VALENCIA. Calle conde Trénor, número 9. La que fuera sede central de Imelsa, nombre que ha dejado de usar la administración pero que queda presente en el Caso -en mayúscula-, se llenó ayer de billetes. Eso sí, partidos en pedazos. La nueva edición de Intramurs asomó ayer la patita con una fiesta de presentación y exposición colectiva en la que criticó el poder del dinero sobre la cultura, llegando a trocear billetes escondidos en bolas de una máquina expendedora.
Bajo el lema Troublemakers/L'embolic, y con una imagen creada por el estudio Concierto Gráfico, el festival urbano promete una problemática edición que, del 20 al 30 de octubre, apretará las tuercas del sector artístico presentando una Valencia todavía en construcción. Fue el artista Carlos Llavata el encargado de plasmar ese espíritu con un site-specific a partir de un proyecto que nació en 2010 en la feria de arte contemporáneo Arco Madrid. "¿Está muerto?". Un coche volcado en la plaza músico López Chávarri y, dentro, un hombre con traje y corbata sin mover un músculo. Pasaban los minutos, pero la escena seguía sin evolucionar ante la atenta mirada de artistas, curiosos y vecinos desconcertados por el horror. En este caso la realidad superó la ficción y los cuerpos de seguridad hubieron de atender una emergencia física antes que la cultural. Eso sí, la segunda emergencia también.
El cuerpo de bomberos de Valencia y una ambulancia de Cruz Roja fueron los encargados de rescatar a Llavata en una acción que reivindica, precisamente, la necesidad de implicación de todos los agentes sociales en el tejido artístico de la ciudad. "Es un debate que gira en torno a lo público y lo privado, segunda parte de una trilogía que inicié en 2010 en el pabellón 4 de la feria Arco, un rescate en el que descontextualizamos a los cuerpos de seguridad de su labor cotidiana", explica el propio artista.
"Se habla de burbuja inmobiliaria o política, pero en el arte también las hay. El rescate previene de la desaparición de la posición de control del artista. Este es el eje de la narrativa". El rescate físico del conductor/artista es precisamente la salvación de la cultura, simbolizada en el propio Llavata, que se debate entre la vida o la muerte a expensas de cómo sea manipulado por otros agentes externos. "A pesar de que es un trabajo que desarrollo fuera, encaja perfectamente con Intramurs y el momento que vive Valencia después de más de veinte años con estas políticas culturales".
Esta segunda parte de su proyecto, cuya "ambiciosa" tercera está aún por llegar, no empezó ayer, sino que el artista sitúa el punto de partida en la propia negociación con la administración y los cuerpos de seguridad. Las idas y venidas, dudas y, finalmente, aceptación del proyecto forman parte de ese reflejo sobre la implicación de la sociedad en el hecho cultural. No en vano, la propia concejala de Seguridad Ciudadana, Sandra Gómez, estuvo presente mientras los bomberos de Valencia realizaban un simulacro arty.
Carlos Llavata se adentra, una vez más, en el territorio hostil de su propia biografía, para convertirse en víctima de un accidente de tráfico, un siniestro figurado que remite al absurdo de la ficción dentro de ciertos hechos basados en una potencial realidad. El rescate del artista accidentado permite abundar en la vieja idea baudrilardiana de simulacro, convirtiendo la vida en un fake. "La evidencia es muy contundente".
Siniestro, sí, pero ¿total? Intramurs, como en San Juan, inicia su nueva edición sacando las malas vibraciones fuera para, en pocas semanas, dar paso a las buenas. Del 20 al 30 de octubre el festival llevará al barrio numerosas actividades para crear tejido social a través del arte. En la anterior, celebrada a finales de octubre del 2015, participaron 400 artistas de distintas disciplinas desde happenings, performances y actuaciones musicales hasta intervenciones urbanas, festival de dj’s, pasando por escaparates ‘tuneados’, galerías y bares.
La Valencia en construcción que presentan en el año de l'embolic, además, quiere cruzar fronteras, pues se hermanará con el festival americano Burning Man para realizar un intercambio de artistas. De la mano de su principal patrocinador, Caixa Popular, uno de los artistas que participen en su nuevo edición, cuyo periodo de acceso sigue abierto, transformará una sucursal bancaria a su antojo.