VALÈNCIA. El estrés no es malo. Al contrario, es una reacción fisiológica normal del organismo ante una situación considerada peligrosa o que requiere alta energía para solucionarla. La activación física que conlleva tener estrés de corta duración y de forma puntual (estrés agudo) facilita la concentración porque te hace estar más alerta. Pero, cuando esta situación es continuada y se convierte en un estado crónico, es un problema.
Episodios frecuentes de tristeza o irritabilidad, temores que antes no se tenían, preocupación constante, indecisión, sensación de falta de aire, episodios de taquicardia, cefaleas frecuentes, temblores ocasionales, molestias gastrointestinales, tensión muscular, cansancio, aumento o disminución del apetito o insomnio son los síntomas más frecuentes de que se está ante una situación de estrés crónico. “El organismo te avisa de que algo está mal y hay que escucharle. El problema es que muchos no lo relacionan con la tensión que viven en su día a día”, comenta la doctora Amparo Espinosa, psiquiatra de la Unidad de Desintoxicación Hospitalaria del Hospital Vithas Nisa Aguas Vivas / Ivane Salud. Ivane Salud es el centro de desintoxicación hospitalaria y salud mental en Vithas Nisa.
Eso hace que problemas que pueden tratarse fácilmente con un seguimiento psiquiátrico y psicológico se agraven y tengan graves consecuencias para nuestra salud física como para la mental. Los más frecuentes, a nivel mental, son la ansiedad y la depresión. A nivel físico podemos hablar de gastritis, colón irritable, dermatitis, infecciones, trastornos menstruales, contracturas musculares o hipertensión y crisis hipertensivas que pueden provocar infartos o derrames cerebrales.
Y sufrir estrés crónico no es nada raro. Más bien es una situación demasiado habitual en la sociedad actual. “Hoy en día con la invasión de la tecnología en nuestras vidas estamos acostumbrados a estar trabajando, con la familia o incluso conduciendo pendientes del teléfono móvil, por asuntos que pueden ser de mayor o menor relevancia pero que requieren que nuestra atención esté dividida en diversos asuntos a la vez, lo cual, sin darnos cuenta genera un mayor gasto de energía y aumenta nuestro nivel de estrés”, explica la doctora Espinosa.
A esa hiperestimulación del sistema nervioso se une que, en nuestro día a día, estamos marcados por un horario muy estricto que no nos permite tener tiempo para parar y recuperarnos. “Un claro ejemplo de esto son los padres y madres que ven sometida su rutina diaria a su horario laboral, el horario escolar y el de las extraescolares de los niños”. Y ello se suma el aumento de carga laboral que existe en todos los empleos hoy en día, independientemente de que sean trabajos de mayor o menor cualificación. Antes se asociaba el estrés al ejecutivo pero hoy en día el miedo a perder el empleo genera miedo y mucho estrés. De hecho, la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo considera el estrés como uno de los mayores problemas en el trabajo.
Todo esto va generando una situación de estrés crónico, porque estamos sometidos a mucha presión y casi siempre en el pico alto. Pero no todos reaccionamos igual. Hay quien sabe hacer frente al estrés y evita que se convierta en crónico. ¿Cómo? Primero que nada siendo capaz de identificarlo y tomar decisiones para atacarlo. Hay muchas terapias y consejos para aliviar el estrés diario, pero lo más sencillo es llevar una vida saludable, con ejercicio físico regular, una dieta sana y manteniendo un buen patrón de sueño. “Con ello conseguimos la energía necesaria para afrontar nuestro día a día”, asegura la doctora Espinosa. Y además apunta a la necesidad de ser conscientes de nuestros límites y no forzar la máquina, aprender a decir que no y a pedir ayuda (amigos, familia o profesional).
Precisamente las personas con escasa asertividad (capacidad para decir que no) o las personas abnegadas, que no quieren pedir ayuda para no molestar, son las principales víctimas del estrés crónico. Junto a ellas las personas perfeccionistas, autoexigentes o con tendencia a la ansiedad anticipatoria son también las que más posibilidades tienen de desarrollarlo. “También hay otro factor clave para que una persona desarrolle o no estrés crónico: el apoyo sociofamiliar del que disponga. Una buena red de apoyo con tu familia, amigos, a los que pedir ayuda y descargar parte de la carga en ellos tú nivel de estrés baja”, señala la doctora Espinosa.
De hecho, conocer la red familiar y social es fundamental para el tratamiento del estrés crónico, y de cualquier tratamiento de salud mental, que llevan a cabo las unidades de salud mental y desintoxicación hospitalaria de los hospitales Vithas Nisa Valencia al Mar y Aguas Vivas. “El paciente no es solo él y sus síntomas, también es importante conocer sus relaciones familiares y personales para ir desgranando factores estresores y así conocer mejor al paciente para poder ayudarle con el mejor tratamiento”.
Además, en las unidades de Vithas Nisa el paciente se beneficia de un trabajo conjunto del equipo de psiquiatras y psicólogos de Ivane Salud. “Así podemos realizar un abordaje integral y personalizarlo a las necesidades del paciente. Porque en algunos casos hará falta combinar la terapia farmacológica con la psicoterapéutica, pero en otros solo con la terapia con el psicólogo, para tratar el problema de fondo y obtener unas pautas para hacer frente al día a día, será suficiente. Por ello es importante conocer al paciente, sus circunstancias y sus redes de apoyo”.
Y sobre todo es fundamental la implicación del paciente. Que reconozca que tiene un problema y que necesita la ayuda de los especialistas para tratarlo. La doctora Espinosa señala que hay que romper el estigma que todavía tiene la visita al psiquiatra. “Todavía hay quien se asusta o se ofende cuando se le recomienda visitar al psiquiatra para tratar un problema de estrés crónico. Piensan que visitarnos es estar muy mal y que les vamos a empastillar. Cuando somos un médico más, especialistas en problemas de salud mental, desde patologías más leves hasta las más graves. Hacemos una evaluación del problema, ponemos un tratamiento, que puede ser farmacológico o psicoterapia con un psicólogo y mediante las revisiones comprobamos los avances, como cualquier otro médico”, reivindica la doctora Espinosa.