VALÈNCIA. La Dana que arrasó Paiporta el pasado 29 de octubre ha dejado tras de sí un paisaje devastador. Mientras las calles se han ido limpiando y las casas han comenzado a reconstruirse, el centro de salud del municipio ha quedado atrapado en un estado caótico. Dos meses después, su planta baja sigue inutilizada, las colas de pacientes que esperan para ser atendidos rodean el edificio y el personal sanitario se encuentra "desbordado". Una médico de cabecera en este ambulatorio, que ha preferido mantener su identidad en el anonimato, describe con crudeza la situación a Valencia Plaza: "Es un desastre absoluto; estamos trabajando en condiciones que no garantizan una atención de calidad a los pacientes".
La imagen diaria de este centro de salud, ubicado en la "zona cero" de la tragedia, es la de un espacio colapsado. La planta baja, anegada por las lluvias, permanece clausurada, con lo que se ha reducido la capacidad asistencial del edificio a la mitad. Además, la falta de ascensor ha obligado al personal a duplicar las visitas domiciliarias, restando tiempo a las consultas en el propio centro. A la precariedad de las infraestructuras, se suma una sobrecarga laboral que lleva tiempo asfixiando al equipo médico.
Según asegura, el temporal tan solo ha empeorado un panorama que ya era crítico: "Tenemos muchas bajas, algunas por enfermedades graves, otras por ansiedad y agotamiento. Los que seguimos aquí estamos cubriendo las ausencias de compañeros y, además, atendiendo a nuestros propios pacientes. Es imposible llegar a todo".
El modelo actual, según explica a este diario, no prioriza la atención primaria, que debería ser la base del sistema sanitario. "Cuando ocurre un fenómeno como la Dana, se refuerzan las urgencias, pero nadie piensa en apoyar a los médicos de cabecera. Somos nosotros quienes conocemos a los pacientes, quienes hacemos su seguimiento y, sin embargo, quedamos relegados a un segundo puesto", critica la sanitaria.
La calidad asistencial en Paiporta ha caído en picado. De hecho, las listas de espera para consultas hospitalarias ya superaban el año antes del temporal y, en la actualidad, afectan incluso a las citas en el centro de salud. "Mis pacientes, algunos con problemas crónicos, tardan semanas en conseguir una cita conmigo. Es desesperante tanto para ellos como para nosotros", lamenta a este diario.
Asimismo, la rotación constante de profesionales, debida a la precariedad laboral en este sector, complica aún más el panorama. "Está demostrado que cuando un paciente tiene el mismo médico durante años, se reducen los ingresos hospitalarios y se mejora su calidad de vida. Pero con contratos temporales y sin estabilidad, eso es cada vez más difícil de conseguir", añade.
La médico no oculta el impacto emocional que tiene la situación sobre los profesionales sanitarios. "Estamos agotados. Trabajar así es perder el sentido de lo que significa ser médico", confiesa a este diario. Pese a todo, asegura que tanto ella como sus compañeros siguen adelante por vocación: "Si no fuera por el compromiso con nuestros paciente, esto ya habría colapsado".
Aunque desde las instituciones se señala a la Dana como causa principal del desajuste, la médico insiste en que los problemas son anteriores. "Nos dicen que es algo excepcional, pero la realidad es que esto solo ha agravado una precariedad que venimos arrastrando desde hace años", critica. Mientras otras localidades afectadas por el temporal han implementado medidas provisionales para aliviar la presión, en Paiporta todavía esperan soluciones efectivas. "Nos conformábamos con lo mínimo, pero ya no hay margen", sentencia.