El hambre emocional puede fomentar que se desarrollen malos hábitos de alimentación y a largo plazo hacernos sentir peor
Si en demasiadas ocasiones te has encontrado en la cocina pensando qué puedes comer para contener el amasijo de emociones que te asaltan tras un bache en el trabajo, una riña con tu pareja o ante los nervios por una prueba académica quizás haya llegado el momento de que pongas en marcha las siguientes estrategias.
Según explica en la web dirigida a pacientes Kristin Kirkpatrick, dietista del 'Wellness Institute' de la Clínica Cleveland, este 'hambre' emocional puede fomentar que se desarrollen malos hábitos de alimentación ya que los alimentos a los que solemos acudir tampoco son precisamente saludables y en realidad nos pueden hacer sentir peor, es el caso de los aperitivos salados, la bollería industrial o los postres.
Desde este sitio en Internet, la dietista señala algunas estrategias que pueden ayudarnos a que nuestras emociones no pongan la zancadilla a una alimentación saludable en el largo plazo:
1. Descubre aquello que dispara tu apetito emocional
Un mal día en el trabajo o una pelea con un amigo son problemas inmediatos pero el 'hambre' emocional puede proceder de otros problemas crónicos también. Esto incluye el estrés crónico, la ira a largo plazo, depresión y otras preocupaciones. Si esto te es cercano, consulta con tu médico sobre cómo frenar este estrés emocional. Los apartados que se apuntan a continuación podrían ayudar pero en definitiva necesitas identificar el origen de este apetito que se dispara con las emociones y afrontarlo.
2. Pregúntate por qué estás comiendo
Cuando vayas a acudir al frigorífico, la despensa o la máquina de aperitivos sólo tienes que plantearte una cuestión: ¿Tengo hambre? Es fácil dejarse llevar pero si te haces esta pregunta podrás al menos reconocer qué te está motivando a comer. En el mejor de los casos podrías aceptar que no tienes en realidad hambre y no comer nada. Otras veces, ser consciente te puede ayudar a decidir mejor qué comer y optar por algo más saludable.
3. Pásate a los aperitivos saludables
Si no tienes una bolsa gigante de patatas fritas cargadas de grasa a mano no te puedes comer la bolsa entera lo que es también recomendable porque comer en exceso aperitivos procesados puede elevar tus niveles de la hormona del estrés cortisol.
Si necesitas un aperitivo salado mejor come palomitas de maíz, sólo con sal y aceite. De esta forma te tomarás estos cereales al completo, convirtiéndolos en una importante fuente de la hormona del bienestar serotonina. Además, conseguirás antioxidantes que mejoran el sistema inmune y muchas menos calorías que con las patatas fritas.
Si el estrés, la ira o la tristeza desencadenan tu apetito recuerda que al 'subidón' que proporciona el azúcar se acompaña después una caída del ánimo. Los alimentos dulces y procesados pueden incluso hacer que los síntomas depresivos empeoren.
Como alternativa a tu dulce favorito puedes intentar tomar alguna fruta dulce en el exterior, estés en casa o en el trabajo. Comerás más frutas y vegetales si los tienes accesibles.
4. Elige alimentos que combatan el estrés
A menudo, en el ámbito anglosajón en las situaciones en las que participan más las emociones se ofrecen infusiones o tés. El té a menudo contiene antioxidantes que ayudan en estos momentos. El té verde, el blanco o el té matcha (un tipo de té verde) contienen un aminoácido llamado L-teanina que podría ayudar a reducir los niveles de estrés.
Si te gusta picar al final de la noche prueba con las cerezas o su zumo, no sólo es un alimento dulce sino que también aumenta los niveles naturales de melatonina para ayudarte a dormir. También el salmón y otros pescados ricos en ácidos grasos omega 3 podrían ayudarte a conciliar el sueño y en la prevención de la depresión.
La lista continúa: chocolate negro (al menos con el 70% de cacao), cereales integrales, frutos secos, legumbres y frutas y vegetales forman parte en conjunto del mantenimiento de una mente sana. La clave es almacenar alimentos que te ayuden con tu estrés o emociones y evitar los procesados que en realidad pueden empeorar cómo te sientes.
5. Prepara aperitivos de emergencia
Si eres propenso a estos ataques de hambre emocional, lo mejor es estar preparado. Por ejemplo, no comas ningún alimento directamente del empaquetado en el que está, este es el camino más rápido a un atracón y a la recompensa fácil.
En vez de ello, prepara porciones de aperitivos como frutos secos, palomitas de maíz o vegetales precortados en bolsitas o pequeñas fiambreras. Puedes considerar estos tentempiés preparados una salida de emergencia ante el apetito emocional o una forma saludable regular de comer entre horas.
Además de estos consejos, Kirkpatrick recuerda que si se necesita la ayuda médica para solucionar problemas emocionales es mejor siempre acudir a consulta, donde se puede encontrar el modo de afrontar el estrés, la depresión, la ira o cualquier emoción negativa con un tratamiento global.