Carmen F. Sigler y Paloma Navares, dos artistas ante el abismo

VALÈNCIA. Feminismos se escribe en plural. Y es que, después de la ola de 2008, y sin necesidad de renunciar a ciertos puntos en común, el fenómeno político es tan amplio y complejo que caben cientos de puntos de vista diferente. Dos de ellos se reúnen en el Centre del Carme a partir de hoy, los de las carreras de las pioneras Carmen F. Sigler y Paloma Navares.

Por una parte, Carmen F. Sigler se instala en la Sala Dormitori para “sintetizar su carrera con obra nueva”, según describió en la rueda de prensa de presentación la comisaria de la muestra, Susana Blas Brunel. En Lo resplandeciente, la artista onubense propone una experiencia “sensorial, casi litúrgica” para dar un paso más en el cambio de conciencia imprescindible sobre la lucha ecofeminista como única manera de evitar el abismo al que se asoma la humanidad.

Y lo hace proponiendo entendernos como un mosaico formado por lo humano, lo animal y lo natural. Estos tres elementos, entremezclados en sus iconografías y en sus supuestos pilares semánticos, abren el paso a una nueva conciencia: la de una humanidad más completa que abogue por proteger el medio natural que habitamos y explotamos.

Sigler propone así dos espacios diferenciados. Una primera parte sirve como homenaje al activismo ecofeminista, tomando como referencia precisamente a las personas que ponen el cuerpo en esta lucha. Unos libros de química intervenidos al lado de una especie del muro invita al visitante a reaccionar ante la radiografía: ¿estás dispuesto o dispuesta a hacer crecer una nueva conciencia?

Una vez atravesado el umbral, entonces ya no hay vuelta atrás, y Lo resplandeciente se convierte en una vigilia sobre esa nueva conciencia que crece en uno mismo. Lo hace a partir de nuevas series fotográficas, de una recopilación de sus primeras perfomance, de una especie de bocetos que han tenido una función de storyboard pero que, aquí, tienen una entidad artística propia, etc.

Paloma Navares, el cuerpo y la máquina

Por otro lado, Paloma Navares repasa toda su carrera en Dualidades del ser, que ocupa´la Sala Ferreres—Ogerlich y cuya muestra forma parte de la convotactoria Trajectòries, que busca repasar las carreras brillantes de artistas valencianos que no han tenido nunca una exposición así.

En Dualidades del ser, la artsta residente en El Campello propone ocho dualiades a partir de las cuales reflexionar (Mujeres: pasado y futuro; cuerpo y mente; vida y muerte; sueño y recuerdo; memoria y olvido; fragilidad y fortaleza; dualidad sexo-genérica; belleza y supeditación o belleza y normativización; y género y violencia). Para ello coloca allí a mujeres —habitualmente ella en primera persona— para preguntarse precisamente por su figura.

Lo hace a través de las violencias sistémicas que padecen en países como Ruanda, pero también en el abismo de la pérdida de la corporalidad en la identidad femenina. ¿Cómo será la mujer del futuro?, se pregunta constantemente.

En Dualidades del ser, apuesta por una belleza que se crea, con partes del cuerpo de quita y pon; también está muy ligada con la maternidad y todo lo que conlleva la futurible crianza en probetas. A partir de ahí, se empieza a preguntar por la relación entre la vida y la tecnología. En un mundo en el que ni siquiera se necesita la misión gestatnte de la madre, las mujeres se desligan de su cuerpo y dan paso a las cyborg, las de Donna Haraway. Es, a su vez (y según la tesis de Navares), pérdida de esencia y nuevo orden a su vez.