VALÈNCIA. Mucho se escribió en su día de la ingente cantidad de trabajo que debería afrontar la dirigente del PP María José Catalá cuando, tras el congreso de la formación popular en el mes de julio, fue designada como secretaria general autonómica del partido. Nada más y nada menos que la 'número dos' del nuevo presidente regional, Carlos Mazón.
En ese momento, la exconsellera y exalcaldesa de Torrent, ostentaba ya la portavocía del grupo popular en el Ayuntamiento de València y la presidencia local del partido en la capital, con lo que se le otorgaba entonces la responsabilidad de mantener el pulso orgánico del PP en toda la Comunitat mientras continuaba ejerciendo de jefa de la oposición frente al alcalde, Joan Ribó.
De hecho, algunos críticos con Catalá, ya incidieron en sus dudas respecto a cómo podría compatibilizar estas tareas. Sobre esto, subrayaban que en el PP la Secretaría General del partido implica, de alguna forma, la responsabilidad que en otras formaciones ocupa el área de Organización: o lo que es lo mismo, estar pendiente de todos los líos internos que se produzcan dentro de una fuerza política.
La cosa no quedó ahí. En septiembre se hacía público que Mazón decidía confiar el puesto de portavoz en Les Corts Valencianes también a María José Català. Un cargo de máxima responsabilidad -es la encargada de batirse con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en sesiones de control y algunos plenos importantes- que proporciona una porción importante de notoriedad pero que también implica mayor volumen de trabajo y presencia en la cámara.
Tal vez por ello, y especialmente por el solapamiento de cuestiones locales, orgánicas o parlamentarias, que la dirigente está empezando a sufrir, este miércoles se conocía, a través de un escrito a la Mesa de Les Corts, que Català renunciaba a ser miembro del Consejo Asesor de Radiotelevisión Española en la Comunitat Valenciana para proponer a su compañera Verónica Marcos como sustituta. Una manera de repartir juego entre otros diputados de su grupo y liberar algunos espacios dentro de su ya de por sí apretada agenda.