El conseller despechado envía una carta llena de amargura a Beteta por su indolencia ante el problema valenciano y el 'número dos' de Hacienda responde así, indolente
El género epistolar viene sufriendo desde hace más de un siglo la competencia de nuevas tecnologías que hacen que escribir una carta sea un acto puramente romántico. De hecho, fue con el romanticismo cuando alcanzó su apogeo con la edad de oro de la novela epistolar. El teléfono primero y más tarde el fax, el correo electrónico y ahora el whatsapp –y lo que vendrá– han cambiado tanto la forma de comunicarnos, que sorprende que este mes de julio de 2016 el conseller de Hacienda, Vicent Soler, y el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, anden carteándose para lanzarse reproches a la vieja usanza. Reproches que unas horas antes se habían cruzado mediante videoconferencia, que tampoco vamos a renunciar a la tecnología.
Verba volant, scripta manent, dice el proverbio latino. Soler quiso que la videoconferencia que mantuvo el miércoles con el sargento de hierro del Ministerio no se la llevara el viento y decidió escribirle al día siguiente: "Estimado secretario de Estado: Me dirijo a ti tras la conversación mantenida este miércoles para trasladarte la profunda preocupación que ha causado en el Gobierno valenciano el anuncio que me hiciste del requerimiento que nos va a hacer el Gobierno de España…" (aquí la carta entera)
El despechado conseller destila amargura por "la petición profundamente injusta" del número dos de Montoro, que viene a exigir a los valencianos más esfuerzo –léase recortes– que al resto de españoles, "como te comenté", "como bien sabes", como dicen los datos "que no pueden resultarte ajenos", en una situación "de infrafinanciación de la Comunitat Valenciana que tú mismo refrendaste y reiteraste el miércoles (día de la videoconferencia), para añadir, sin embargo, que las potestades de un Gobierno en funciones no le permiten solucionar este problema, al tiempo que consideraste que, en cambio, sí le permiten reclamar todo tipo de ajustes a las comunidades".
Las cifras quitan emoción a la carta pero no son tantas que no permitan una lectura fácil y una comprensión de la situación a quienes no están al tanto del problema. Los argumentos son los de siempre, los que ya hemos contado mil veces y los que Beteta bien sabe, pero expuestos de esta manera merecían una respuesta del secretario de Estado menos administrativa: "Estimado Consejero, (lo correcto en castellano son los dos puntos después del saludo) El pasado 6 de abril se remitió comunicación por parte del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, según la cual, se activaban para la comunidad las medidas coercitivas..." (aquí la carta entera)
Ni una respuesta sobre la infrafinanciación y la situación injusta que vivimos los valencianos, que no puede resultarle ajena, como decía Soler. Ni siquiera se agarra Beteta a los argumentos del FLA y el ahorro de intereses de la deuda con los que el Ministerio suele responder y que también –y tan bien– nos sabemos. Porque esta película ya la habíamos visto en distintas versiones –como la de las visitas del sheriff Beteta– y el final, de momento, es igual de triste para los valencianos. Quizá haya que montar un capítulo de nuestro serial #AmoresdeVerano para arreglarlo.
Pensaba dedicar esta columna al tema de la semana, el estrepitoso fracaso de los partidos políticos valencianos en el arranque de nuestra –algunos creen que suya– nueva televisión pública, pero se me adelantó mi compañero Ximo Aguar con un acertado análisis que puedes leer aquí. Así que lo suscribo en su totalidad y me ahorro el trabajo.
Sólo añadir que en el mundo de la empresa, y la nueva Corporació Valenciana de Mitjans de Comunicació lo es, suele decirse que el fracaso es la semilla del éxito. También en la vida. Como dijo el poeta mexicano Amado Nervo, "la mayor parte de fracasos vienen por querer adelantar la hora del éxito". En septiembre, sin tanta urgencia, seguro que sale mejor.