VALENCIA. Bienvenidos al momento de Coté Escrivá en Valencia. No es (sólo) ilustración, no es graffiti, no es cómic, no es escultura, no es arte. Es la perversión contemporánea de los iconos y, en realidad, el deambular de un creador gráfico y plástico con una visión ácida de la realidad y con una conexión inmediata con públicos muy amplios a través de las redes sociales.
Por primera vez expone en su ciudad de forma individual, aunque ya lo hiciera hace unos meses en Barcelona y más recientemente en Norwich, Inglaterra. De hecho, Stolen Icon, la exposición que se inaugura este jueves a las 20 horas en Las Naves y que permanecerá hasta el próximo 20 de febrero abierta, es una ampliación y extensión de la muestra británica.
Este diseñador industrial, reconvertido en diseñador gráfico, aburrido de un oficio "que parece que todo el mundo sabe hacer", no ha dejado de usar y 'despreciar' las disciplinas artísticas desde hace cinco años. "La ilustración es la que más me define. Está por encima de todo porque es un medio fácil, económico y con el que se genera una repercusión instantánea a través de las redes".
Coté es muy claro hablando para Valencia Plaza apenas 24 horas antes de la inauguración. Le está yendo bien, no lo oculta. Los clientes llegan de cerca y de lejos, "pero el 80 o el 90 por ciento me conocen y me contactan a través de las redes sociales". Puede ser la galería valenciana Mr.Pink, que ya le tuvo en una colectiva y le volverá a tener en mayo. Puede ser una firma de ropa rusa. Puede ser una exposición colectiva en Nueva York, dentro de unos meses.
Coté no toma prestados los iconos de una infancia "algo pervertida; tengo síndrome de Peter Pan", más bien roba. Cada vez de forma más descarada: "al principio era más tímido, pero poco a poco me fui soltando". Y allá que llegan los iconos también presentes en esta exposición: Mickey Mouse, Coca Cola, la Estatua de la Libertad, el muñeco de Michelin, Marilyn Monroe y hasta la sopa de tomate Campbell.
Picasso decía que “el buen artista imita, el genio roba”. Cruzando a Picasso con el refranero español hasta el principal caco de la historia del arte contemporáneo, si Coté se atreve a robarle la sopa de tomate Campbell a Andy Warhol es que ha definido un estilo de perversión de las imágenes a través del robo de esos elementos populares que tenemos registrados. Y los deforma, los hace siniestros, los caustifica, los agria y se los entrega de nuevo al visitante, desprevenido.
"Intento hacer cosas que estéticamente me parezcan atractivas o divertidas", avanza pero remata: "mis ilustraciones son en cierto modo agresivas o grotescas, desde luego no están dirigidas a la mayoría, y quizá esa haya sido mi forma de diferenciación”. En la parte menos diferencial, asume las críticas que sin adentrarse en su trabajo le han alineado muy cerca de dos de sus referentes KAWS y D*face: "me han influenciado mucho".
Pero su aplicación es dispersa. Ha tonteado con la fotografía, se ha perdido haciendo toys para después pervertir sus figuras y cada vez más "evito encerrarme en el 2D". De ahí, su actual dedicación a la escultura. La primera pieza de la disciplina se podrá ver precisamente en Las Naves y es con la que aparece en la imagen superior. El cambio de criterio para transmitir el mensaje lo achaca a que no le gustan "las cosas repetitivas y tengo tendencia a desarrollarme más".
Hacer una exposición individual es uno de los últimos hitos, algo que "no esperaba". La experiencia, antes de abrirse al público, es agradable y le hace pensar "en la de veces que he montado yo toda una muestra con mi novia, que he impreso, que he transportado". Con los arriba citados, el suyo no es el primero ni el último caso de los creadores gráficos y plásticos que a partir de una extensísima producción -como también es su caso- acaban convirtiéndose en poseedores de un estilo visual concreto, demandado por todo tipo de marcas, pero ahora también por exhibidores de arte.