El escultor Juan Flores se suma a la campaña de Mujeres y punto con una acción con la que quieren poner de relieve la poca presencia femenina en las elecciones del 26 de junio
VALENCIA. El taller del escultor Juan Flores es un hervidero. Por allí pasan sin cesar decenas de mujeres que, desde hace semanas, están duplicando su cabeza. Se trata del nuevo proyecto del grupo Mujeres y punto que, a la vista de unas nuevas elecciones en las que, de nuevo, los protagonistas son los hombres, han decidido crear una original protesta para poner de relieve la brecha de género que aún hoy sigue presente entre los cargos públicos. Alrededor de un centenar de cabezas blancas volverán a pisar una de las principales plazas de la ciudad, como ya hicieran en la del Ayuntamiento hace un año, para representar la invisibilización femenina en la res publica.
Mientras que en 2015 la acción quiso dar visibilidad a colectivos como Ciutat Vella Batega, Salvem el Cabanyal y Horta és Futur, ahora Juan Flores se suma al proyecto de Mujeres y punto, que lamenta que el próximo 26 de junio las mujeres hayan sido las grandes olvidadas de las listas. Una vez más. “Mi universo personal tiene que ser afín a la acción que se promueve, yo puedo ser de izquierdas o de derechas, pero si el proyecto no va con mis ideas voy a decir que no. En el caso de la plaza del Ayuntamiento se ponía sobre el papel el poder mal entendido, ahora utilizo mi lenguaje para hacer una reivindicación de género. Que me busquen significa que el proyecto se consolida”, explica el escultor.
La acción tendrá lugar apenas dos días antes de las elecciones, el 24 de junio, a la que le precederá un taller-performance que, de nuevo, volverá a ocupar la plaza del Ayuntamiento. Será el próximo 2 de junio cuando una representación de la asociación haga una demostración del proceso de construcción de cabezas en el corazón de la ciudad, una jornada en la que también harán aquello por lo que nació su proyecto: tejer. Pero, ¿para qué? Aunque el proyecto de Juan Flores nació a partir de las cabezas blancas de yeso, que aparecen con poco detalle para representar una masa unitaria, en este caso hará una excepción y dejará que aparezcan con un ‘complemento’.
Una mordaza de punto en tonos morados tapará la boca de cada una de las cabezas, más de un centenar, que se unirán a aquellas creadas para las primeras acciones. Eso sí, solo las de mujeres. “La máquina está en marcha. La mordaza no pervierte el lenguaje de las cabezas blancas porque cada una de ellas tiene potencia suficiente como para incluir ese elemento”, añade Juan Flores, que colocó las primeras cabezas en verano de 2014, cuando las esculturas de yeso tomaron las cumbres de Calicanto en la sierra Perenxisa, zona arrasada semanas antes por un incendio que acabó con 320 hectáreas, obligando a 2.900 personas a ser desalojadas.
“Siempre hay interés por reforzar el tejido social, es un trabajo pedagógico”, añade Flores. La acción, que supone una mezcla entre el trabajo del escultor y la labor social de la agrupación de mujeres, se enmarca dentro del proyecto 'No quiero ser un huevo frito', cuyo nombre recibe de la teoría sobre el aislamiento de la mujer sometida al hombre. Mujeres y punto son una asociación que, desde hace cuatro años, combinan las acciones puramente creativas con aquellas de carácter reivindicativo y, también, solidario, pues han colaborado con diferentes asociaciones desde que iniciaran su andadura.
Fue en el año 2014 cuando comenzaron las reuniones periódicas para tejer, encuentros que pronto se transformaron en acciones en espacio público en las que forraron bancos, bolardos y otros elementos de mobiliario urbano con punto. Su primer gran proyecto también tuvo tintes reivindicativos, pues se trató de una una enorme pancarta con el lema ‘No aparques tus sueños’, que colocaron en la zona de aparcamiento del campus de Tarongers de la Universitat de València para protestar contra los recortes en educación y la subida de tasas. Desde entonces, además, han colaborado con el festival de música reggae Rototom Sunsplash, que cedió les cedió un espacio para que lo decoraran a su antojo.