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EL MURO / OPINIÓN

Ciudad en venta

La Ciudad de la Luz de Alicante no escapa a su venta. Saldrá por 94 millones cuando su coste se acercó a los 300. Lleva ya tres años cerrada y sólo fue escenario de sesenta y tres rodajes. Otro negocio ruinoso que añadir al saco

28/02/2016 - 

VALENCIA. La Comisión Europea condenó a la Generalitat a vender los estudios de Ciudad de la Luz por competencia desleal. Hasta le ha puesto el precio. Fue el gran proyecto “zaplanista” para Alicante heredado después por Francisco Camps. No hay marcha atrás, aunque sea injusto después de la inversión realizada a partir de nuestros bolsillos; una auténtica pesadilla. Iba a salir a la venta por una cantidad ínfima, como se vendió Terra Mítica después del gasto desproporcionado y descontrolado aunque un gran negocio resultante tras todo lo que allí se enterró.  

Hay que vender Ciudad de la Luz porque una administración pública no puede competir con el sector privado al estar en lógica desventaja. Se ve que en su momento no lo sabían o no quisieron preguntarlo. Así que nos dejamos sin más casi 300 millones de euros por el camino, sin contar nóminas de los muchos familiares de políticos afines que pasaron por sus instalaciones durante sus pocos años de vida, déficits acumulados y otras inversiones, para acabar subastando ahora el complejo por unos casi “insignificantes” 94 millones de euros. Menudo negocio puede hacer alguno, aunque otros ya lo hicieran también en momentos previos. La Generalitat se reserva la potestad de poder reservar algunos edificios del complejo para uso institucional. 

Los estudios de Alicante albergaron en su corta existencia únicamente el rodaje de 63 películas entre 2005 y 2012

Los estudios de Alicante albergaron en su corta existencia únicamente el rodaje de 63 películas entre 2005 y 2012. Sale cada una de ellas a muchos millones de euros sin contar el resto de gastos y subvenciones. Un chollo. El mismo que se llevó un productor subvencionado por la causa y que todavía pide más por quedarse sin lo suyo. La cantidad de producciones es una risa en comparación a las que genera cualquier estudio menor del mundo, aunque eso sí, serio y profesional. 

Pero en Alicante construyeron un Kremlin para celebrar juntas de vecinos. Aún así, los aparatos propagandísticos de Gerardo Camps, entonces conseller de Economía y presidente del holding a quien Intervención de la Generalitat le preguntaba dónde estaba él cuando se producía el despropósito que allí ejecutaba, “vendían” no se sabe cuántas pernoctaciones de estrellas millonarizadas.

Ciudad de la Luz ha sido otra de las mayores ruinas de los últimos años. El interés no estaba en crear realmente un espacio cinematográfico universal con el que convencer a Europa, generar industria y conquistar a las major, si no en un dar un pelotazo urbanístico gracias a su entorno; un inacabable terreno rústico llamado Aguamarga recalificado para su fin y que, con ayuda de la banca amiga, hoy desaparecida de nuestro entorno, iba a crear un paraíso de hoteles, urbanizaciones y complejos de ocio cerca del mar. Tal cual. Y además reconocido públicamente.

El cine y su sector, en el fondo, siempre fue lo de menos. Hasta cerramos la televisión autonómica que era la que debía generar industria y riqueza para el entorno. El cine es pasajero si no es temperamental y cruje el cerebro de un periodistas como sucede en Spotlight, El año que vivimos peligrosamente, o incluso Miedo y asco en Las Vegas, Bajo el volcán o La hoguera de las vanidades, aunque siempre sean mejor los libros de los que nacen sus guiones. 

La cifra de películas rodadas allí ya no es el ejemplo sino que lo es también el gasto derivado en el pago de subvenciones a equipos deportivos y fotos institucionales -cuatro millones de subvención costó la de Francisco Camps con Gérard Depardieu durante el rodaje de Asterix-. Y lo que se llevaron los amigos del reparto público y la complacencia. Está todo documentado institucionalmente. Y hay para todos. ¿Qué es el cine para muchos salvo refrescos, palomitas y tener dos horas de silencio familiar alrededor? 

Muchos de los 400 millones de sobrecostes y repartos puntuales están llamados a irse por el trasfondo de la inmovilidad de una política pasajera y efímera a cargo de un Gobierno al que los focos han puesto el punto de mira, como estos días algunos medios apuntaban, y creen haber visto allí algo más que una aventura pasajera, más bien una inversión en pro del falso desarrollo de un sector casi inexistente y sin políticas reales de empuje. Si creían de verdad en el cine, antes mejor salvar la televisión autonómica, haber creado una estructura sectorial y de paso haber abierto los estudios a la creación de una realidad. Pero no era el caso. No se trataba en realidad de generar una industria o pensar en su desarrollo y consolidación ni un “star system” que decía Esteban González Pons  iba a conseguir RTVV. 

Financiamos un Conservatorio que nos da grandes músicos, unas universidades que nos ofrecen brillantes técnicos, científicos y profesionales, pero muchos de ellos acaban saliendo despavoridos por el propio sistema. Hemos financiado proyectos que sólo han generado déficit, riqueza personal y desconfianza inmediata. 

La presencia de Ciudad de la Luz era hacer de simple intermediario para rodajes EVENTUALES

La presencia de Ciudad de la Luz era hacer de simple intermediario para la cesión de rodajes circunstanciales. Era mucho más interesante traer a Coppola y pagarle una millonada por una conferencia y unas fotos institucionales con Rodríguez Galán, entonces director del complejo, que crear nuevos cineastas vinculados a los centros especializados: buenos y también malos, pero con oportunidades. Una lástima con la que ahora nos sonrojamos quienes pagamos y continuamos pagando pero no quienes la hundieron.

La Generalitat se creyó capaz de poder gestionar en sí misma un complejo cinematográfico en plan bestia, pero el día que entrevisté al arquitecto americano Gary Bastien, autor de Ciudad de la Luz y especializado en la construcción de estudios de cine, él mismo se echó las manos a la cabeza porque no sabía de verdad de qué iba todo el asunto. Pero además y para rematar, la Generalitat decidió contratar a una empresa/grupo externo para que gestionara en sí el complejo por un canon anual de más de un millón de euros y cuyas diferencias acabaron en los tribunales. ¿Alguien lo entiende? Yo, sí. Se llama absoluto desconocimiento real de donde se habían metido, sinsentido y, por supuesto, pelotazo. No quiero creer, después de lo que continúa apareciendo estos días en los papeles, que de allí salieran “mordidas”, aunque la realidad siempre supere cualquier tipo de ficción cinematográfica al estilo Tarantino.

Miguel Mazón, nuevo consejero delegado del complejo, al igual que hizo en RTVV debería de explicarnos en profundidad lo que se ha encontrado al abrir cajones. Seguramente lo mismo que advertían año tras año Sindicatura e Intervención. O sea, un nuevo escándalo venidero. El caso es de estudio sociológico o más bien de tesis doctoral. Atentos a la pantalla. 

¡Esto es todo, amigos! 

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