Cine

Manuel Ríos San Martín: "Para adaptar al cine tu propia novela hay que ser cruel"

El autor lleva "La huella del mal" a la gran pantalla

  • Blanca Suárez, Manuel Ríos San Martín y Daniel Grao
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ALICANTE. Manuel Ríos San Martín (Madrid, 1965) es uno de esos creadores que él se lo guisa y él se lo come. Y es que el escritor, director, productor y guionista de cine y televisión publicó en 2019 la novela La huella del mal, que se acaba de llevar a la gran pantalla. Una adaptación que él mismo ha dirigido y que está protagonizada por Fernando Cayo, Daniel Grao, Blanca Suárez, Víctor Palmero, Daniel Horvath, Aria Bedmar y Kevin Brand. Este thriller arranca con un asesinato en Atapuerca (Burgos). De neandertales va la cosa. De los de hace 40 000 años y de los de pleno siglo XXI. 

— Todo arranca con neandertales. De los de hace 40 000 años y de los de pleno siglo XXI. ¿Distan mucho unos de otros?

— Gente bestia ha habido en todas las épocas, eso seguro, por desgracia. No tenemos más que mirar en los periódicos. Pero muchas personas tienen una falsa imagen de los neandertales.

Según los estudios, cada vez está más demostrado que los Neandertales y nosotros nos parecemos más de lo que pensábamos. Para lo bueno y para lo malo. Incluso ellos tenían un cerebro un poco más grande que el nuestro. Y ya fabricaban instrumentos de piedra, ropa, etcétera. Todo apunta a que tenían un lenguaje complejo, incluso da la sensación de que podían utilizar adornos y desarrollar algo de arte primitivo, aunque todavía está por demostrar. Una de las diferencias que se suelen apuntar es que los sapiens éramos capaces de juntarnos en grupos más numerosos.

Es muy posible que un neandertal pudiera estudiar en la universidad como nosotros y pegarse contra aficionados de otro equipo ¡Aunque hay quién dice que las banderas son más sapiens! (risas)

— La violencia ha sido una herramienta para para sobrevivir a lo largo de la evolución y que ahora no se precisa en las sociedades occidentales. ¿Por qué nos cuesta tanto librarnos de ella?

— Según se dice en la película, la violencia está presente en nuestro ADN porque nos ha sido útil durante toda la historia, aunque ahora nos avergoncemos y no sepamos qué hacer con ella. Pero la violencia es intrínseca al ser humano. Y eso no quiere decir, que la empatía no esté tan presente o más que la violencia.

En Atapuerca se han encontrado restos de canibalismo, pero también de comportamientos muy distintos. Es el caso de Benjamina, una niña de unos diez años con graves problemas de deformidad en el cráneo y que, sin embargo, fue cuidada por todo el grupo familiar, hace 400.000 años.

Si pensamos en una ciudad como Alicante con más de 300.000 habitantes, nos damos cuenta de que la mayoría de la gente convive en paz, se para en los semáforos, entra a comprar a una tienda y paga, que quiere a sus hijos, tiene amigos, pero también es verdad que, cuando hay una persona violenta, genera a su alrededor mucha agresividad y es capaz de convencer a más personas. Eso lo vemos a diario en partidos de fútbol y, a veces, hasta en países enteros.

— ¿Te has peleado mucho contigo mismo para mantenerte fiel a la novela en su adaptación a película?

— La adaptación la he trabajado con Victoria Dal Vera, que es una guionista con la que colaboro de manera habitual. Es curioso, pero incluso Victoria ha sido más defensora de la novela que yo. Yo le decía todo el rato: eso ya lo he hecho, el que quiera leer la novela la puede leer.

Una película es un lenguaje diferente. Necesita más acción y no puedes meter tanta parte científica. Para adaptar al cine tu propia novela hay que ser cruel con ella y tener una serie de criterios que te sirvan para reducir las páginas de 500 a 100. En este caso, por ejemplo, hemos quitado todo lo que no era estrictamente prehistoria. Hemos unificado temporal y espacialmente la historia.

— Entonces, ¿el lector-espectador va a encontrar muchas diferencias? ¿Puede echar algo de menos?

— El lector que vea la película va a encontrar diferencias, pero yo creo que lo que va a ver es que el espíritu se respeta, como no podía ser de otra manera, al ser el autor (risas), pero verá que faltan tramas.

Algunos personajes están matizados y otros tienen mayor desarrollo como, por ejemplo, los jóvenes arqueólogos obsesionados con la prehistoria. En la novela tienen poco espacio. Podemos ver las consecuencias de sus actos, pero todo está en ojos de los policías. Sin embargo, en el audiovisual, me parecía que era muy interesante tener un grupo de chavales jóvenes que hicieran locuras. Dan acción y belleza a toda la historia.

— ¿Alguna vez has escrito pensando en qué actor podría ponerse en la piel de tus personajes?

— La novela negra siempre es más fácil de llevarla al audiovisual que otro tipo de novelas, pero, de todas maneras, cuando yo empiezo un proyecto, decido si creo que lo debo desarrollar como novela, como serie de televisión o como película. Cuando decidí escribir La huella del mal, la pensé como novela, con todas sus consecuencias. Eso no quiere decir que, trabajando como trabajo en el mundo audiovisual, puede ser una posibilidad que mis novelas acaben en el cine o en la televisión, pero en el momento de escribir hay que olvidarse de eso e intentar que sea la mejor novela posible.

— ¿Cómo ha sido ir en la búsqueda de esos personajes que tú habías creado?

— La búsqueda de actores para interpretar los personajes ha sido un momento muy emocionante.

Cuando escribí la novela, hace cinco años, le mandé un ejemplar a Daniel Grao. Es el único personaje que al terminar la novela me vino a la cabeza cómo podía ser su físico concreto. Acababa de trabajar con él en la serie Sin identidad, y me parecía que podía hacer un estupendo Daniel Velarde, pero el resto no lo había pensado.

Con la producción en marcha, pensamos en buscarle una pareja a Daniel y no se nos ocurrió nadie mejor que Blanca Suarez. Al principio, parecía que tenía muchos problemas de fechas, pero le mandamos el guion y antes de tres días nos contestó que le había encantado y que iba a intentar hacerla. Movimos un poco las fechas de la película y conseguimos encajarla.

Para otros personajes, como el de Aria Bedmar o el de Andoni García, sí hicimos casting. También para el de Daniel Horvath.

Los personajes de La huella del mal son complejos y necesitábamos verlos en acción antes de decidirnos. Estoy muy contento con el reparto.

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