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Vicent todolí descubre la obra del matemático y artista japonés 

Bombas Gens rescata las obras ocultas de Shigeru Onishi

9/04/2022 - 

VALÈNCIA. Un matemático, un artista que se hizo inclasificable, un aura de genio de culto, un artista poliédrico, al fin y al cabo. Shigeru Ōnishi llega a Bombas Gens, no como un nombre y apellidos con un gran eco, sino como un gran artista al que reivindicar y al que descubrir en Europa. En busca del meta-infinito es una exposición que en realidad ha servido para construir una verdadera arqueología de la vida del japonés y transformarla en una muestra no solo inédita en Europa, sino a la altura de las que le han dedicado en su país. Vicent Todolí, comisario de la muestra, ha acompañado y traído un trabajo de investigación para conocer la vida y la obra de este artista envuelto en misterio.

Ōnishi se graduó primero en matemáticas por la Universidad de Hokkaido en 1953 y continuó sus investigaciones en el Laboratorio de Matemáticas de esa institución. A su vez, empezó su carrera artística aplicando teorías matemáticas en su proceso de creación de imágenes. La muestra —y su obra— tiene dos pilares: la obra fotográfica y la obra pictórica. Por una parte, la fotografía explora los límites del propio formato, y crea la paradoja de hacer única la matria que puede ser constantemente repetida: Ōnishi pintaba con pinceles y esponjas la emulsión en el papel fotográfico para distorsionar el resultado final en el revelado. Las fotografías que se ven en Bombas Gens no tienen serie porque son únicas. Con decoloraciones o baños químicos, el japonés creó un mundo onírico de formas que se repiten, que se deconstruyen o que difuminan una parte por un todo. Su intención era la de trascender el tiempo y el especio. El infinito y el concepto de la paradoja eran sus principales intenciones.

A través de las fotografías, Todolí descubre al artista en Paris Photo. Descubre un estilo inédito, de un japonés que no se adscribía a ningún grupo ni movimiento artístico —cabe recordar que por Bombas Gens ya pasaron las fotografías de Provoke—. Eso provoca una serie de viajes a Japón para investigar a un personaje del que poco se sabía. Su trabajo a partir de las década de los 70 se desvanece por completo y fallece en 1994, quedando relegado al olvido de los almacenes. “Ni siquiera en el Museo de Arte Contemporáneo de Tokio conocían su nombre”, explicaba ayer Todolí en una rueda de prensa.

La recopilación de estas obras ha sido gracias a uno de sus descubridores, Katsuya Ishida, director del espacio de investigación MEM. La biografía de Shigeru Ōnishi sigue siendo todo un misterio. Se sabe que rechazaba ir a las inauguraciones, y que no quería enmarcarse en ningún colectivo o movimiento artístico. También que utilizaba el sake como fuente de inspiración, no llegando a un estado de embriaguez paralizante, sino —explican— abriendo la consciencia a la práctica artística. En vida, publico un tratado relacionando fórmulas matemáticas con los procesos artísticos, un texto indescifrable para alguien que no tenga estudios avanzados en la materia científica.

Desde su fallecimiento, sus fotografías descansaban en los almacenes del Museo de Arte de Prefectura de Okayama. En 2015, cuando su director se jubiló, se las llevó consigo para que no se perdieran. Ishida, fue el descubridor que las adquirió para su galería y entonces, su obra volvió a entrar en el mercado del arte. MoMa, el Museo Japonés SieboldHuis de Lieden o (por supuesto) la Fundació Per Amor a L’Art han formado parte de esta segunda vida de la obra, con el artista ya fallecido.

El rescate de las pinturas

A finales de la década de los 50, Ōnishi abandona la fotografía para centrarse en la pintura en tinta a gran escala —bokusho—. A pesar de una aparente improvisación, su obra está ineherentemente ligada a cálculos matemáticos y a su descodificación. Gesto para articular fórmulas. Una propuesta radicalmente paradójica. Sus obras caligráficas le llevan a los círculos del Art Informel y el crítico de arte Michel Tapié le apadrina en Europa. Es esta relación la que provoca la publicación del libro con todas las teorías del artista, A Study of Meta-Infinite. Pero poco a poco, también debido al rechazo a ocupar una posición relevante en el mercado del arte, Ōnishi y su obra se van desvaneciendo en el tiempo.

Ya en el proceso de comisariado e investigación, Todolí descubre que hay unas obras pictóricas que se encuentran en los almacenes sin reclamar de un museo de Osaka. Cuando las ven, se dan cuenta de que algunas no son un todo —otra vez—, sino una pieza de un puzzle infinito que fragmentó el artista y que tenían una lógica como conjunto. Tras un proceso, se ha podido rescatar estas obras y se exponen por primera vez fuera de Japón (a excepción de una).

Todolí explicaba ayer toda la historia de arqueología que ha llevado esta exposición, emocionado por la oportunidad de construir una muestra inédita de un artista por descubrir.  68 fotografías -nueve de la colección- y 29 dibujos. “Shigeru Ōnishi estaría encantado”, no dejaba de repetir ayer. 

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