VALÈNCIA. Este martes, y ya viene siendo habitual en las últimas semanas, Verds-Equo fue noticia por nuevos movimientos internos que, en su conjunto, han conducido a la formación ecologista a un clima de máxima tensión. Así, la citada fuerza política, la más pequeña de las tres patas de Compromís, venía de una dura asamblea el pasado sábado en la que se avaló el nombramiento de Fran Quesada como secretario autonómico de Medio Ambiente tras la destitución de Julià Álvaro por desavenencias por la consellera Elena Cebrián, quien contó con el firme respaldo de la vicepresidenta Mónica Oltra para rubricar el cese.
Álvaro y sus afines salieron de la reunión para no votar una resolución que no compartían, evidenciando así la fractura que se venía gestando desde hacía meses dentro de la formación ecologista. Así, el sector liderado por el coportavoz de Verds-Equo, Julià Álvaro, que ha causado no poca incomodidad dentro del Consell conformado por PSPV y Compromís por su atrincheramiento en las políticas verdes que su partido pregona, se vio en inferioridad respecto a otros actores con cargo institucional como el concejal de València Giuseppe Grezzi o el diputado Juan Ponce.
Con este clima, Álvaro transmitió internamente este martes su renuncia como coportavoz de Compromís -mantiene su puesto en Verds-Equo- y excusaba su asistencia a la ejecutiva de la formación ecologista que, precisamente, se celebraba ayer por la tarde. Su dimisión llegaba acompañada de la de Rafa Espuig -que dejaba la dirección- y Rubén Tello, responsable de Finanzas, que presentaba su renuncia al cargo ejecutivo.
En la citada reunión, se alcanzó el acuerdo de que el sustituto de Álvaro en Compromís fuera precisamente Grezzi, que de esta manera adopta un importante protagonismo en la coalición después de haberse convertido -no sin cierta polémica por algunas de sus decisiones- en uno de los concejales más conocidos del Ayuntamiento de València.
Una dimisión y nombramiento exprés que, para algunos dirigentes de Compromís consultados por este diario, representa un cierre de la crisis en cuanto al papel de Verds-Equo dentro de la coalición, al margen de que los problemas internos en la formación ecologista amenacen con proseguir.
Sin duda, uno de los dirigentes claves en todo el proceso que ha rodeado a la formación ecologista en las últimas semanas es el diputado Juan Ponce. Así, tal y como ha explicado en varias asambleas y confirmó a Valencia Plaza, fue contactado por un alto cargo del Consell -Mónica Oltra, según varias fuentes- para ser advertido del inminente cese de Julià Álvaro. Así, se le ofreció la posibilidad de proponer un sustituto de Verds-Equo a condición de que no existieran filtraciones a la prensa, hecho que venía ocurriendo en los últimos semanas y que había causado fuerte malestar en Compromís y también en el Consell.
Según el relato de Ponce, se establece una cadena de llamadas de unas 15 personas -no se contacta con Álvaro ni sus dirigentes más próximos- a la búsqueda de un sustituto adecuado, descartando a los que ostentaban ya un cargo institucional como el propio Grezzi o él mismo. Finalmente se plantea la opción de Fran Quesada, con experiencia en la gestión de gobierno y se transmite la decisión por la tarde.
Dentro de esa maniobra, según el relato de Ponce, se cuenta con el compromiso del Consell de que se mantendría a los dos directores generales sobre los que semanas antes había planeado el cese para que prestaran su apoyo al nuevo secretario autonómico y se prosiguiera así el trabajo que venía realizándose. En este sentido, el diputado defiende que la decisión adoptada fue "una acción de responsabilidad para mantener la ecología en el Botánico" dado que, recalcó, es "la primera vez que estamos en el gobierno y la propuesta era mantenernos para seguir nuestras políticas o desaparecer".
Una actuación que causó fuerte malestar en el sector de Julià Álvaro, al considerar que la búsqueda de un sustituto del secretario autonómico y coportavoz de Verds-Equo sin pasar por ningún órgano definido y valiéndose de determinadas opiniones de manera subjetiva y sin comunicarlo al resto de miembros de la ejecutiva era una evidente "falta de ética y lealtad", además de contribuir a "debilitar la democracia interna" del partido al "impedir el debate en el seno de la ejecutiva"y no poner sobre la mesa si era mejor opción "no aceptar cubrir el cargo en vez de aceptarlo y acatar así las políticas más conservadoras de Cebrián".