Me gustaría compartir con todos ustedes un suceso que aconteció en el Museo Arqueológico Nacional, ubicado (naturalmente) en Madrid, hace algunas semanas.
Me encontraba viendo las joyas del museo con mi familia, y cuando llegamos a la Dama de Elche (uno de los centros neurálgicos del Museo, siempre lleno de gente), le expliqué a mi hija la mala suerte que hemos tenido los valencianos, dado que, a pesar de que en Elche llevan décadas exigiendo la vuelta de la Dama de Elche a Elche, finalmente no ha podido ser. ¿El motivo? Que los "técnicos" del Ministerio de Cultura consideraron que el clima extremo de Elche, con su humedad, provocaría el rápido deterioro de la Dama de Elche, que probablemente se desintegrase ante nuestros ojos conforme llegara a Elche. Por el contrario, en Madrid la Dama de Elche puede beneficiarse del clima seco de la capital (sobre todo, seco si eres valenciano y vienes a pedir que por favor te devuelvan algo, me habría gustado añadir). ¡Menos mal!
Iba yo a contarle a mi hija que había sido una suerte que sacaran la Dama de Elche de Elche justo a tiempo, antes de que el clima de Elche destruyera irremisiblemente a la Dama de Elche por estar más de 2400 años en Elche, cuando una mujer me interrumpió y, secamente (no en vano estábamos en Madrid), me dijo lo siguiente:
- Los ilicitanos se la vendieron a Francia, pero la recuperó Madrid.
A lo que yo repliqué:
- Bueno, Madrid no, el Estado español.
No entraré a valorar la mentalidad de alguien que irrumpe en una conversación de un padre con su hija para enmendarle la plana, pero bueno, hay que reconocer que eso le da más fuerza simbólica al componente “Madrid está hablando” de la historia. El caso es que ese fue el intercambio de pareceres. Me habría gustado extenderme un poco más en mi respuesta (para explicar, por ejemplo, que fue "Madrid franquista" quien recuperó la Dama de Elche en 1940, gracias a sus excelentes relaciones con los nazis, que habían ocupado Francia), pero la verdad es que el mensaje esencial, repetido una y otra vez, es siempre el mismo: Madrid abusa de su posición, te roba, te expolia, pasa de ti, se aprovecha… ¡Y te reprocha que se lo reproches y no reconozcas sus esfuerzos!
Llueve sobre mojado con la Dama de Elche, que fue uno de los muchos hitos de esta legislatura en los que comprobar todo eso que nos decían desde el PSPV durante años y años: con PP en València y PSOE en Madrid, mal; con PP en València y PP en Madrid, muy mal; con PSPV en València y PP en Madrid, peor que nunca; ¡pero ya veréis todos cómo empieza a manar la leche y la miel cuando consigamos la confluencia astral, PSPV en València y PSOE en Madrid!
Pues bien: llevamos en ese auténtico paraíso cinco años y las cosas siguen como siempre, en lo que se refiere a que la voz de la Comunitat Valenciana se oiga en el Gobierno central, se tenga en cuenta, se invierta en sus proyectos e infraestructuras y se desbloqueen problemas arrastrados durante años o décadas: todo sigue igual. Si me apuran, hasta se detecta cierto afán en los últimos años, por parte del “Madrid amable más social de la Historia”, de meter periódicamente el dedo en el ojo de la Generalitat, por las cosas que no hacen y también por las que deciden hacer.
Y sin embargo, ahora incluso en Madrid han comenzado a darse cuenta de que tienen que simular cierto interés por la Comunitat Valenciana. Por una parte, porque -como buena parte del poder territorial en España- está en el filo de la navaja en estas elecciones. Por otra, porque, perdida Andalucía, es la indiscutible “joya de la corona” que les queda a los socialistas en materia de poder autonómico. Y puesto que las perspectivas en términos municipales no son demasiado buenas (salvo la posibilidad de recuperar la alcaldía de Barcelona), salvar los muebles para Pedro Sánchez en la noche electoral del 28 de mayo pasa, indiscutiblemente, por preservar la Comunitat Valenciana.
Porque, si el Gobierno pierde su principal comunidad autónoma a cinco meses de las Elecciones Generales, la pulsión de cambio saldrá muy potenciada entre el electorado y será tal vez imparable, por muchos anuncios espectaculares que haga el presidente del Gobierno, o por mucho que el PP se empecine en demoler Doñana para conseguir el voto de un partido judicial y, tal vez, el premio gordo de la Diputación de Huelva (que es por ese motivo tan imponente por el que están dispuestos a cargarse Doñana, en la convicción de que a sus votantes les parecerá bien mientras echen a Sánchez).
Por ese motivo, en las últimas semanas hemos empezado a ver un sorprendente (por inusual) interés de Pedro Sánchez y el PSOE por lo que aquí acontece. Porque la Generalitat Valenciana no está perdida ni ganada para los socialistas: está en disputa. Y en algún momento el Gobierno de España, si quiere seguir siéndolo después de diciembre, tenía que intentar servir para algo positivo, y no como mero lastre electoral de desidia, pasotismo y decisiones perjudiciales para la Comunitat Valenciana.
(A ver si la cosa se pone suficientemente mal para que tengan que devolver in extremis la Dama de Elche, aunque haya que correr el riesgo de verla desintegrada conforme pase la frontera de Albacete).