VALÈNCIA. "Mi madre lleva más de un mes sin salir de casa. Tiene 90 años y el ascensor de su edificio quedó inutilizado tras la Dana. Sin él, moverse es imposible y, desde octubre, su único contacto con el exterior ha sido a través de una ventana". Así describe Inma Pastor, vecina de Massanassa, la realidad de su madre, una de las tantas personas afectadas por el temporal que asoló la provincia de Valencia el pasado 29 de octubre. Sin embargo, la madre de Inma no es la única: en su edificio, viven otras dos personas mayores que han enfrentado las mismas barreras. Su ascensor quedó inoperativo tras inundarse los fosos y dañarse motores, puertas y componentes eléctricos debido a la gota fría.
Aunque el ascensor ya funciona, Inma relata a Valencia Plaza que los técnicos tardaron un mes y medio en repararlo: "Para tres personas mayores que no pueden moverse por sí solas, la espera se ha hecho eterna". Lo ocurrido en este edificio de Massanassa es solo una muestra del alcance de la catástrofe. Según datos de la Asociación Empresarial Valenciana de Conservación y Mantenimiento de Ascensores (ASENCOVAL), más de 10.000 ascensores han quedado inutilizados en los municipios de la 'zona cero'. De ellos, solo un tercio ha vuelto a funcionar, mientras que otros podrían tardar hasta seis meses en repararse.
Una demora que se justifica, según el presidente de la asociación, Emilio Carbonell, en que las reparaciones no solo requieren materiales especializados, sino también técnicos cualificados, cuya disponibilidad ya era limitada antes del desastre. Asimismo, los costos para reparar los ascensores varían enormemente, desde los 1.000 euros para daños menores hasta los 60.000 euros en casos graves, como los de los montacoches hidráulicos cuya maquinaria quedó sumergida en los sótanos inundados.
El problema, por tanto, es complejo. "No solo hay que reparar los ascensores, sino también garantizar la seguridad de su funcionamiento. Además, estamos en una carrera contrarreloj para formar nuevos técnicos y cubrir la demanda", afirma Carbonell a este diario. Desde el Ministerio de Industria se han flexibilizado algunos certificados para acelerar las reparaciones, pero las comunidades de vecinos todavía enfrentan desafíos financieros y logísticos, con seguros que no siempre cubren la totalidad de los daños.
Impacto en los colectivos más vulnerables
El impacto de la Dana trasciende los daños materiales: ha dejado a miles de personas atrapadas en una rutina forzada de aislamiento, una situación que requiere no solo agilidad técnica, sino también sensibilidad humana. Según explica el presidente del Comité de Representantes de Personas con Discapacidad de la Comunitat Valenciana (CERMI CV), Luis Vañó, "la inoperatividad de los ascensores no es un problema técnico más, sino una barrera que afecta derechos fundamentales. Para muchas personas, el ascensor es el único medio que les conecta con el exterior".
Por ejemplo, en municipios como Aldaia, se han documentado casos donde esta asociación, junto a Cruz Roja, han intervenido para evacuar a personas mayores que llevaban semanas sin poder salir de sus hogares. "Estas circunstancias dificultan el acceso a tratamientos médicos esenciales, suministros básicos o visitas de familiares", lamenta Vañó. Durante la Navidad, esta desconexión se agrava, aumentando el impacto emocional de quienes dependen de la ayuda externa.