Cine

¿Existe un solo 'estilo Ghibli'? Cómo las imágenes hechas con IA estereotipan nuestra mirada sin que nos demos cuenta

  • Escena de ‘El cuento de la princesa Kaguya’ de Isao Takahata.

VALÈNCIA. “Para mí, esto es un insulto a la vida misma”, dijo el animador Hayao Miyazaki la primera vez que vio imágenes generadas por una inteligencia artificial. Se trataba de un modelo que le habían presentado ante el equipo de animadores, que se movía automáticamente por un espacio indeterminado. Un cuerpo digital, parecido a un zombie, que se arrastraba torpemente ante los ojos del director de El viaje de Chihiro. “Quien haya hecho esto no tiene ni idea de lo que es el dolor, realmente”, sentenciaba.

 

Anonadado, e indignado, Miyazaki contó entonces que todos los días saludaba a un vecino con una discapacidad, al que le costaba un esfuerzo sobrehumano sólo el gesto de levantar la mano para chocar los cinco. Pero lo hacía. En cambio aquellas imágenes que se movían solas, venía a decir, eran un insulto porque no tenían un propósito. No partían de una intención, un pálpito. Algo real. Carecían totalmente de alma y, por tanto, de razón para existir. Que puedas hacer algo –que la tecnología te lo permita–, no significa que debas hacerlo. 

 

OpenAI actualizó ChatGPT la última semana de marzo con un nuevo generador de imágenes nativo con capacidades mejoradas. Ahora con unas pocas palabras, y una imagen de referencia, la IA más popular del mercado informático occidental te puede ofrecer imágenes al querer. Y ante la mera posibilidad, las redes y las fotos de perfil de muchísimas personas se han llenado de imágenes 'estilo Ghibli'. Hasta tal punto se volvió viral pedirle a la IA que transformase fotos personales al ‘estilo Ghibli’ que los servidores estuvieron a punto de colapsar, la herramienta empezó a dar problemas y Sam Altman, el CEO de la empresa estadounidense, pidió a los usuarios que echasen el freno en sus peticiones a la inteligencia artificial. ¿Qué habría dicho Miyazaki? 
 

  • La protagonista de ‘Earwig y la bruja’, de Goro Miyazaki, prepara una pocio?n. -

La mirada uniformizante de la IA

Lo primero que llama la atención, cuando uno hace una búsqueda simple de las millones de imágenes que se han generado en pocos días al ‘estilo Ghibli’, es su plúmbea uniformidad. El alud de este tipo de imágenes ha generado debates en torno a los derechos de propiedad intelectual, el robo y usurpación de  trazos, gestos y características artísticas, la dudosa gestión de datos personales que hace ChatGPT e incluso el impacto medioambiental que tiene la IA –invisible para la mayoría–.

 

También ponía de relieve el cineasta Nacho Vigalondo la naturaleza forzosamente molesta y falsaria de imágenes hechas por nadie que evocan un universo creativo –el del Miyazaki–, conocido por ser militantemente refractario a la implementación de nuevas tecnologías en el proceso animado. El estudio, más allá de la obvia influencia que tiene este animador, lleva utilizando la animación digital, la renderización y el CGI más de dos décadas. Con todo y con eso, y sin quitarle un ápice de importancia a dichos debates, algo más se nos ha escapado. 

 

Todas las imágenes generadas por IA se parecen. Muchas imágenes humanas también, pero cada una a su manera. Lo expresaba certeramente la autora de cómic y gestora cultural Mireia Pérez en un artículo de Laura García Higueras para elDiario.es. Ella decía que con cada imagen hecha por ChatGPT se genera “una especie de lugar visual común” con sus “propios códigos estéticos”. Éstos pasan por una paleta de colores determinada –que, por lo que sea, aquí tira hacia tonos ocres cálidos y filtros sepia–, y una limitada gama de características, trazos y juegos pictóricos que pueden recordar a algunas figuras de películas de Hayao Miyazaki. 

 

  • Un chef prepara un ramen para los protagonistas de ‘Ghiblies’ de Yoshiyuki Momose. -

Sin embargo, la IA no dibuja –o como se le llame a lo que hace– al ‘estilo Ghibli’ formas abstractas. Por eso no he encontrado ninguna imagen que recuerde a los trazos precisos y aparentemente sencillos de El cuento de la princesa Kaguya de Isao Takahata, ni he visto los rostros cartoon de Mis vecinos los Yamada, del mismo director. Tampoco las figuras antropomorfas de Haru en el reino de los gatos de Hiroyuki Morita, ni los gestos hiperexagerados de Ghiblies de Yoshiyuki Momose. Ni mucho menos las extrañas texturas en CGI de Earwig y la bruja de Goro Miyazaki. Todas películas de Studio Ghibli.

 

Para la inteligencia artificial una imagen ‘estilo Ghibli’ agranda los ojos y las bocas del rostro humano, mientras elimina todas las imperfecciones de la piel (siempre del mismo tono, aunque genere sombras). Las miradas son siempre iguales porque el estilo escogido por el generador tiende a redondearlas y agrandarlas, lo que genera sensación de amabilidad y tranquilidad. Cualquiera que lea un manga sabe que los ojos pequeños transmiten inteligencia y frialdad, las formas triangulares reflejan riesgo y velocidad, las cuadradas fuerza y control. Pero ChatGPT quiere agradar, porque así le pedirás más cosas, que seguirán haciéndolo evolucionar. 

 

Estereotipar, en una de sus acepciones, es fijar mediante su repetición frecuente un gesto, una frase o una fórmula artística. Y esto es exactamente lo que hace la IA. Entiende el ‘estilo Ghibli’ como le parece y uniformiza bajo sus parámetros la mirada. La nuestra. Con la consiguiente pérdida de diversidad pictórica y cultura visual. Obviando todo lo que no encaje con su idea de ‘estilo Ghibli’, siendo la imagen relegada al olvido y las profundidades de Internet la realmente original. Es decir, la obra realizada por un estudio con centenares de artistas y muchos directores además de Miyazaki. 

 

Visto el éxito arrollador del generador de imágenes no solo cabría preguntarse cómo y por qué escoge esos parámetros para definirlos como ‘estilo Ghibli’, sino a cambio de qué estamos contribuyendo a esta estereotipación. Sorprende la ligereza con la que contribuimos al hurto más o menos evidente, a la destrucción de puestos de trabajo, la masiva precarización de modos de vida y profesiones creativas –un sector por naturaleza maltratado en nuestro país–, y el monocultivo visual de nuestra era. 

 

Mientras lo que se degrada, en última instancia, es nuestra creatividad y nuestro trabajo. ¿Estamos dispuestos a ello por tener una imagen graciosa en la galería, que olvidaremos pasado mañana? 

 

  • Escena de ‘El cuento de la princesa Kaguya’ de Isao Takahata. -
Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo

'Muy lejos': Mario Casas se enfrenta al proceso de deconstrucción masculina
Paco Rabanne, las Fallas y el fútbol de los 90, protagonistas de DocsValència