VALÈNCIA. Las colecciones de discos son proyectos de vida. Es una afición en la que no solo se invierte dinero -eso es lo de menos-, sino una montaña de horas felices. Es un receptáculo de anécdotas y memorias personales. Un refugio que siempre está ahí, para recoger nuestros pedazos cuando nos golpea un disgusto y para subrayar nuestro estado de ánimo cuando queremos celebrar algo. Por supuesto, también está ahí para ayudarnos cuando nos confinan en casa.
Una colección de discos bien nutrida es seguro una de las peores pesadillas de Marie Kondo. Una aparatosa y pesada masa de papel, cartón y policloruro de vinilo, que va conquistando rincones de la casa y convierte cualquier mudanza en un verdadero infierno. Pero por nada del mundo nos libraríamos de ese bendito lastre. Estos días excepcionales de estado de alarma nos ha servido a muchos para reencontrarnos con la música que ha marcado nuestras biografías. Así que aprovechamos para llamar a la puerta de varios personajes conocidos de la ciudad, para que nos cuenten la historia personal que hay detrás de su colección.
El periodista valenciano nos habla del título que inauguró su colección de vinilos a mediados de los años setenta. “Recuerdo descubrir Tommy en la revista Fotogramas y obsesionarme con la banda sonora. La peli se estrenó en el cine Oeste de València, pero entre las clases y los problemas para entrar -porque era para mayores de 18 años (yo tenía 12 o 13)-, me quedé sin verla. Al final conseguí el disco y lo usé para crear mi propia visión de la película. Lo escuché decenas de veces. Me lo aprendí de memoria”. El último vinilo que ha entrado en casa de Cervera fue ha sido Bailes de verano de Los Radiadores, uno de los grupos contemporáneos que mejor sustenta la esencia del rock & roll tal, como debía ser vista después del punk. Lo hacen muy bien. Son honestos, son efectivos, son inclusivos a nivel estilístico -como lo fueron The Clash- y además han sacado un vinilo púrpura precioso”. En cuanto al último que compró él mismo fue el Electriclady Sessions, el disco en directo publicado por los neoyorquinos LCD Soundsystem en 2019.
En cuanto al sistema que utiliza para ordenarlos y tenerlos a mano, Cervera se decanta por el orden alfabético, pero flexible. Es decir, que al menos estén juntos todos los que empiezan por la misma letra. “Eso con los álbumes. Con lo singles hace lustros que ni lo intento. Como me falta espacio en casa, y por ahora no tengo planes para solucionar ese problema, me apaño como puedo. Lo peor de todo es que me olvido de cosas maravillosas que tengo”.
Desde su confinamiento casero, pedimos a Cervera que se sumerja en su estantería en busca de un título apropiado para el momento que atravesamos. “En el mismo día me tocó revisar, por distintos motivos (uno de ellos fue contestar a estas preguntas y hacerme la foto que ilustra mi participación), la colección de álbumes. Me reencontré con la edición original inglesa de Doolittle y se me hizo extraño. Ya no recordaba el cuadernillo. La parte interior de la funda estaba salpicada por pequeñas manchas de moho que hacían juego con el diseño de Vaughan Oliver”.
Nos trasladamos por último a la “madriguera” de los asturianos Paloma y Varo, directores del Funtastic Dracula Carnival y personajes fundamentales de la escena garage y rock and roll valenciana de las últimas décadas. “No vamos a tirarnos el moco de que empezamos nuestras colecciones con el primero de los Ramones y cosas así, porque no es cierto. Nuestro primer disco, en ambos casos, son discos infantiles. Se ve que desde pequeños ya nos gustaba atesorar”. En el caso de Varo fue el single Recontradirectísimo de Mortadelo y Filemón. Tenía 7 años. “A la compra de este disco contribuyó que en Discoteca, una tienda de Gijón. Por cada disco que comprabas te daban un bono, así que mis hermanos mayores me daban los suyos y con esto pude hacerme con esta maravilla que me sabía de memoria (en la cara B salía Romepetechos). Paloma contaba 8 años cuando recibió su primer disco. “Ahorré semana tras semana la paga que me daban para las chucherías del domingo. Con ese dinero me compré el LP de Pippi Langstrump. Ahí estaban himnos a la libertad como "Voy a holgazanear" o antipoliciales como "Clin y Clan", que se convirtieron en mi filosofía de vida. Sigo teniendo no solo ese LP, sino también libros, postales, muñecos, películas o memorabilia. Soy devota collector de todo lo que tenga que ver con Pippi; mi ídola y referente absoluto”.
El último disco que ha entrado en casa de Paloma y Varo -“antes del corte de rollo”- ha sido el LP de The Whiffs, “grupo de powerpop americano que nos encanta”. “Tenemos muchas ganas de que pase este confinamiento para ir a por más, pero de momento hay que esperar”, nos dicen.
Les preguntamos también por el sistema que utilizan para ordenar y tener a mano su ingente colección de discos. “En teoría los ordenamos por estilos, aunque luego es imposible. Se mezcla todo, y ahí también está el encanto. Nos habíamos propuesto a ordenarlos aprovechando la situación, pero es difícil hacer nada de provecho teniendo la mente en un mar de confusión. Estos días, como siempre, que cada cual escuche lo que más le guste y, eso sí, bajito por favor. Estamos todos confinados en casa y es muy posible que a tu vecino no le guste lo mismo que a ti. No tendría sentido quejarse del regetón del vecino, y luego atronar tu con lo tuyo”. Razón no les falta.
Óscar Mezquita comparte con nosotros el relato de cómo empezó a interesarse por la música en un primer momento, y de cómo empezó a formar su colección de vinilos, compuesta por miles de referencias. “Empecé a coleccionar discos cuando era bastante pequeño; calculo que tendría unos diez años. Mis padres se dieron cuenta de la curiosidad musical que se despertaba en mí, y me apuntaron a solfeo y flauta. En casa había un radiocassette y nos encantaba escuchar la radio y poner cintas. Recuerdo que nos aprendíamos algunas canciones y las cantábamos. Con el tiempo, compramos una cadena de música que estaba en el cuarto donde dormíamos los tres hermanos Mezquita. Me acuerdo de algunos discos de aquella época, como uno de los recopilatorios que se llamaban Max Mix, creo que el volumen 5. También teníamos algunos discos de Luis Cobos, y uno de Jean-Michel Jarre -el Rendez-vous- y el Islands de Mike Oldfield. Poco después de aquello nos metieron en un colegio de mierda religioso donde cantábamos y estudiábamos solfeo, piano y violín y, aunque por una parte nos destrozaron la cabeza con sus normas e ideas, por otra parte reconozco que se abrió en nosotros el universo de la música mucho más intensamente. Recuerdo que tenía varias cintas por aquel entonces; siempre iba escuchando el walkman, y algunas de las que más escuche fueron el Bad de Michael Jackson; el Slippery when wet de Bon Jovi o el Never let me down de Bowie. Recuerdo que una vez en El Corte Inglés intenté robar una cinta de Dire Straits y me pillaron. Fue terrorífico. Me gustaba también mucho Whitney Houston. También tenía un primo al que le gustaba mucho la música oscura; recuerdo que me ponía en los cascos a Birthday Party (alucinaba con la portada del disco Junkyard) y a Siouxsie y yo flipaba en colores; su hermana me dejó dos cintas que para mí fueron muy importantes: el Music for the masses de Depeche Mode, y el The head on the door de The Cure. Esos discos definitivamente me reventaron la cabeza; desde aquel momento me convertí en un fanático de esas dos bandas; tenía montones de camisetas de ellos. Cuando salimos de aquella semi cárcel [el colegio] me puse a estudiar Imagen y Sonido porque ya me interesaba mucho por aquel entonces el cine y la música/radio, y allí entré en contacto con gente a la que le gustaba muchísimo la música: jebis, punks y sobretodo un chico que era aquello que llamábamos siniestro. El tío iba siempre vestido de negro, muy elegante, y se pintaba los ojos a veces. Para mí aquello fue un flechazo; nos hicimos bastante amigos y compartíamos mucha música. Me dio a conocer muchas otras cosas, como la época antigua de Bowie. Pasé a escuchar mucho punk y metal; empecé a ir a conciertos a garitos y sobre todo al Kasal Popular de València. Por aquel entonces yo estaba ya absolutamente obsesionado con la música y me compraba discos cuando podía; casi siempre de segunda mano. Sobre todo me grababa muchas cintas y también intercambiaba grabaciones”.
¿Y cuál es el último álbum que ha entrado en su colección? “Ha sido el Suddenly everything is twice as loud de Alien Nosejob, un australiano que me flipa. Estuvo durmiendo en mi casa cuando monté el concierto de Lumpy and the Dumpers en València. Me dijo que tocaba en los grandísimos Aus Muteants; este es su proyecto en solitario, que es una verdadera pasada”.
"En cuanto al sistema que utilizo para ordenar mi colección, la verdad es que durante mucho tiempo no tuvieron ningún orden, pero cuando la cosa empezó a ser demasiado grande como para encontrar los discos fácilmente empecé a ordenarlos por secciones y, dentro de cada sección, por orden alfabético. Esto algunas veces me ha costado llevarlo a la práctica porque me da mucha pereza, pero cuando tienes miles de discos creo que es la única forma de encontrar algo. Tengo varias secciones, y dentro de las secciones muchas veces hay subdivisiones. Si me pudiera a citar todas seria un rollo pero, por ejemplo, la sección de electrónica la tengo dividida en seis partes: 1) Electronica orígenes y LP’s de los 80s; 2) Lps actuales (desde los 90 hasta ahora); 3) Maxis que suelo pinchar; 4) Resto de maxis; 5) Maxis y LPs valencianos y 6) Experimental / industrial”.
“También es verdad que siempre he tenido montones de discos por todos los lados sin clasificar; soy un puto Diógenes y mis habitaciones siempre han sido un verdadero caos. Casi siempre he guardado los discos en mi habitación porque vivía con más gente. Siempre he escuchado mucha música en la cama, y siempre he tenido un gran montón de vinilos pegado a la cama con las cosas que estoy escuchando en ese momento. Los tengo en el suelo; no soy excesivamente cuidadoso ni maniático con los discos”.
“Aparte del nuevo disco de Futuro Terror, que hemos acabado de grabar hace poco, y que espero que salga pronto cuando termine todo esto, estoy escuchando mucho estos días el Islands de Mike Oldfield, que es uno de los primeros discos que escuché a fondo en mi vida. Siempre tiendo a ponerme música triste, deprimente y oscura en momentos deprimentes y oscuros de mi vida, pero ahora mismo, y aunque estamos como estamos, no me siento así en absoluto. Si llega ese momento, recurriré de nuevo a Red House Painters o a mis amados Coil”.
“El primer disco que me compré fue el The People Who Grinned Themselves To Death de The Housemartins. Lo escuchaba en la radio del autobús del cole; si no recuerdo mal, la emisora era Los 40 Principales. Descubrí de esa misma manera a otros grupos como Talking Heads o Love and Rockets, y también me compré esos vinilos. Parece mentira… ¡Los 40 Principales! Quién te ha visto, y quién te ve. El último disco que ha entrado en mi colección es el último de Andrew Bird, My Finest Work Yet”.
“Hasta hace poco, ordenaba mis discos por procedencia, y dentro de cada una, por orden alfabético. Pero sólo tres orígenes: Norteamericano, británico y estatal, de manera que los grupos australianos o de otros lugares del mundo caían en el limbo. Recientemente me he cambiado de casa, y he decidido ordenarlos por orden alfabético directamente, caiga quien caiga, sin tener en cuenta los artículos”.
¿Hay algún disco que haya rescatado últimamente para sobrellevar el confinamiento? “Sí, el Hello Nasty de los Beastie Boys. Es un clásico que me trae muy buenos recuerdos y me da subidón. Lo estoy escuchando bastante”.
La cantante y guitarrista valeciana nos habla también del disco fundacional de su colección. “Fue el Out of time de REM. Lo trajeron mis hermanas a casa y fue toda una revelación. Lo escuchaba sin descanso. A día de hoy sigue siendo uno de mis discos favoritos y continúo poniéndolo de vez en cuando. “Losing my religión” sigue siendo una de mis canciones favoritas del mundo, y con ella me pasa algo que no me pasa con ninguna otra: jamás me canso de escucharla. No sé qué clase de inmunidad al paso del tiempo y a las escuchas tiene esa canción, pero escucharla en ese vinilo me sigue poniendo los pelos de punta, aunque para mí la joya oculta de ese disco es “Low”. El último vinilo que llegó a mi colección fue el Cause I sez So de New York Dolls; fue un regalo”. “La verdad es que soy un desastre y no ordeno mis discos con ningún criterio. Eso es algo que debería mejorar, y puede que lo enfrente en estos días de cuarentena. Creo que lo haría por géneros, y dentro de cada género por orden alfabético”.
“El disco que siempre pongo en días raros como estos es el de la banda sonora de The Rocky Horror Picture Show. Si ese disco no me anima, entonces nada podrá hacerlo. La combinación de rock'n'roll, serie B, claqué y Meat Loaf es imbatible. Puede que estos días me dedique a perfeccionar mi coreografía de Time Warp".
“A lo largo de mi vida he tenido a acceso a miles de discos, en parte por lo pronto que empecé a comprar, y también porque en 1999 entré a formar parte del complicado gremio de vendedores de vinilos. Mi pasión como coleccionista es más bien el delirio o locura que nace de descubrir una canción nueva, descubierta por primera vez, más que la posesión de un disco en concreto al que puedes ir siguiendo la pista desde hace años. Eso es así casi desde el principio, e implica una renovación continua a nivel más emocional que material. Empecé a comprar discos desde la adolescencia, porque en casa, con un hermano mayor apasionado también, era fácil. Los primeros discos fueron variados en cuanto a estilos, de los 13 a los 18 hubo de todo: pop, tecno pop, rock'n'roll y acercamiento a la música de raíz afroamericana a través del soul cásico de Stax. Hay dos discos que me marcaron especialmente: el LP de Bobby Womack and the Valentinos de 1984 -¡fundamental!- y Come on Pilgrim de Pixies. Comprado en Deplástico cuando llegó a la cubeta de imports; lo comrpé sin saber lo que era… Tras muchos años escuchando diferentes tipos de rock, supe que ese LP marcaría un antes y un después para mí (y para todos) en general”.
“El último disco que he comprado es un single que recoge dos canciones de un rarísimo LP, que me interesa más bien poco. Lo he comprado solo por la cancion Talkin about my baby. El single lo edita un fabuloso sello de reediciones de Edinburgo, Athens of the North".
“Siempre he ordenado los discos por género. He vendido partes de mi colección varias veces hasta entender que los discos forman parte de mi memoria, mi presente y mi futuro, y no necesito una copia física para decir que me pertenece. Prefiero ser un coleccionista de canciones, y una manera habitual de elegir uno para escucharlo es el hecho de que incluya una canción especial o favorita. Durante estos días que estoy metido en casa, he optado por escuchar discos que compensen el ambiente raruno y tristón que, queramos o no, es lo que hay. Por ejemplo, cualquiera de Jonathan Richman; cualquiera de James Hunter o el Geography de Tom Misch".
“Con 13 años empecé a comprar discos de artistas de los años cincuenta, porque era emocionante buscarlos en los montones de discos de ocasión de los grandes almacenes y de los puestos de la plaza redonda y tiendas de vinilos de segunda mano como Melómanos y Oldies. También pillaba discos de grupos rockers ochenteros que estaban de moda por entonces. Un familiar me regaló por mi cumpleaños el LP recopilatorio Off the bone de los Cramps. He de decir que a la primera escucha dije ¿esto que majarada es?, pero algo me pedía escucharlo una y otra vez más, y en la actualidad, después de todos estos años, los Cramps son una de mis bandas favoritas y ha resultado que este disco ha aguantado más que dignamente el paso del tiempo. Lo último que he comprado ha sido Bestieza de Los Enemigos. Han sacado un discazo”, nos cuenta Pepe de Rueda, propietario de la sala de conciertos 16 Toneladas de València.
“Siempre he clasificado mis discos por géneros. Ahora compro de todo a la vez, pero al principio iba por temporadas. Pasaba un montón de tiempo comprando discos de mersey beat; otra temporada me daba por el power pop; otra por el hard rock se los setenta; otra por el punk. Este sistema me resulta muy cómodo a la hora de poder encontrar los discos que busco en cada momento. En la cuarentena aprovecharé para ordenarlos un poco, porque a veces me llevo algunos fuera de casa, y a la vuelta van directos al estante de los No Organizados” ¿El disco que más a menudo está escuchando estos días? “Hoy te puedo decir uno, y mañana te diría otro, pero justamente el mejor momento de esta mañana ha sido cuando nos hemos puesto en casa el Live at Harlem Square Club de Sam Cooke, en la edición de 1985.