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el tintero / OPINIÓN

Ciutat Vella Viva

Este tintero nunca se debería haber escrito, porque jamás una corporación municipal del cap i casal debería tener entre sus objetivos destrozar su centro histórico, aniquilar sus comercios centenarios y adoptar complejísimas medidas de forma unilateral y antidemocrática

4/03/2020 - 

La vieja Europa, tras un siglo XX de guerras y destrucción, parecía encaminada a tomar un renovado rumbo donde el respeto y cuidado de la gran herencia histórica, patrimonial y en definitiva cultural que poseen las ciudades que la conforman, sería algo irrenunciable en la acción de los representantes políticos de cada municipio, pero el capital siempre irrumpe con sus pros y también sus contras. De un sistema de economía de mercado razonable, hemos evolucionado en muchos aspectos hacia un capitalismo salvaje y deshumanizado, o como suele denominarlo el catedrático de filosofía del derecho, Jesús Ballesteros, pornocapitalismo. Una especie de ley de la selva donde solo importa el beneficio inmediato y poco se repara en las consecuencias a medio y ya no digamos a largo plazo de algunas acciones. 

Las ciudades europeas tienen una rica historia que las hace especialmente interesantes para los turistas y visitantes, y dentro de su variada oferta dependiendo del tamaño de la urbe, la mayoría cuentan con un casco histórico de especial valor y relevancia, que no sólo se nutre de catedrales, magníficos templos religiosos, palacios y casas históricas sino también de comercios vinculados a la historia y tradición autóctona. Y es en este último punto en el que creo que nuestra querida Valencia está comportándose de una manera indigna con sus más honrosos y valientes vecinos, quienes han configurado el paisaje local gracias a su esfuerzo, a su entrega y a sus ganas de ofrecer productos a los clientes donde ya lo hacían sus padres, pese a que en muchas ocasiones habría sido más sencillo y económico renunciar a ello. 

El centro histórico de Valencia conocido como Ciutat Vella o Barrio del Carmen por su majestuoso museo e iglesia del Carmen, hoy convertido en Centro Cultural ha sido históricamente un barrio con una fuerte personalidad por la relevancia pública de muchos de sus edificios, entre ellos la Catedral de Valencia, el Palacio de la Generalidad, el Mercado Central o la Lonja de la Seda y una multitud de iglesias de gran belleza, pero a estos monumentos se suma un entramado urbano donde comercios de diferentes sectores configuraban una zona de gran variedad y riqueza para el vecino y el visitante (que no siempre para el turista). El paso del tiempo, la sucesión de los negocios familiares y las nuevas formas de vida provocaron que ya en las últimas décadas del siglo XX desaparecieran muchos de los comercios más emblemáticos ante la pasividad de los gobernantes y todo sea dicho, la ignorancia de la mayoría de los ciudadanos que apenas dicen “ahí es donde estaba la ferretería del Collado”, por ejemplo, uno de los recientes cierres junto a la Lonja. 

La esperanza es lo último que se pierde y reconozco que cuando Compromís accedió a la alcaldía de Valencia, no confiaba en que realizaran la mejor de las gestiones, pero sí que se preocuparían con cierto celo de cuidar y mantener el comercio de barrio, especialmente los más característicos y singulares del centro histórico con todo tipo de ayudas y subvenciones. (Aclaro, sí digo ayudas y subvenciones porque para derrocharlas en entidades nacionalistas y catalanistas, mejor ayudar a familias con comercios míticos buscando la forma más factible y razonable). Y en el caso de que los comercios se vieran abocados a cerrar porque la viabilidad fuera imposible, la actuación de una seria concejalía de patrimonio debería salvaguardar hasta el último azulejo de Manises o cualquier mostrador de madera de mobila, y me consta que no ha sido así en muchos casos. 

La realidad actual es gravísima porque los concejales del ayuntamiento de Valencia pretenden aniquilar la vida cotidiana del centro histórico dejando sin paradas de autobús ni tráfico rodado (más todavía, su odio a la libertad individual y de movimiento es difícil de entender) gran parte del distrito uno de la ciudad y así lo dijeron de manera clara y respetuosa los comerciantes del centro histórico, auténticos héroes de esta ciudad el pasado sábado. Comercios como Gran Menaje, Horno Alfonso Martínez, Horchatería Collado, Bodegas Baviera, Perfumería La Royal y por supuesto el gran Mercado Central merecen otro trato, merecen ser escuchados, entenderlos y apoyarlos porque ellos con sus familias y su esfuerzo han dignificado el corazón de Valencia y unos desalmados sin escrúpulos que sólo planifican desde los despachos y con una mentalidad infantil, quieren colapsar ese corazón. Pasarán pero no se no quedarán. ¡Ciutat Vella Viva!

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