VALÈNCIA. Duras críticas y mano tendida. Propuestas plausibles y condiciones imposibles. Reproches feroces sazonados con fugaces vibraciones dialogantes. Al igual que el contraste de una canción con melodía alegre y letra triste, la portavoz del PP, Isabel Bonig, retuvo con dignidad este lunes su título de jefa de la oposición. Una jefa de la oposición, eso sí, con estilo más bien 'clásico': ofreció un acuerdo, puso varias medidas defendibles sobre la mesa y mantuvo intactas posiciones políticas imposibles de asumir para el presidente de la Generalitat, Ximo Puig.
Lejos de algunas intervenciones -cada vez más olvidadas- con excesivas dosis de histrionismo, Bonig subió a la trona para ejecutar un discurso de oposición reconocible para su electorado pero quizá también para otra parte de la ciudadanía. O lo que es lo mismo, podría decirse que fue "predecible", un adjetivo que a los populares les gusta utilizar sobre sí mismos para transmitir fiabilidad a la ciudadanía.
Quizá nada espectacular, pero que contrasta con los otros dos grupos fuera del Botànic: Ciudadanos y Vox, que vienen siguiendo distintas estrategias. El portavoz de la formación naranja, Toni Cantó, se mostró este lunes muy incisivo si se le compara con los mensajes de aproximación y diálogo que venía emitiendo respecto al PSPV de Puig. De hecho, incluso varios dirigentes socialistas se mostraban comprensivos con lo que algunos consideraron "sobreactuación" por parte del actor, que suavizó eso sí el tono en la recta final de su intervención. El tiempo dirá si la estrategia -ahora cerca, ahora lejos- de los naranjas es la adecuada, pero la realidad es que los socialistas quitaron hierro a las críticas que desempeñó Cantó sobre el propio Puig.
En la otra orilla, Vox, con José María Llanos al frente, se situó en un plan estratégico totalmente diferente. Ni coqueteos ni mano tendida ni nada que se le pareciera: "Su gestión de la pandemia ha sido un despropósito" y "ocultaron la verdad", fueron dos de las ideas fuerzas de su discurso.
Además, el dirigente criticó los "ríos de subvenciones" a colectivos relacionados con "la ideología de género" en plena pandemia, acusó de "regar" la Acadèmia Valenciana de la Llengua, "vendida al pancatalanismo" y calificó de "humo y propaganda" con el plan de 'vuelta al cole'.
En cuanto a Bonig, la presidenta del PPCV ofreció a Puig a alcanzar un pacto de cara a los presupuestos de 2021 al final del Debate de Política General. En concreto, planteó que este presupuesto se dividiera en cinco ejes de actuación y puso sobre la mesa varias condiciones para llegar a un acuerdo, como implantar la figura de la enfermera escolar, acometer test masivos para los profesores y los sanitarios, digitalizar todos los centros, y aprobar una ley que permita la conciliación laboral y personal. Una medida para la que el PPCV propone una deducción de 1.500 euros para los familiares que tengan que conciliar.
Pero además, Bonig insistió en una de sus iniciativas más recurrentes: la reducción del sector público y el número de altos cargos, así como del número de asesores que hoy en día tiene el Gobierno valenciano. Un recorte de un 30% entre ambos y limitar a 7 el número de consellerias que conformen el Ejecutivo del Botànic II.
En el ámbito sanitario, propuso "blindar por ley el gasto público para que se prohíba modificar, minorar o rebajar el presupuesto de Sanidad" y poner en marcha "un plan privado para afrontar las listas de espera y garantizar la asistencia sanitaria", entre otras cuestiones.
Mientras, en Economía exigió el compromiso de Puig de no subir los impuestos y la rebaja de algunos de ellos, como el tramo de sucesiones y donaciones, además de la reducción de un 7% del IRPF a los que ganen menos de 35.000 euros anuales. En esta línea, también pidió eliminar el Impuesto de Patrimonio y una prórroga de los ERTE hasta la primavera de 2021.