crónica por los otros / OPINIÓN

Cajas Solidarias

La Fundación Juntos Por la vida, reconvierte  de forma temporal su trabajo en África por la ayuda  a familias necesitadas de Valencia.  Es la solidaridad “reinventada” por el coronavirus. Una solidaridad tan cercana y directa que tiene nombres propios. Alicia tiene 72 años, es valenciana y acude cada día a recoger su “caja solidaria” para poder comer

16/05/2020 - 

Alicia, tiene 72 años y nació en Valencia donde ha vivido siempre. No puede evitar romper a llorar y confiesa que nunca ha tenido necesidad de pedir, y ahora se ve obligada a hacerlo.  Nerviosa dice que el día anterior solo pudo comer una patata hervida, y pide  por favor si se le puede dar algo. Ese día comerá arroz con pollo y además se lleva leche y alguna cosa más.  Se va  de la tienda solidaria agradecida y emocionada no solo por la comida, sino porque se ha sentido escuchada y apoyada. 

Y es que cada día y con mucha timidez  Alicia entra en el bajo que la Fundación tiene en el barrio de Ruzafa. Es una tienda solidaria “Espai Solidari” donde se venden artículos de segunda mano para poder financiar los proyectos de cooperación que la Fundación tiene en Benín.  En época de confinamiento esta tienda ha dejado de vender ropa y artículos de segunda mano para distribuir sus “cajas solidarias” .

La crisis social causada por el covid ha llevado también  a reinventarse a algunas ONGS que ahora están cambiando  temporalmente su trabajo de cooperación al desarrollo  en países del sur, por una acción  humanitaria,  social y de emergencia en su entorno más cercano. Reconvierten y adaptan la solidaridad a los tiempos del coronavirus.

Y así lo está haciendo la Fundación Juntos por La Vidaque trabaja en proyectos de infancia y género en Benin (Africa), pero que durante estos meses está poniendo su foco de acción  en ofrecer ayuda básica en alimentación a familias necesitadas de la ciudad de Valencia.

La tienda solidaria  de la ong  situada en el barrio de Ruzafa, ha arrinconado  la ropa de segunda mano y artesanía africana que  suele vender para financiar sus proyectos, y  ahora está llena de cajas con verduras, legumbres, arroz, bocadillos, leche y alimentos de primera necesidad.

  

El proceso de transformación aseguran que fue fácil, solo tuvieron que despejar las estanterías de ropa en tienda solidaria y reconvertir el espacio cultural en una sala donde cada día hacemos bocadillos. Rápidamente consiguieron tres neveras para almacenar los productos frescos de las donaciones y cada voluntario trajo sus utensilios de casa. Siempre con las medidas de seguridad y en equipos reducidos para evitar la exposición al máximo.

“Nos movió a cambiar la simplemente el hecho de no poder soportar ver a las personas sufrir. Nuestra ONG está conformada por un grupo de voluntarios con una actitud hacia la acción y el compromiso social sea donde sea que surja la necesidad. Como no podíamos realizar las actividades que normalmente hacemos en Valencia de sensibilización y captación de fondos para los proyectos en los países en vías de desarrollo, y viendo el sufrimiento que estaba causando la crisis del covid-19 a muchas familias vulnerables, decidimos movilizarnos. “ asegura la Presidenta de la Fundación, Clara Arnal.

Al Espai Solidaria que la ONG tiene en  Ruzafa, también se acercan vecinos  del barrio a pedir algún tipo de ayuda al ver el movimiento solidario que se aprecia desde la calle.  Y con todo ello preparan cajas que van destinadas a familias que están viviendo situaciones muy difíciles económica y socialmente.

Los voluntarios y voluntarias colaboran cada día recogiendo las donaciones de supermercados,  el Banco de alimentos, mercados de barrio, empresas valencianas, aportaciones  de todo tipo de tiendas y establecimientos,  y de particulares que hacen “compras solidarias”.

Beneficiarios directos

Algunos de esos “lotes” los reparten en un pequeño locutorio de la Avenida del Cid que regenta María, una hondureña que de forma altruista está ayudando a muchos compatriotas.  Cada día acuden allí familias con sus carros que llenan de comida y apoyo de organizaciones como  La Fundación  Juntos por la Vida. María nos dice que muchas de las personas que acuden están pasando hambre, y hay madres que se van a dormir habiendo tomado solo un vaso de agua, porque lo poco que tienen se lo han dado a sus hijos para cenar.

La mayoría  son migrantes, sin trabajo, “sin papeles”, y  por su “invisibilidad”,  no tienen acceso a ayudas de las grandes organizaciones “ porque no estamos inscritos” confiesa Orly ,un joven  que tiene a su cargo una familia de 7 personas, con 4 menores y a quien  la crisis ha dejado sin el trabajo que tenía en un polígono . “Llevamos dos días sin comer, hasta ahora que vamos a comer, y yo sufro porque  mis hijo lloran”  confiesa con tristeza pero agradecido. Diana tiene 30 años  y dos hijas. Antes cuidaba a una anciana, pero  ha perdido su trabajo y apenas llega a fin de mes para vivir. La comida que recibe como donación “nos salva un poco” dice sin perder la sonrisa.

En otra ocasión las cajas solidarias de la Fundación Juntos por la Vida, llegan al barrio de Nazaret, donde en su plaza, un grupo de mujeres con sus carros vacíos esperan llenarlos al ver llegar los coches de la Fundación. Loli tiene tres hijos y su marido  solo cobra el paro y no les llega, por eso viven en casa de sus suegros. En la familia de Teresa solo trabajaba su marido “es albañil pero ahora está en paro y no ha cobrado el erte”, nos cuenta. Viven al día, sin ahorros, y cuando falta el trabajo, falta todo. Por eso esta  donación  es un alivio que ayuda en estos tiempos escasos, confiesa agradecida.

Otra tarde del domingo voluntarios de  la Fundación Juntos por La Vida llegan a una zona deprimida de la ciudad,  donde viven  familias rumanas en casas “ocupadas” y en muy malas condiciones. Todos se congregan alrededor en un ambiente de algarabía  a la espera de lo que puedan recibir. Piden que la próxima vez lleguen mas cajas para más familias.

Los voluntarios de la Fundación Juntos Por la Vida colaboran también con  “Amigos de la calle “ preparando comida y bocadillos que la ong reparte cada día a 300 personas “sin techo” de la ciudad de Valencia. Bocadillos y tupper solidarios que hacen mas llevadera su vida confinada en la pobreza. Muchas horas de trabajo altruista cada día en el Espai Solidaria de Ruzafa, el local de la Fundación, con buena energía y buen ánimo. Un trabajo que beneficia a los que reciben pero también a los que dan,  porque “ayudar a los demás, nos hace sentir bien a todos, es terapéutico” confiesan los voluntarios.

Clara Arnal, presidenta de la Fundación dice que la emergencia social surgida por el coronavirus les han hecho reconvertirse, sin olvidar el trabajo que desde hace 25 años realizan en Ucrania, y en los últimos años también en Africa. Pero ahora los voluntarios y la ong creen que es necesario su trabajo en Valencia, que les está mostrando esta realidad cercana. Por eso cuando pase esta situación urgente seguirán trabajando también en esta acción social, especialmente con mujeres,  en su acompañamiento  emocional, que será muy necesario tras esta crisis que está cambiando nuestras vidas, nuestro mundo, y nuestros sueños.

“Ahora ya podemos abrir la tienda. Queremos hacerlo, porque gracias a las ventas de ropa y complementos de segunda mano financiamos gran parte de los proyectos en Benin. Sin embargo, aquí sigue habiendo necesidad, y muchas ganas de seguir realizando esta acción. Nos gustaría continuar con las dos actividades, por lo que estamos buscando algún local cerca del nuestro en Ruzafa que nos sirva de banco de alimentos durante los próximos tres meses. Eso en cuanto a la ayuda de “emergencia”. Pero esta crisis nos ha hecho comprender de primera mano que hay que ir más allá, que hay muchas personas que no sólo necesitan arroz y leche, necesitan sentirse escuchadas, atendidas, porque el alma también pasa hambre…. Por eso nos gustaría continuar con algún tipo de intervención psicosocial con estas personas a las que ya les estamos poniendo rostro, nombre y apellidos.”

La semana que viene… más!

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