VALÈNCIA. Hace 15 años que los Gil y Marcovecchio dejaron atrás Buenos Aires para emprender una vida en València. La convulsa situación política, social y económica de Argentina en el albor del siglo tuvo que ver con el traslado, pero, de todo el contexto familiar de esta historia entre dos ciudades, hubo al menos un par de asuntos que se mantuvieron inalterables a un lado y otro del Atlántico. El primero, la vida en torno a la cocina. Así era a todas horas en la casa del barrio de Almagro y así pasó a ser en Che Baires, el restaurante que abrieron a su llegada en la calle de la Reina Na Germana 10. El segundo de esos rasgos intactos es la pasión por el fútbol hasta la mitomanía, con un grano de pimienta en la explosiva receta: todos los miembros son de River mientras que la matriarca es de Boca.
De su alma de hinchas saben la retahíla de jugadores, entrenadores y agentes que se han vinculado tanto al Valencia CF como al Levante UD en esta década y media. Todos encontraron desde 2002 una casa argentina de comidas en València, plagada de afiches, recortes y fotografías de la República y sus gentes. Y esa familia vivió, en pleno Ensanche, el vertiginoso crecimiento y caída de su ciudad y equipos de fútbol. Ajenos al devenir de este periplo, el restaurante no ha dejado de autoexigirse como el primer día, y cualquier que haya disfrutado de su experiencia no podrá negar dos aspectos que pasamos a describir -una vez más- con símiles futboleros: el servicio en sala es de otra liga y en su carta no hay rival pequeño.
Remodelado el pasado mes de noviembre, Che Baires ha equilibrado una carta que ahora, por si fuera poco, nos ofrece la excusa para llamar la atención sobre su cantidad de sabor gracias a la sección 12,90. A mediodía, como ya hiciera con iniciativas como los días de ñoquis, podemos encontrar uno de los menús más potentes en una zona plagada de competidores. Si hubiera que identificar cuatro pilares en la carta de esta embajada de la cocina Argentina en España, estos serían las empanadas, pastas, carnes y postres. Pues bien, de una u otra forma, el menú los incluye aunque ésta solo sea es una excusa para asomarse a una oferta llena de atractivos.
En la fórmula tipo del menú argentino, los Gil y Marcovecchio proponen un entrante a elegir entre dos empanadas de la carta. Es decir, de queso y cebolla, pollo, jamón y queso, humita, chorizo o carne. El comensal decide al gusto, aunque si pertenece a la redacción de Guía Hedonista, se inclinará por la primera y la última. Si se prefiere algo ligero, hay ensalada de palmitos o campesina, que no está nada lejos de nuestra valenciana. Si se prefiere algo todavía más atrevido que las imprescindibles empanadas, el chorizo criollo también es de la partida.
En los principales, entraña o asado argentino con guarnición, milanesa al limón o alguna pasta fresca. Por ejemplo, los agnolotis de esta semana con sus salsas también de lo más naturales. Para rematar la faena, el menú vuelve a abrirse a las necesidades del consumidor. Si es un día de homenajearse, el panqueque con dulce de leche o el budin de pan con manzana son dos auténticos billetes como para estar sentados a una mesa de la capital argentina. No son los únicos, pero no podemos hacer menos que recomendarlos. Encarecidamente. 12 euros con todo ello, pan y bebida, por cierto.
Además de lo descrito este momento de alegría y sabor para lo cotidiano, la carta de Che Baires, obvio, va más allá: dele. Para empezar por el final, con su parrillada de carne, algo que una o uno, al menos un par de veces al año se merece apretarse: una fiesta de asado, entraña, chorizo criollo, morcilla, etcétera, que haría perder el conocimiento a cualquier vegano y a un servidor, pero por motivos bien diferentes. Una introducción a esa algarabía puede ser el nuevo menú para compartir, que incluye tanto empanadas como una parrillada más selecta con bebidas y postre por 18 euros per capita.
En el otro lado de la mesa, las novedades del restaurante son atractivos tan potentes como la hamburguesa porteña o el sandwich de milanesa. Las dos opciones ya pueden ser una comida interesante per se, con su bebida y su café de salida (y, por qué no, un café porteño: café, dulce de leche y toque de nata). Las dos opciones han ayudado a que el restaurante combine públicos, aunque el dinamismo siempre se ha dejado notar entre tanto integrante inquieto en la familia: desde las chicas de la casa, ahora al frente del popular blog de recetas Hinojo, hasta el adoptado 'político' y ahora con un mural en su comedor, el ilustrador Lawerta.
La cazuelita de provoleta y tomates cherry, su pizza Maradona -que no blasfema precisamente el recuerdo del Pibe de Oro- o sus pastas frescas son de paso obligatorio en este teletransportador entre València y Buenos Aires. Sentados ahora en su renovada sala tan acogedora como su incansable servicio, tras describir todos estos platos que nos recuerdan tan buenos momentos vividos durante estos 15 años, solo nos queda decir: Che Baires... ¡qué bueno que viniste!
Nombre: Che Baires.
Zona: Ensanche.
Precio: 12 euros.
Dónde está: Reina Na Germana, 10.
Más información: Facebook.