VALÈNCIA. Frustación, miedo, origen, educación, futuro... Desde todas esas gafas, y algunas más, miran las nuevas generaciones un mundo que se les ha prometido y cancelando en tiempo récord. Los discursos generacionales cobran fuerzas porque el mundo avanza a un ritmo rapidísimo y la brecha entre mayores y jóvenes se va ensanchando sin remedio. Con todo esto, el espacio de unos en la cultura y las instituciones está claro, pero ¿y el de los nuevos artistas?
Las Naves inaugura hoy la exposición colectiva Brillar, una muestra esencialmente fotográfica que busca ser una ventana a nuevas narrativas y estéticas de una quincena de artistas noveles. Diluida la idea de autoría en pro de lo colectivo (no hay cartelas con el nombre de la persona que ha hecho cada obra), se trata de una construcción común de un imaginario a partir de las preguntas del comisario Jorge Alamar, en el que les pedía que bucearan en su archivo para encontrar obras que respondieran sobre su origen, la educación, el autoestima, la confianza, la independencia, el éxito y el fracaso. Y una pregunta que lo engloba todo, ¿cómo es ser (o no ser) artista joven hoy?
Los trabajos que han de responder la pregunta son obras de Cris Bartual, Selen Botto, Silvia Castillo, Angie Donet, Gala Font de Mora, Silvia Giménez, Laura Ibáñez, Irene Santiago, Paula Lorenzo, Aina Miguel, Elsa Moreno, Susana Pérez Gibert, Francesc Planes y Elena Sanmartín. Arropadas por los textos de Marta Rosmeri y Paula Costa, La Terapeuta Millennial, el diseño gráfico de Belén Bru y la asistencia técnica de Mati Martí.
- Muchas veces, cuando se habla de relatos generacionales, se contesta que eso esconde en realidad el sesgo real, que es el de clase. ¿Vuestra obra habla más de vuestra generación o de vuestra clase?
Como otras tantas preguntas que lanza este redactor, la respuesta está en el término medio. "Su generación es la primera que está poniendo las cuestiones emocionales sobre la mesa en diferentes ámbitos, y entre ellos el artístico. Sin tapujos y dándoles la importancia y el peso que merecen en el desarrollo personal que cada una pueda tener". Brillar en realidad es ironía y critica esa trampa de la autoayuda que mueve conceptos como el éxito o la realización personal: "hay una serie de cuestiones que orbitan ante una artista para que acabe ejerciendo como artista. La idea de esta exposición viene tras haber visto a mucha gente con talento pero a la que le falta autoestima y confianza en lo que hacen", explica el comisario.
Para muchas de las artistas de esta exposición, esta será la primera vez que formen parte de una iniciativa surgida para una institución. Ni se quieren vender al mercado, ni miran con confianza y cercanía las grandes marcas culturales públicas. En todas se percibe una posible coptación del trabajo. Entonces, ¿cuál sería el espacio perfecto para crear? "Aún somos muy jóvenes para saber qué tipo de espacio deseamos. En esta exposición hemos sido muy libres", explica una de las artistas. "No puede ser que las artistas seamos siempre las que tengamos que adaptar nuestra producción a las necesidades de otros", dice otra.
La pelota está en el tejado de las propias instituciones, que "no atienden a las nuevas generaciones" a esos artistas que "no son nadie aún". La contraposición, el underground significa "no cobrar", así que la solución ideal sería que desde los grandes espacios culturales "se hicieran menos iniciativas superficiales y muy comerciales" y se apostara más.
La obra de una artista ya no tiene por qué nacer en un espacio físico, pero sigue siendo el lugar desde el que hacer de ello una profesión. Ante eso, la nueva generación no quiere las migas, sino el pan entero: ni renunciar a su libertad ni renunciar a sus aspiraciones.
El motor artístico no parte tampoco desde el extremo del yo ni del mundo documental. "Yo quería contar el mundo y al final, no. Pero es que siempre que miro hacía mi introspección, encuentro en realidad una crítica a la sociedad. Es imposible desligarlo: soy lo que soy a causa de cómo funciona el mundo". Lo personal, también lo artístico, es político. En la era de la autoficción, convertirlo así, explicitar que los jóvenes son seres políticos, no equidistantes, es un punto de partida para poder explicar el mundo desde lo micro y desde lo propio, en vez de únicamente desde lo macro y lo ajeno.
Cuando la narrativa ya no depende únicamente de personas privilegiadas, el yo es un nosotros. Y otra vez, las instituciones son las que tienen que atender a esta explosión de la diversidad. Así, en Brillar, a pesar de no saber quién hace qué, sí se denota que hay una artista diferente en cada una de las obras.
Al debate que se ha puesto encima de la mesa desde la academia ante el desarrolla vertiginoso de la voz joven y la creación de espacios al margen no le ha faltado su punto de paternalismo: se supone que las nuevas narrativas tan solo son estéticas vacías, un cuidado excesivo por lo visual que abandona el trabajo intelectual.
Preguntando directamente a esta nueva generación representada en la exposición, niegan la máxima. "La estética no lo es todo, pero claro que es importante. Si un mensaje potente no va acompañado de una forma que llegue a los demás, pierde totalmente su sentido".
"Si hablamos de la estética como visualidad, no hay ninguna que no tenga discurso. Puede haber algunas más superficiales, o menos reflexivas, o que reflexionas 30 años más tarde, pero incluso como en Balenciaga, desde su tradición de sobriedad, adopta lo trap se ve que en todo hay contenido. Lo importante es la coherencia".
Más ideas: "hay temas universales como el amor que se han contado infinitas veces. Lo importante es cómo tratas esos temas, y la estética forma parte de ese cómo"; "hacemos fotos. Utilizamos la estética, es sencillamente inevitable"; "venimos de Bellas Artes, no se nos puede exigir que no tengamos en cuenta algo como la composición"; "el problema del debate en realidad es que la gente consume muchas imágenes pero no las lee por falta de educación visual".
Y con todas estas reflexiones, ¿a quién van dirigidas? ¿El mensaje sobre las vulnerabilidades de la artista joven hoy busca la hermandad de su misma generación o la comprensión de las anteriores? "No es una exposición hecha desde la queja, sino desde el descubrimiento. Muchas de las cuestiones que ponemos sobre la mesa pueden ser arrastradas desde los 20 hasta los 50 años. No queremos echar la bronca a nadie sino todo lo contrario, decir que esto nos afecta a todos".