; por ejemplo, con todo el tema del Estatuto del Artista. 
-JB: Todavía estamos en el mismo régimen que los toreros. Tenemos que facturar una cantidad desorbitada… Una locura. Y cuando abusan de ti como trabajador no tienes ningún sitio a dónde ir a quejarte. Te sientes poco arropado. Si los músicos dijeran: “Esto es lo que cobro, esto lo es mínimo, si no me lo pagas por tanto tiempo (las condiciones que fueran), no lo hago”. Si eso fuera el 100%, ahí espabilarían bares, festivales, público en general. 
-CB: También necesitamos espacios acondicionados para poder tocar. Hay bares que no se insonorizan porque no pueden y otros, directamente, porque no quieren. Aparte del propio dinero que puede destinar un local a prepararse para un show, si fuera necesario podrían meterse las instituciones públicas en esto. Al final es una cosa de la ciudad, y del modelo de ciudad que quieras, con música o sin música.
-JB: Debería ser un trabajo como otro cualquiera. 
-CB: Con nuestros derechos y demás. Cuando un estudio de grabación cierra un domingo, la gente se ríe: se ríe porque descanses siendo un músico. 

-¿Lo de trabajar gratis entonces sigue siendo muy habitual?
-CB: Sí. Muchísimo. O llegan ofertas: “regalos envenados”. Hace unos meses nos llamaron: nos contaron un proyecto, que habían destinado a la publicidad alrededor de 35.000€. Cuando les preguntamos que cuánto nos pagaban, nos dijeron que no tenían presupuesto.

A veces nos preguntan: “¿A qué os dedicáis?”. “Somos músicos”. “Qué envidia, todo el día de fiesta, no hacéis nada…”. Está supermitificado. Y en realidad lo que no hacemos es dormir, pero no porque nos vayamos de fiesta, sino porque la gente te llama a cualquier hora, y tienes que estar disponible. No tienes un representante, una oficina: nada. Estás todo el día pensando en cosas o preocupado: que si va a venir gente al concierto, que si le debes pasta al estudio porque has grabado algo… Y eso está muy mitificado. Hay gente que entiende que no te mereces que encima te paguen por la “buena vida” que llevas. 

Foto: KIKE TABERNER.

-Algunas de vuestras canciones defienden quitarse los complejos y hacer lo que uno quiere. ¿Creéis que la música sigue necesitando que quien la canta se posicione frente a ciertos temas? 
-CB: Yo creo que posicionarse es vivir.
-JB: No solo en la música. Tú, como persona, te tienes que posicionar; si no, van a hacer contigo lo que quieran. Nosotros en la música no tenemos un mensaje protesta (no somos como La Raíz), pero en nuestras canciones sí hay muchas metáforas. Y lo de los complejos, por supuesto. Igual no lo practicamos al 100%, pero lo decimos y aspiramos a ello. Hay una canción que se llama Al resto que le den que habla de eso.
-CB: Todo es político. Hagas lo que hagas es política. 

-Utilizáis el lenguaje inclusivo en el disco, como se aprecia claramente en canciones como Una lenta (“pa’ todos mis colegas […] pa’ todas mis colegas”) y Quédate (“el final feliz será de ellos y de ellas”). ¿Por qué?
-CB: Al final lo dice el propio nombre: intentas incluir a todo el mundo en tu discurso. Y además es un acto político también, no nos engañemos.
-JB: Todo el panorama musical (lo hablamos muchas veces) está todavía muy chapado a la antigua. Cuando hacemos un bolo, también intentamos decir “vosotros” y “vosotras”, aunque sea una tontería. Son pequeños detalles.
-JB: Nos ha parecido correcto y hemos querido hacerlo. 
-CB: De hecho, hay una canción en el disco, Pa ustedes, que la llamamos así precisamente para no llamarla “para vosotros y vosotras”. Es un tema que nos interesa.

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