"En Latinoamérica la lucha de clases se ha convertido en una lucha entre clases"
VALÈNCIA. Este fin de semana, el fútbol se lee en clave humana. Se trata delo hará Pichanga, un montaje teatral de Cristian López que se presenta en Sagunto hoy y mañana en Espacio Inestable en el marco de la Segunda Semana de Teatro Político organizado por La Internacional Teatral. La propuesta de López es la de hablar de una generación que creció con esperanzas vacías de progreso y, como el niño que quiere ser futbolista de pequeño, se topa con una realidad cruda y desesperanzadora. Mientras ultima su espectáculo en Inestable, saca unos minutos para atender a Culturplaza.
- ¿De dónde surge Pichanga?
- Hace cuatro años, con el director y La Criatura, decidimos hacer un número más personal. Por el método del teatro documental que lleva la compañía, se le pregunta a los miembros de qué quieren hablar y con qué temas cargan, y yo venía realizando desde hacía años una investigación entendiendo el fútbol y el teatro como mecanismos de reflejo social (Galeano dice que el fútbol es el espejo de la sociedad, pero yo lo planteo como una radiografía). La Historia pone en paralelo la evolución del fútbol y la del propio Chile. Así que, al final, el fútbol sirve como pretexto para hablar de mi país y de Latinoamérica.
- A grandes rasgos, ¿cuál es esa radiografía que se presenta?
- El Chile post-dictadura de Pinochet donde se retorna a una supuesta democracia y los partidos políticos dicen que vuelve la alegría, pero esto va acompañado al crecimiento de una generación que se empieza a dar cuenta de que esta alegría no llegó y que todo el mundo de Coca-Cola y de las familias felices y este sueño americano que nos venden en el Chile neoliberal no es tal. Entonces, en 2006 se instala un primer movimiento social liderado por esta generación, y en 2011 se toman otra vez colegios y universidades para rearmar al movimiento estudiantil que se desquebrajó en 1973 con el Golpe de Estado.
- Tal vez en Europa no somos muy conscientes de la propia historia de Latinoamérica, incluso nos puede faltar empatía para entenderla, ¿es así?
- La última vez que viajé a España pensaba que era exactamente así, que había poca empatía y pocas ganas de entendimiento. Pero al habitar aquí y pasar por varios países presentando la obra, me he dado cuenta de que los problemas son exactamente los mismos, aunque con realidades económicas diferentes. Los problemas del primer y el tercer mundo son parecidos pero en cada contexto se tienen que resolver de manera diferente. En Europa hay un proteccionismo hacia la "clase obrera" que en Sudamérica estamos a años luz de alcanzar. Estamos construidos bajo la misma lógica católica que nos colonizó, pero con menos plata.
- También tenemos cosas que aprender de Latinoamérica, porque en Europa se ha instalado tal vez una excesiva comodidad con el sistema establecido...
- Claro, allá todo es más precario. Hay teatro, pero más precario, los movimientos son más difíciles de mantener... La tradición del comunismo y el marxismo es paralela a la de la independencia de Latinoamérica, después hay una estabilidad mentirosa surgida cuando los criollos toman el control de todo, y la clase obrera decide armarse entonces.
- Aquí Pichanga se va a ver desde cierta distancia, pensando en comprender una realidad que nos es lejana, mientras que en Chile se verá de una manera completamente diferente, ¿cómo ha sido acogida allí?
- La obra es muy generacional, así que las chicas y chicos de mi edad se sienten muy identificados. Además, hemos trabajado codo a codo con los barrios y con las comunidades. La hemos llevado a contextos donde la gente lo agradecía mucho. Sobre todo por el hecho de hablar del presente pero sin olvidar el pasado. El teatro documental lo plantea así: las historias se van cruzando y en la medida en que pasa así, van transformando la actualidad. Para poder hablar de la generación actual que está creciendo y dirigiendo los cambios, es imposible ignorar el pasado.
Aparte, hemos ido mostrando la pieza en varios países y nos hemos dado cuenta que las dinámicas del fútbol también coinciden con episodios históricos de lugares diferentes. Es una de las cosas que más me ha alegrado de la obra: que la gente -independientemente de dónde había nacido- ha sabido entenderla y llevarla a su propia vida. Es emocionante comprobar que a través de un relato popular, un juego, se empieza a hablar de problemáticas que nos cruzan a todas como personas.
- A nivel procedimental, como actor y autor, ¿qué significa una obra de teatro documental?
- El director, Manuel Ortiz, pone al actante como sujeto histórico-socio-político y escénico, y pone en contacto el pretexto de la obra entre tres tipos de Historia: la oficial (la que está en los libros de texto, que en Chile es un monopolio de la editorial Santillana), la no-oficial (la que surge de entrevistas y la cultura oral) y la biográfica. Con todo, se construye un relato que pregunte al público como colectivo una problemática concreta.
- Esta técnica también implica el cuerpo, ¿en qué medida moverse o expresarse con el cuerpo es un acto político?
- ¡Qué bonita esta pregunta! Yo como actor es en lo que más me he logrado identificar: la libertad del moverse y de conocer el cuerpo. La sociedad nos invita a tener un cuerpo sedentario y el acto de manejar tu cuerpo y desarrollar una partitura se convierte en un acto político. Por otra parte, el movimiento, el teatro físico, la danza, como espacio de placer y de goce, es otro acto político porque también va en contra de ese pensamiento imperante que nos llama a no asumir nuestros cuerpos independientes y por tanto a no entenderlos ni disfrutar de ellos.
- Durante esta semana has impartido el Taller de Teatro Documental, ¿cómo lo ha enfocado la gente que ha participado?
- Fue muy interesante. Compartimos un momento de relacionarnos con el cuerpo, y este ligado el juego, y luego fuimos a la parte teórica para entender cómo se cruzaban aquí estas tres historias de las que te he hablado. En esta ocasión, en vez de partir del fútbol, para adaptarlo a vuestra realidad hemos trabajado la relación de nuestra biografía con la cultura valenciana, a través de los conflictos lingüísticos y la identidad. Empezaron a aparecer historias muy interesantes, desde gente que no era de València y había adoptado la lengua como gente de la zona que contaban la historia de la ciudad a través de la de su propia familia. Ha sido muy rico y bonito.
- En España se acaban de convocar elecciones generales, pero en general, el mundo entero está viviendo un panorama de convulsión político-social muy importante, ¿cómo hacer entender a la gente la necesidad imperiosa -ahora más que nunca- de hacer activismo a través de la dramaturgia?
- Creo que debemos dejar de creer que la Historia la cuentan los que ganan las guerras. La Historia la tenemos que empezar a escribir nosotras como compañeras y compañeros de una misma clase obrera. En Chile y en Latinoamérica la lucha de clases se ha convertido en una lucha entre clases. Ya no hay pobres contra ricos, ahora los pobres pelean con otros pobres para lograr ser menos pobres y tener más plata. Ahí surge la clase media, que sigue estando endeudada pero tiene más comodidades que la clase baja... En la medida en la que nosotros no nos creamos lo que nos venden los grandes medios de comunicación y las políticas públicas y seamos nosotros los que empecemos a construir una Historia desde la base: desde el teatro, el periodismo libre, desde editar un libro... Es más necesario que nuca decir "Basta ya" y dejar de permitir que escriban la Historia por nosotros.
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