VALÈNCIA. No habíamos abandonado el AñoZero, cuando el virus mutó en varias cepas distintas y en distintos continentes. LaGranFabrica, origen de la covid-19, había conseguido aislar el coronavirus de sus entonces 1.400 millones de ciudadanos. Sí, en aquella época los habitantes del planeta Tierra se contaban por millones, incluso por miles de millones. Eso fue antes de que los virus fueran apareciendo en nuestras vidas de forma recurrente.
No habíamos abandonado el AñoZero cuando el Territorio-Europa se desmembró, iniciando su declive, el de una civilización milenaria, para dar paso a otra más antigua si cabe. El primero en abandonar fue LaPérfidaAlbión. En la Europa septentrional, sus habitantes habían decidido que solos estaban mejor, sin percatarse del tsunami que predecía la pandemia que nos engulliría entre las fauces de la globalización, como punto final.
Aquélla podría ser una buena ocasión para aislarse del virus en un isla remota, para pasar al OtroLado… Pero no fue aprovechado por sus gobernantes, que en su afán de expansión, siguieron la senda del resto del Territorio-Europa, sin advertir que el tiempo de Occidente había pasado. Oriente amanecía triunfador sobre el virus y sobre la economía global con el amor en el horizonte: llegaba el 6G, el internet de los sentidos.
Unos años antes del virus, el Gobierno de la Unión adoptó un Plan de Acción 5G, la quinta generación de sistemas de telecomunicaciones, que sería uno de los bloques de construcción más críticos en la economía y la sociedad digitales para la siguiente década en Europa. Para garantizar el despliegue temprano de la infraestructura 5G en Europa, la Comisión Europea tuvo que elegir ente el 5G americano o el chino. Esta guerra se desató unos meses antes de llegar el virus. Y ya sabemos quién ganó la batalla…
Durante el segundo brote de la pandemia, con Europa cerrándose de nuevo al mundo, su gobierno firmaba un acuerdo con China para acceder con su tecnología al Internet de las Cosas. El presidente de los Estados Unidos de América, la otra potencia que pugnaba por introducir su 5G en Europa, acababa de perder las elecciones y su otra batalla, la del virus.
La Comisión Europea anunciaba que había firmado un “acuerdo histórico en la carrera global para desarrollar redes 5G, durante el Diálogo Económico y Comercial de Alto Nivel UE-China en Beijing”. Un comunicado oficial anunciaba que, “en el futuro, todo el mundo utilizará 5G, la próxima generación de redes de comunicación. No solo será más rápido, sino que también será la columna vertebral de nuestro futuro digital y la base de un mercado de la UE, con un billón de euros en el internet de las cosas”. La declaración conjunta fue firmada por Günther Oettinger, Comisario europeo encargado de Economía y Sociedad Digitales, y Miao Wei, Ministro de Industria y Tecnología de la Información de China. El nombre del ministro chino no era una broma.
Automóviles conectados a hogares inteligentes, autómatas que limpian la casa, neveras que se llenan solas… La interconexión oral o digital, dio paso al pensamiento e incluso al sentimiento. Con la covid-20 llegó el 6G. Con el apoyo de la Comisión Europea, el 6G Summit se originó en el 6G Flagship en Finlandia. La conferencia se centró en todos los aspectos de la conectividad, desde la implementación de 5G y el IoT móvil hasta la exploración de 6G y los futuros sistemas y redes de comunicaciones.
No tardaría en aplicarse. “No esperes hasta 2030 para conocer el 6G”, decían los expertos. Y no esperamos. Los vehículos autónomos dejarían de ser autistas que ejecutaban órdenes, para pasar a ser coches que “leían” el entorno de forma similar a los humanos. En cuanto a la Realidad Aumentada y Artificial, crecería hasta alcanzar un internet de los sentidos con el que se podía interactuar con los objetos virtuales, desde hologramas táctiles a teletransporte virtual.
-“Imagina un emoticono con forma de labios que te haga sentir ese beso en la mejilla, sin latencia, con una reacción de milisegundos”. ¿Me escuchas David? ¿Me sientes? Esto dejó escrito la Tieta en los albores de la NuevaEra, cuando aún luchaban contra el virus, cuando aún se negaban a aceptarlo, como quien cierra los ojos a la evidencia. Fíjate, parece ser que se besaban sin mascarilla, que no podían “sentirse” de ninguna otra forma…
-Laura, ¡por fin me llega tu pensamiento! ¡Y tu holograma! Por cierto, hoy estás especialmente guapa. ¿Sabes que no he podido interconectarme por el atajo del chip por culpa del eHealth? Interfirieron cualquier tipo de comunicación en todos mis procesadores durante la cuarentena. No estoy seguro de que ahora mismo no tengan acceso también a nuestros hologramas “privados”. ¡Te mando un emoji-beso!