VALÈNCIA. Un tatuaje de metro y medio de ancho por un metro de alto decora el capó del primer coche tatuado del mundo, un Mazda MX-5 de 1992. Se trata de una creación desarrollada por Iceberg Estudio, de Requena, expertos en vinilado y rotulación, y el estudio de tatuajes Noble Art, dirigido por el reconocido tatuador Matías Noble, con sedes en Valencia, Zurich y Madrid.
El desarrollo se ha llevado a cabo en Requena tras cerca de dos meses de investigación y búsqueda de un vinilo idóneo, que resultase óptimo para el tatuado con máquina de tatuar y que retuviese la tinta sin desvirtuar el trazo. En el proceso también se ha tenido en cuenta que el golpeo de la aguja no afectase a la carrocería ni a la máquina. Finalmente, se ha llegado a un innovador vinilo de acabado gomoso que en las pruebas ha ofrecido el resultado perfecto. Este vinilo, utilizado en los sectores de la aeronáutica y de la Fórmula 1, cuenta con la capacidad de auto repararse, de manera que cierra por sí mismo la incisión realizada por la aguja y, de este modo, la tinta permanece en su interior.
El objetivo de este trabajo ha sido poder presentar el vehículo al Concurso Internacional ‘Wrap like a King’, el más relevante de vinilado, promovido por la marca holandesa de vinilos Avery Dennison.
“Sabíamos que teníamos una idea muy potente, pero desconocíamos si era posible llevarla a cabo. Ha sido un periodo de prueba error constante, trabajando con distintos materiales y grosores hasta dar con el idóneo. Tras encontrarlo pasamos a la fase de diseño, vinilado de todo el vehículo y tatuado del capó, un proceso que también implicaba nuevos retos”, comenta Raúl Martínez, responsable de Iceberg Estudio.
El diseño del dibujo que viste todo el vehículo ha sido responsabilidad del estudio Noble Art. Su CEO, el tatuador Matías Noble, concibió el proyecto teniendo en cuenta las tendencias actuales de tatuajes que fusionan imágenes de diferentes épocas. En este caso, se combinan esculturas de estilo barroco con elementos digitales, como el puntero de un ratón.
“Tenía muchas ganas de llevar mi trabajo a otra superficie que no fuese la piel, de manera que la propuesta de Iceberg Estudio me pareció una buena oportunidad y un reto personal”, comenta Matías, que añade, que la mayor dificultad la ha encontrado al tener que adaptar el dibujo a las formas del vehículo. “La carrocería de los coches sigue una estética y una forma aerodinámica definida, y era necesario respetar esa armonía sin perder el lado estético que puede aportar el tatuaje”.
En la ejecución del tatuado, han participado 10 tatuadores del equipo de Noble Art, que han ido turnándose en grupos de cuatro hasta completar el dibujo. En total han invertido 40 horas y se ha inyectado algo más de medio litro de tinta.
El proyecto también ha contado con la colaboración de FullWrapped Vinyl Works, empresa de Barcelona especializada en carwrapping y PPF, que ha participado en el proceso de vinilado del vehículo.