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AL OTRO LADO DE LA COLINA / OPINIÓN

Contra los jinetes de Blasco Ibáñez

Malos tiempos se aproximan, y es precisamente en esos momentos cuando se debe estar más unido

17/10/2020 - 

Los que somos de la EGB sabemos que Los cuatro jinetes del Apocalipsis es una obra de Blasco Ibáñez, para los que han sufrido la LOGSE, les paso a explicar. Esta novela del gran escritor valenciano, es fruto de su estancia en los campos de batalla de la I Guerra Mundial trabajando como reportero de guerra; en ella se utiliza el enmarque del libro bíblico del Apocalipsis, que en su capítulo sexto habla de cuatro jinetes. Eso sí hace un cambio en esas plagas, mantiene al hambre, a la guerra y a la muerte, pero dado su carácter anticlerical el caballo blanco bíblico, que simboliza el triunfo de la Cristiandad, Don Vicente lo cambió por el símbolo de la peste.

Porque supongo, que muchos de ustedes no sabrán que el autor valentino era una vehemente populista, que en el periodo de la alternancia política de finales del siglo XIX, un diputado conservador afirmaba de él, “En Valencia no se puede salir a la calle sin el permiso del señor Blasco Ibáñez y de sus amigos”, porque según todas las crónicas de la época, le gustaba boicotear las procesiones en general, y en particular, llegó incluso a criticar con fiereza las de la Semana Santa Marinera del Cabañal. Llegando al paroxismo en su crítica de los valencianos en La Barraca, en donde somos presentados como pendencieros y xenófobos, expulsándose del pueblo a la familia foránea, e incendiándole para ello su barraca, eso sí todo con mucha conciencia social. Por eso muchas veces sorprende que sea símbolo de la valencianía, un autor que además escribía en español, anatema para muchos nazionalistas.

Hoy viene al caso de Don Vicente, por como parece que sus cuatro jinetes, Hambre, Guerras, Peste y Muerte, parecen desbocados por este sufrido planeta. Porque fíjense ustedes, según el último estudio sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), parece que el hambre en el mundo, a pesar de la mejoría respecto de la nutrición mundial durante décadas, a partir del año 2014 ha vuelto a crecer, alejándose de aquel acuerdo de hace casi seis años, para “poner fin al hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición, seguimos sin realizar progresos suficientes para alcanzar este objetivo en 2030”. Por lo que ya vamos camino de los 800 millones de mal nutridos, principalmente en Asia, unos 381 millones, siendo África el segundo con peor dato, con unos 250 millones de personas; esta Globalización parece que hace aguas también por aquí.

Otro jinete, la guerra, parece que está proliferando a pesar del buenísimo multilateral de las Naciones Unidas, y sus bien intencionados propósitos. Según la agencia del refugiado de la ONU ACNUR, existen seis países en guerra con mayúsculas, Yemen, Irak, Siria, Sudán del Sur, Somalia, y Afganistán, y como verán se encuentran en el entorno del mundo islámico, que aún sigue debatiendo, entre permanecer o retroceder, según los casos, en la Edad Media, o casi Antigua, o dar el salto adelante y entrar en la modernidad.

El reunificado Yemen (norte y sur), una herencia de la guerra fría, lleva 5 años de guerra civil, con un claro componente tribal, y otro, también evidente, religioso en la lucha de suníes contra chiíes, donde claro está, potencias regionales como Iran (chií) apoyan a los houthis, mientras Arabia Saudí (suní) directamente, al frente de una coalición, ha invadido el país para ayudar al gobierno. Por su parte, Irak desde el derrocamiento de Sadam Hussein, no ha vivido ningún día de paz, aunque su gobierno no era nada pacífico, y en ese país mesopotámico, siguen las luchas entre las tres etnias, kurdos, chiítas y sunitas, cada uno con su religión. También Siria, con su larga guerra civil, en la que se han involucrado algunos actores extranjeros con sus intereses, parece más bien estabilizada, con el momentáneo triunfo (dado lo volátil de la situación) de Bashar al-Asad, para disgusto de las monarquías islámicas del Golfo, y la contrariedad de Turquía, que lo ha solucionado, invadiendo parte del país.

Para acabar con las guerras, hablaremos de tres Estados en situación fallida, Afganistan, Sudán del Sur y Somalia. El país de Asia central, lleva décadas de guerra, desde que los Soviéticos lo invadieron a finales de los 70s, para introducirlo en la órbita comunista, no ha tenido un momento de tregua. El último tramo del conflicto viene de 2001, cuando una coalición internacional liderada por la OTAN, y con las bendiciones de la ONU, desalojó a los Talibanes del gobierno de Kabul, lo malo es que no los desalojaron del todo, sobre todo de sus refugios de las montañas. Después, el antiguo país del cuerno de África, Somalia, otro producto post-guerra fría en descomposición, dividido en varios proto-estados que se desangra en guerras civiles, siempre con el componente del Yihadismo, y su antigua derivada de la Piratería Marítima. Para acabar este grupo de seis, está Sudán del Sur, que desde su independencia en 2011 no ha encontrado la anhelada paz que querían los secesionistas, contando en su interior con 4,2 millones de desplazados forzosos, es un país casi inviable por el momento.

Pero además de esos 6 países, citados por la ONU, existen otros duros y complejos conflictos, como el Yihadismo del Sahel, con epicentro en Mali; el tribalismo del centro de África, con el Congo en el ojo del huracán; o la guerra contra el narcotráfico, con gran implantación en Méjico o Filipinas; etcétera, etcétera, etcétera 

En cuanto al jinete de la peste, no hará falta que les recuerde muchos datos de la actual peste del Coronavirus chino, el Covid-19, donde ha azotado a todos lo países de la tierra, aunque esta pandemia, algunas hablan de sindemia (un vocablo de los 90s, a partir de los conceptos de sinergia y epidemia), está atacando más a algunos países como España, respecto a otros, como Suecia o China. Y parece que habrá que esperar al verano del 2021 para que vuelva todo un poco a la normalidad anterior, porque las próximas semanas van a volver a ser muy complicadas.

Todos estos males anteriores convergen en el cuarto jinete, la muerte, resultado lógico de la ecuación, de hambre más guerra más peste, y que está suponiendo un enorme dolor a miles de familia, como las casi 60.000 que ha perdido un ser querido por culpa del virus chino.

Ante todos estos desafíos sólo se puede recomendar, prudencia a la hora de tomar decisiones a nuestros responsables públicos y privados, fortaleza para todos para actuar al unísono y avanzar en el camino, justicia para no dejar a nadie atrás, abandonado a su suerte, y templanza para esperar que lleguen los buenos resultados, y esperemos que sea antes que después.

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