VALÈNCIA. Cristof Loy desembarcó la semana pasada en València y ya ultima los detalles de Rusalka, en la primera vez que se podrá ver este título en la historia de Les Arts, y será la segunda producción de repertorio checo, tras la ventana abierta por Jenufa en la temporada pasada. En la línea de la programación de las últimas temporadas, la ópera valenciana salda una deuda pendiente con direcciones de escena punterar y nombres, ya no emergentes, sino consagradísimos de la escena europea que hasta ahora no habían venido a València.
Es el caso de Loy, que le ha dado una vuelta de 180 grados a la propuesta original del título. En su Rusalka, las ninfas desaparecen y el mundo acuático del que proviene la protagonista (es una sirena) se transforma en el recibidor de un teatro decadente. “El mundo propuesto del reino de hadas está muy alejada del presente. El mundo de La Sirenita, de Hans Christian Andersen, forma parte más de nuestro imaginario. El cuento de hadas está, porque Rusalka sigue siendo un ente mágico, pero de una manera mucho más cercana a nuestros tiempos”, explica en una entrevista para Culturplaza.
“Sobre el mundo de la naturaleza, me interesa mucho substraer de ella el hecho de que ni tener dinero ni un buen estatus social sirve de nada en ese lugar. La imagen del teatro me parecía una manera de mantener esa inocencia”, añade. Rusalka se convierte así en una bailarina lesionada, que quiere escapar de su familia buscando al amor: “El hecho de que esté lesionada le pone en un lugar concreto de la sociedad. Y Rusalka no es solo que no quiera superar eso, sino que su pulsión es la de escapar de sus zonas de confort”.
En la traducción del teatro con la naturaleza, Loy propone este espacio como un espacio intermedio entre el cuento de hadas que quería evitar pero generando un altar para las artes que sigue trascendiendo a la realidad del mundo.
Esta propuesta radicalmente singular del director de escena recibió loas en su estreno en el Teatro Real, en 2020, y desde entonces ha viajado con esta producción a varios puntos de Europa.Ya en Madrid contó con una cómplice Olesya Golovneva, que se pone en la piel de Rusalka: “ella se ha autodirigido, y el primer persona con el que lo hizo fue precisamente Rusalka. Es una persona muy inteligente y desde el principio hemos estado discutiendo diferentes capas del personaje. Olesya ha hecho el personaje totalmente suyo”.
Le acompaña Adam Smith, en el papel de El Príncipe, que “busca una expresión en el escenario totalmente diferente a ese romanticismo. Y acaba generando un contraste, porque entiende perfectamente el espacio, pero quiere entrar como si fuera un extraño”. De esta manera “hay una confusión muy interesante en si acaso él se adaptando a ella o ella a él”.
En la versión que trae Loy a Les Arts, Rusalka pierde la voz en varias ocasiones y se resalta la insatisfacción sobre su propio cuerpo y cómo esto se cruza con su identidad. Sin embargo, el director de escena alemán prefiere evitar relacionar esto con ninguna declaración sobre el feminismo y la igualdad de género. “La cuestión del género me aburre mucho. Siento que es injusto con demasiada gente. Me gustaría pensar en cada personaje en el escenario como veo a las personas en mi vida. Lo que le ocurre a Rusalka, esa historia de amor, creo que le puede ocurrir a cualquiera”, explica.
Y añade: “Lo políticamente correcto es muy aburrido porque olvida la complejidad del mundo. Cada personaje vive una realidad compleja, y mi papel es la de no juzgar a nadie. Quiero ser generoso y no juzgar a nadie por su comportamiento”. Sí hay una crítica a la familia desde el punto de vista de ser un lugar del que Rusalka quiere escapar, sobre todo por el conflicto con su padre, sobreprotector.
Aunque los melómanos suelen destacar el final de la obra como uno de los cénits de la lírica operística, el director de escena cree que Rusalka es “una obra adictiva desde el principio y que puede enganchar fácilmente por sus emociones las tres hora y media que dura”.
Más allá de Rusalka, Loy, que es uno de los directores de escena más solicitados de Europa, se está metiendo de lleno en el mundo de la zarzuela. Tanto que en la temporada 2025/2026 estrenará en tres producciones en diferentes teatros. Todo empezó, precisamente, preparando Rusalka en Madrid: “Era el momento justo posterior al confinamiento. No había prácticamente ningún teatro abierto en toda Europa, así que me acerqué al Teatro de la Zarzuela, que sí funcionaba, y vi La del manojo de rosas, con la dirección de escena de Emilio Sagi. Conecté enseguida y quise conocer más”.
Así, no solo hará El Gato Montés en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, sino también Benamor y El barberillo de Lavapiés en otros dos teatros europeos. “También quiero que sea una manera de exportar la zarzuela más allá de España. Se considera una opereta española, ¡pero es mucho más que eso! Siempre provoco a la gente diciendo que West Side Story es zarzuela americana”.