CASTELLÓ. Ahora sí: Magdalena, festa plena. Como todos los terceros domingos de cuaresma, el pueblo de Castelló hizo el camino desde la concatedral Santa María hasta la ermita de la Magdalena después de dos años sin poder hacerse por la pandemia la Romeria de les Canyes.
Pocas veces se ha tenido que interrumpir esta cententaria tradición a lo largo de la historia, salvo por guerras o catástrofes, así que las ediciones de 2020 y 2021 vienen a sumar el aciago capítulo de años sin Romeria.
Tal vez con menos gente de la habitual por el miedo a la lluvia -que obligó a suspender el Pregó el sábado- pero, aun así, multitudinaria. Esta Romeria, declarada Bien de Interés Cultural, tiene varios significados. Por un lado, simboliza el traslado de los antiguos moradores en la ermita hasta el Pla, la actual ciudad, lo que supuso la fundación de la ciudad.
También tiene un significado penitencial, vinculado a la religión, ya que durante siglos se ha realizado este camino para pedir lluvias para las cosechas, por ejemplo, o salud en las pandemias, como ahora. Un camino que se hace desde el centro de la ciudad -o desde el Grao- donde se produce un encuentro. De hecho, la unión de los romeros lo simbolizó la concejala Mary Carmen Ribera del Grao que le puso la cinta azul al 'president' de la Generalitat, Ximo Puig, en su 'canya.
En la comitiva, junto a Puig, estaba la alcaldesa de la ciudad, Amparo Marco, el presidente de la Diputación, José Martí, la subdelegada del Gobierno, Soledad Ten, y los síndics, concejales y cargos políticos de todos los partidos. Además, 55.000 castellonenses, según la Policía Local, han asistido.
La cita de la Romeria cuenta todos los años con la participación de decenas de políticos al ser el día más grande de la capital, pero, sobre todo, es un sentimiento del pueblo, del orgull de genealogia. Las reinas, Carmen Molina y Ga.la Calvo, han podido recorrer, por fin, la Romeria con sus 'canyes'.