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EL PEOR DE LOS TIEMPOS / OPINIÓN

Calidad de vida en España: realidades y percepciones (I)

La mayor desigualdad que tenemos en España es la que existe entre los que tienen y no tienen empleo

10/07/2016 - 

Los efectos que las crisis económicas de una cierta importancia tienen sobre los países que las sufren van más allá de la repercusión sobre el crecimiento económico y otras magnitudes macroeconómicas objetivables. Sabemos que lo más sensible es precisamente una variable mucho más difícil de cuantificar pero que es fundamental para salir de las crisis: las expectativas. Y no me refiero tan sólo a las expectativas de los mercados financieros o de las empresas, sino de los propios ciudadanos. Porque el consumo privado es la mayor macro-magnitud en una economía como la nuestra y sobre ella influyen las expectativas.

Todos tenemos percepciones, evidentemente sin base científica, sobre cuál es nuestra situación y la de la economía de nuestro país. Pero es muy complicado comparar entre individuos estas percepciones y, peor aún, realizarlo a nivel internacional. 

Llevo unos días en Estados Unidos y no dejo de observar lo elevado que resulta el coste de la vida para un español. Son tres los elementos que han dado lugar a este resultado: por un lado, que EEUU salió de la crisis con mayor rapidez y han continuando creciendo durante varios años mientras en Europa en general y en España, en particular, el proceso ha sido muy lento y costoso. El segundo elemento es la deflación que ha sufrido la economía española: la pérdida de competitividad y la crisis se han ajustado con contracción de precios y reducciones de salarios, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo (probablemente no menos de un 20-25%). En tercer lugar, el euro se ha depreciado respecto al dólar en casi un 30% desde enero de 2014 (de un tipo de cambio de 1.4 $/€ a 1.10 actualmente). 

"el consumo privado es la mayor macro-magnitud en una economía como la nuestra y sobre ella influyen las expectativas"

Por su parte, en EEUU no sólo han aumentado los precios, sino también su PIB y la productividad, lo que hace que la diferencia en renta per cápita haya continuado creciendo. Sin embargo, una gran parte de la polémica de Thomas Piketty sobre la distribución de la renta se fija precisamente en el caso americano y en la preocupante brecha que se ha creado entre los más ricos y los más desfavorecidos. Incluso el precio de la vivienda, a pesar de la corrección tras la crisis, vuelve a acercarse a los niveles previos a la recesión. Los servicios, como la telefonía o los alquileres y los alimentos se han encarecido sustancialmente comparados con los españoles o con los europeos en general.  

Sin embargo, sigo preguntándome si la percepción (pesimista, probablemente) que procede de mis propias expectativas y el venir de España está nublando mis conclusiones. Seguramente no es el caso (no sólo porque he preguntado a otros extranjeros y les pasa lo mismo) sino porque en los últimos años la clase media americana parece haber perdido posiciones relativas en la economía. Hace tan sólo unos días, en un blog del Fondo Monetario Internacional se resumía el informe más reciente sobre la economía de EEUU donde se considera que uno de los mayores riesgos para el crecimiento futuro de este país es el aumento de la polarización de la renta sufrida en los últimos años. En concreto, mientras en 1970 un 58% de las familias pertenecían a la clase media (familias cuya renta real está entre el 50 y el 150% de la renta mediana), esa cifra era tan sólo del 47% en 2014. 

La situación no parece tan mala si se tiene en cuenta que la mitad de ellas ha mejorado (han pasado a ser de renta alta) y la otra mitad ha empeorado (hacia la renta baja), aunque este proceso ha cambiado desde 2000: el 75% de los cambios ha sido para peor. Por lo que se refiere a la distribución de la renta, en 1970 a la clase media americana le correspondía el 47% del total de la renta, mientras que en 2014 esta cifra bajó al 35%. La clase baja tan sólo disponía del 5% del total, cifra que no ha cambiado. El principal efecto macroeconómico de la polarización recae, precisamente, sobre el consumo: las clases media y baja son las que dedican una mayor proporción de su renta al consumo, por lo que el deterioro de su posición puede comprometer la evolución del consumo total y el crecimiento de la economía. 

¿Cuál es la situación en España? Los datos más recientes son de un libro dirigido por Francisco Goerlich (Distribución de la renta, crisis económica y políticas redistributivas), de la Universidad de Valencia y el IVIE. Aunque no coincide el período temporal ni la forma de calcular la renta media (es más exigente en este caso, al situarla entre el 75% y el 200% de la renta mediana), nos permite una comparación bastante buena. En 2004 (primer año del informe) el 59% de la población se situaba en lo que podríamos llamar la clase media, cifra que se ha reducido hasta el 52% en 2013. Las rentas más altas se han mantenido alrededor de la población, mientras que las rentas bajas han aumentado del 31% al 38.5%. Comparado con EEUU, donde las rentas bajas se computan a partir de menos del 50% de la mediana, parece evidente que en España habría bastante menos polarización que en EEUU. Se mantiene, no obstante, el problema de que la crisis ha deteriorado a la clase media.

Por las características del mercado de trabajo en España, este deterioro es atribuible, de manera casi exclusiva, a la destrucción del empleo como consecuencia de la crisis. La mejor política redistributiva que cabe hacer es poner las condiciones para la recuperación del empleo en España. Es una quimera pensar que el Estado pueda crear esos puestos de trabajo que tanto se ansían, pues simultáneamente es necesario controlar el gasto público. Sí que puede, sin embargo, realizar políticas que no cuestan al erario público: continuar con las reformas estructurales para mejorar el funcionamiento de la economía. Mientras tanto, no cabe sino atender las necesidades de los que han salido peor parados de la crisis.

Europa optó por reformas y deflación para salir de la crisis, mientras que en EEUU se practicaron políticas expansivas e inflacionarias en los primeros años. Ello aceleró la salida, pero probablemente ha exacerbado la polarización de las rentas y aumentado la desigualdad. La mayor desigualdad que tenemos en España es la que existe entre los que tienen y no tienen empleo. De la recuperación económica y la continuación de las reformas estructurales depende corregirlas.

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