La propietaria últimando los detalles del pop up. Foto: KIKE TABERNERVALÈNCIA. "Chula es mucho más que una marca de ropa". Así lo cree Laura Fontán, que hace diecisiete años decidió emprender una aventura en Hanoi con su marido Diego Cortizas. La pareja, que llegó a la ciudad vietnamita en 2004, se dejó embriagar casi al instante por la cultura asiática y emprender Chula, la firma de ropa que con diseños de Cortizas, la potencia de los colores y la exquisitez de las texturas, se ha ganado el reconocimiento de la industria de la moda en Vietnam.
El proyecto, que ejerce la mayor parte de sus ventas online, cuenta con dos tiendas en Vietnam. Una de ellas en Hanoi, un cultural hub donde se celebran conciertos y exposiciones de arte, la otra, en la ciudad de Saigon. "El 80% de la gente que trabaja para Chula tiene diversidad funcional", explica Laura Fontán, que remarcó que la mayoría son sordomudos y que la lengua de signos se volvió el sistema de comunicación en el ambiente de trabajo.
Fontán detalla que Chula es un proyecto transversal que incluye charlas, desfiles por todo el mundo y eventos pop up, como el que se celebra este jueves en el estudio de interiorismo Home by Auk. "Es la primera vez que estamos en València, pero espero que se pueda repetir una vez al año, y nos gustaría que la próxima vez fuese en formato desfile", declaraba la empresaria a Valencia Plaza.
Las sinergias sociales son el motor que mueve la energía del proyecto y lo dota de la perspectiva expansiva que lo caracteriza. Así lo explica Laura Fontán, que ha organizado el evento en la capital valenciana con la ayuda de María José Calabuig, quién en su día fue una clienta que conoció en Beijing y se convirtió en amiga: "María José entendió la filosofía de la tienda, esa es nuestra intención. Crear una comunidad de clientes que nos apoyen y se conviertan en nuestros mejores embajadores", explica.
Su esposo Diego Cortizas, con quien emprendió el proyecto, murió el pasado mes de octubre y dejó a la "familia Chula con un legado a continuar". "Era un hombre del renacimiento, diseñaba, componía y escribía", relata la propietaria, que reafirma lo mucho que ella y el equipo de artesanos están en proceso de absorber sus dotes creativas: "Diego creó cientos de diseños y ahora nos toca desarrollar todas las ideas que aportó en nuevas colecciones".
Las piezas de Chula son "únicas", caracterizadas por la sencillez en las siluetas que contrasta con la potencia aportada por la vivacidad cromática. "No hay dos prendas iguales, aunque se repitan diseños, jugamos con las telas y la disposición de los elementos", explica la propietaria. Además, uno de los rasgos de la firma es que la confección de las piezas no se rige al formato del trabajo en cadena: "La misma trabajadora que empieza elaborando una prenda realiza todo el proceso", subraya Fontán que estimó un periodo de cinco días para la elaboración de los vestidos más laboriosos a nivel de composición.
Wearable art es la apuesta de la firma. Un término que exalta el diseño de prendas y accesorios, confeccionados a escala individual y artesanal, que expresan la estética única del creador con la finalidad de exponer una declaración artística. “Te pones un Chula y ya ves la vida de otro color”, transmite Laura Fontán, quien defiende que detrás de cada pieza hay una historia que hace particular cada una de sus creaciones.
