crónica por los otros / OPINIÓN

Cooperación vs. Voluntariado

Esta semana se ha celebrado el Día Internacional de las Personas Cooperantes. Una figura profesional todavía desconocida en ocasiones y cuestionada. La cooperación es esencial para apoyar a la sociedad civil local, promover la garantía de los derechos humanos y sostener condiciones básicas de vida

12/09/2020 - 

Las consecuencias de la pandemia están golpeando duramente a países que ya enfrentaban graves problemas económicos, medioambientales, sanitarios o educativos. En otros casos, la emergencia sanitaria está siendo utilizada como excusa para expoliar los territorios, endurecer leyes contra la libertad de expresión ciudadana, perseguir a defensores y defensoras de derechos humanos o recortar derechos humanos esenciales. Desde la Coordinadora Valenciana de ONGD´s con motivo de la efeméride se recuerda que el trabajo que hacen los cooperantes especialmente en época de crisis es vital. 

En estos contextos la figura de los cooperantes y la garantía de una  cooperación profesional que vele por defender los derechos es necesaria.

Según datos del último Informe  del Sector de las ONGD en 2019,  734 personas realizan su trabajo como cooperantes en más de 100 países. 

Como vemos, son muchas pero un ejemplo podría ser el de la organización valenciana FarmaMundi que  este año ha  celebrado el Día Internacional de las Personas Cooperantes, 8 de septiembre, enmarcado en la crítica situación que se vive a nivel global. Según la organización, el COVID-19, que continúa extendiéndose por el planeta, ya ha infectado a cerca de 25,9 millones de personas y cuenta con la alarmante cifra global de más de 861.000 personas fallecidas. En medio de este escenario incierto y preocupante, ONG como Farmamundi reivindican el trabajo comprometido y profesional de sus cooperantes que están priorizando más acciones de prevención y alianzas con los distintos actores sanitarios para frenar la pandemia.

Desde la CVONGD, recuerdan  que los  próximos Presupuestos Generales del Estado deben garantizar que España sale del vagón de cola de la cooperación en Europa. Los fondos destinados a esta política pública deben aumentar 900 millones de euros con respecto a los presupuestos prorrogados de 2018, lo que supondría llegar a 3.500 millones. Tal medida es esencial para alcanzar el 0,5% al final de la legislatura. 

La apuesta por la cooperación demostrará el papel que España quiere jugar en el mundo y en la solución de los problemas que nos afectan como humanidad.

Cierto es que a quienes nos gusta este trabajo, tiene una parte que recompensa totalmente el esfuerzo que supone trabajar en ocasiones con realidades tan duras. Y cierto es que en estas fechas de crisis sanitaria los cooperantes han tenido que redoblar esfuerzos. Por y para todas estas personas que trabajan en el mundo de la cooperación va dedicado el artículo de hoy. 

Mi experiencia personal

Vivir temporadas fuera de España y en países en vías de desarrollo y estar implicada dentro del sector de  la cooperación desde hace más de 15 años hace que  haya conocido a  personas cooperantes que desarrollan un trabajo maravilloso y profesional.

Cuando comencé a interesarme por el mundo de la cooperación, tenía 25 años y una carrera como periodista que empezaba. No sabía exactamente qué era  y en qué consistía esta profesión de cooperante, pero de alguna manera mi inquietud por el voluntariado desde bien jovencita y ser voluntaria de diferentes organizaciones me llevó a  la cooperación.  Tras formarme académicamente y profesionalmente con el Máster de Cooperación Internacional de la Universitat de València, lo primero que me cambió, reconozco que un poco tarde , es la visión que yo tenía del voluntariado y del cooperante.  Y más aún desde mi  experiencia en terreno y al frente de www.onedayyes.org 

Ahora más que nunca reivindico la profesionalidad y la formación  en cooperación sobre todo cuando se trabaja en otros países, pues la base es bien diferente. Tengo que reconocer que todavía en conversaciones familiares y laborales detecto un gran error cuando se confunden estas dos figuras, pues nada tienen que ver. No es la primera vez que escribo sobre este asunto.

El respeto, el apoyo, el acompañamiento y la función de guía de un cooperante no se puede confundir con la labor del voluntariado ni con el ejercicio de una autoridad a veces muy peligrosa o interpretada de manera errónea.

Voy a intentar simplificarlo mucho. Mientras que el voluntario o voluntaria puede ser cualquier  persona con “voluntad” para ayudar , el cooperante es un perfil profesional totalmente formado para desempeñar un determinado trabajo , según acuerdos internacionales , en un país generalmente en vías de desarrollo.  El  voluntariado puede ser un profesional pero no es requisito indispensable, el voluntariado generalmente no cobrará por su labor  y el cooperante si que tiene que cobrar y en condiciones pues desempeña un trabajo muy duro. 

De hecho en ocasiones la figura del voluntario puede servir como vía de financiación de determinados proyectos y organizaciones, como por ejemplo, el voluntariado internacional. El cooperante debería ser una persona contratada con sus obligaciones , derechos y deberes. Y para ello recurrimos a la definición que desde la Agencia Española de Cooperación se hace del cooperante .* 

A partir de ahí se articula toda una red y mecanismos que hacen de la cooperación un sector profesional. Un sector a veces muy cuestionado pues no es la primera vez que se puede cuestionar que los cooperantes cobren, que si cobran mucho, o que deberían ser voluntarios, etc. y normalmente son afirmaciones faltas de fundamento porque puede que se confundan  conceptos. Pero nada tiene que ver. 

El voluntariado y la cooperación no son incompatibles, pueden convivir pero cada uno desempeña su función, y el voluntariado nunca debería restar puestos de trabajo en las organizaciones. El voluntariado debería sumar, nunca restar.

También es cierto que no todas las organizaciones pueden permitirse la contratación de personal y tienen que sobrevivir con trabajos de voluntariado, pero no es la estampa perfecta y la idea debería en algún momento profesionalizarse  pues para trabajar en el Tercer Sector y en la cooperación se necesita formación, si no es así pueden aparecer problemas y que surjan conflictos  porque la cooperación no se cubre solo con la “buena voluntad” . 

La semana que viene… más!

* - AECID. “Un cooperante es un profesional que trabaja en un país en desarrollo, tanto en el ámbito del desarrollo como de la ayuda humanitaria, al servicio de una entidad promotora de la cooperación internacional. Por su parte, una entidad promotora de la cooperación o de la ayuda humanitaria es toda aquella persona, física o jurídica, pública o privada, que organice, impulse, desarrolle o ejecute acciones de cooperación para el desarrollo o humanitarias en países que el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE define como tales, así como cualquier otro país donde se declare una situación de emergencia humanitaria, con independencia de la financiación, pública o privada, de esos proyectos.

El cooperante no es, por tanto, ni un voluntario ni un becario, sino un trabajador con contrato laboral o un empleado público con una relación de tipo laboral o estatutaria con la entidad promotora de la cooperación.”