el cudolet / OPINIÓN

Con Tómbola empezó todo (pérdida de la privacidad)

13/05/2023 - 

En casa no fuimos muy dados a los cotilleos de las revistas de la prensa rosa, ni hubo excesos. Nos libramos de correveidiles. Libres de corazones, exentos de cotilleos, a lo sumo, y en esporádicas ocasiones a mi madre le gustaba paginar la revista Hola. Todo se torció cuando 'El Pirulí' de Burjassot comenzó a emitir. A dar señales. Desde entonces fueron treinta años de conciliación familiar con la prensa rosa, en una España que cada hogar de la tierra media gozaba de una televisión de renta per cápita.

Y ahí empezó todo con la aparición en escena del magazine Tómbola. Opino que tratar la vida privada de uno como una mercancía es nauseabundo. Después vendría el Big Brother que acabaría empastrándolo todo, la venta de datos personales a empresas de servicios, y para rematarlo, la red social Facebook, y alguna más que pondría la guinda al pastel. Perdiendo así la batalla del anonimato.

Desde hace casi tres años vivo sin televisión, mi perra Pyra, una mastín acabó con ella de un plumazo a los pocos días de regalármela mis hermanas. No me he preocupado en buscar una sustituta. Sí una alternativa.  Uno se acostumbra a ello. No es necesaria en mi agenda diaria. Mí tiempo libre lo dedico a otros menesteres. Leer, escribir, darle a la azada, hacer deporte o pasear a mis perros. Me mantiene firme. Aislado de la estupidez humana.

No enchufarse a la antena es no vivir alienado con la vida que nos intentan imponer. Ser independiente y razonar cualquier entrada. no participando en ninguna charlotada programada de la clásica barra de bar. Ni claudicar con el pensamiento ilustrado y ejemplarizante forma parte de esa libertad.

Leía hace unos días que un programa o magazine destacado de la prensa del corazón ponía fin a su emisión tras casi catorce años de directo. Incluso algún político ha salido en defensa del presentador, no de su contenido. Hay que ser rufián para hacerlo. Nunca he estado en la audiencia de Sálvame, pero sabía que existía. Publicidad no voy a hacer ¡no por favor! Mi vieja, siendo mayor, viejecita, fue una televidente más. Entregada, se lo tragaba, eso, el rosco y L'Alquería Blanca. No hay nada más repugnante que uno venda a terceros su vida privada.

La televisión con la que crecí no es la de ahora. Recuerdo la hegemonía en la parrilla de la TVE, los rombos, después vendrían las autonómicas, e incluso la conexión a la TV3,  en plena deriva anticatalanista para poder ver el fútbol inglés con mi padre, familiares y vecinos de la finca, o la incorporación de las antenas parabólicas en los terrados. Luego la televisión de Polanco y por último la de Aznar.

La televisión es un entretenimiento, por eso La 2, no la ve ni dios. Es su función. La televisión no es educativa, ni pretende serlo. Después de tantos años de una televisión al servicio de estos programas me ha quedado algo claro. Que parte de la sociedad española es morbosa, que le flipa saber, opinar y criticar la vida privada, que ya es pública, de los demás, y que se entretiene poco o nada en hacer una ejercicio de autocrítica de la suya. Salvados, por el momento, hasta el siguiente.

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