VALÈNCIA. Llevamos meses hablando de COVID, cláusulas rebus sic stantibus, ERTEs, EREs, PERTES, fondos NEXT GENERATION, preconcursos y concursos de acreedores; pero poco se ha hablado de un tema que, desde MA Abogados, estamos viendo cada vez con más frecuencia como tendencia emergente en los últimos meses, que es el resurgir de los conflictos societarios.
De la misma forma que el levantamiento progresivo del confinamiento está viendo incrementarse con fuerza los divorcios entre parejas; esta misma situación está aflorando los “divorcios mercantiles”, normalmente denominados conflictos societarios.
Situaciones tan dramáticas como las que hemos vivido, unido a la crisis económica que estamos padeciendo, han provocado que la siempre difícil relación entre los socios de las sociedades mercantiles, sobre todo, en el caso de sociedades familiares; se haya agravado haciendo aflorar conflictos latentes y no tan latentes durante los últimos años.
Lo primero que hay que entender para tratar de pasar un conflicto societario “y no morir en el intento”, es que todo conflicto societario es una guerra normalmente de larga duración y que se libra casi siempre en múltiples campos de batalla. Impugnación de acuerdos sociales, responsabilidad de administradores, posibles querellas penales, posibles despidos laborales, denuncia de posibles irregularidades fiscales o de seguridad social, preconcursos o concursos de acreedores… Por ello, es fundamental tener una estrategia clara pero que también pueda adaptarse a los cambios de circunstancias que se puedan producir durante el transcurso del conflicto.
Si se está con la posición de los socios mayoritarios, es fundamental entender que “hay que ser bueno y parecerlo”. Esto es, que hay que poner a la sociedad en nivel máximo de cumplimiento normativo. Frente a la cierta despreocupación que suele existir en las empresas sobre el cumplimiento de los requisitos legales (convocatorias de juntas, cumplimiento de los deberes de diligencia y lealtad de los administradores, obligaciones contables, fiscales y de seguridad y salud, etc). Aunque, por el contrario, hay que aprovechar que, en las sociedades, las decisiones son las que tome la mayoría, por lo que se puede siempre tratar de ejecutar una estrategia de “hechos consumados”.
Si se está representando a los minoritarios, hay que hacer valer los incumplimientos de la mayoría de las obligaciones legales de todo tipo de la sociedad, y ser beligerantes con cualquier defecto legal o abuso de mayoría. Impugnando juntas generales, decisiones de consejo de administración, exigiendo la responsabilidad de los administradores…
En todo caso, y siguiendo el dicho popular de que “lo poco gusta, lo mucho cansa”; tanto si se defiende a un mayoritario como a un minoritario, es importante siempre evitar caer en el defecto de “sobreactuar”. Esto es, si se representa al mayoritario, no es bueno abusar de que se tiene la mayoría para ponerse a cambiar todo lo cambiable posible. Y si se representa a la minoría, hay que evitar impugnar todo y a todos por sistema, porque entonces es muy probable que se de la impresión a los jueces de que se está tratando de abusar de la posición de minoritario y tratando de hacer ingobernable la sociedad.
En resumen: Desde MA Abogados, hemos observado que se avecinan turbulencias en las relaciones entre los socios de las sociedades valencianas, y mucho nos tememos que en los próximos meses veremos más de uno y más de dos conflictos sonados entre socios, como los que hemos vivido en el pasado. ¡Abróchense los cinturones!
Carlos Salinas es Socio de MA Abogados