VALENCIA. Don Quijote vuelve al Museo de Bellas Artes de Valencia. El acelerado caballero cuelga por fin de los muros de la pinacoteca tras aterrizar en los almacenes de la pinacoteca en el año 2004, tras la cesión de Rafael López Álvarez, hijo del pintor alicantino José López Tomás (Alicante, 1869, Valencia-1939), la obra ‘La muerte de don Quijote’. Con la restauración de esta pieza el centro de arte quiere rendir homenaje a Miguel de Cervantes en el IV centenario de su muerte, un trabajo a cuatro manos para el que Blanca Zubeldia y Viqui Quiroga, restauradoras del Institut Valencià de Conservació i Restauració de Béns Culturals (IVC+R), han dedicado seis semanas.
La descoberta estuvo presidida por el director del museo, José Ignacio Casar; la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, las restauradoras encargadas del trabajo y familiares del pintor. “Lo peor ha sido gestionar el tamaño del lienzo, por suerte no estaba muy dañada pictóricamente”, explica Blanca Zubeldia, el 50% del dúo dinámico que ha hecho posible que la pieza luzca ahora en la Sala P de la colección permanente. El momento más delicado, cuentan, fue precisamente el inicio del proceso, pues el cuadro venía protegido con “una cola natural muy fuerte”, tras permanecer unos años en los almacenes protegido y enrollado.
El soporte textil, de grandes dimensiones (226x299 centímetros) y compuesto de una sola pieza, y la película pictórica se encontraban en buenas condiciones, a excepción de unos pliegues en sentido horizontal, pequeños daños por los traslados. El proceso de restauración comenzó con la desprotección del estrato pictórico y la posterior tensión del lienzo en su bastidor original, para lo que fue necesaria la colocación de bandas perimetrales. Los trabajos, dentro de la complejidad y delicadeza que requieren, resultaron algo más sencillos gracias a que la obra no había sido intervenida anteriormente.
El proceso de restauración de ‘La muerte de don Quijote’, cuyo título original era ‘En los nidos de antaño no hay pájaros hogaño’, continuó con la limpieza de la superficie pictórica retirando la suciedad acumulada, detritus de insectos y los posibles restos de la cola de la protección. Tras un primer barnizado con resina natural, se pasó a la reintegración cromática. Para finalizar, se procedió al barnizado de la superficie pictórica consiguiendo el saturado necesario que permite una correcta visualización y protección de la obra.
Este el cuadro de las "dos muertes", explicaba el director del Museo de Bellas Artes, la de Don Quijote y la de Alonso Quijano. "La cultura no vive en compartimentos estancos y literatura y pintura son dos disciplinas artísticas vinculadas históricamente que se complementan", añadió Carmen Amoraga. La pieza, que se expone junto con un ejemplar de la edición de 1865 de El Quijote procedente de la Casa Museo Pinazo, abierto por la escena en la que se inspira el artista para realizar su obra, y un retrato de José López Tomás (ca. 1900), pintado por su amigo Lorenzo Pericás Ferrer, se centra en el capítulo donde a don Quijote le vuelve la cordura tras sus aventuras de caballería.
En la escena aparecen todos los personajes relevantes de la obra: don Quijote, enfermo en la cama, adoptando su acostumbrado dramatismo y severidad en su discurso; Sancho Panza, arrodillado y afectado, y el capellán, sentado, que asiste al hidalgo; las dos figuras masculinas a los pies de la cama son el barbero y el licenciado con la beca roja. En el otro lateral, la sobrina de pie y llorando desconsoladamente, y el ama con las manos sobre el pecho en señal de dolor. La pieza huye de la acritud, la asperezas y locuras del personaje para mostrar la humanidad del antihéroe.
El pintor José López Tomás fue discípulo de Lorenzo Casanova y contemporáneo de Pericás, Hernández y Bañuls, y supo compaginar su carrera artística con su trabajo en el Banco Castellano, del que llegó a ser subdirector general. Un hombre verdaderamente polifacético puesto que, junto a su taller de pintura en Valladolid (también se dedicó a la escultura), ganó la cátedra de inglés en la Escuela de Comercio de esa misma ciudad e incluso realizó traducciones de Shakespeare y Molière. También escribió obras sobre el arte con un marcado carácter didáctico y teórico. Su pintura es plenamente académica, con un estudio profundo de la composición para lo que realiza diferentes estudios y dibujos previos, y donde el equilibrio de las partes con el todo es el rasgo principal, tal y como se percibe en este soberbio lienzo.
Don Quijote ha vuelto a ser derrotado en Barcelona. Hace poco, Ada Colau, los socialistas y los de ERC le negaron una estatua. Nada sorprendente en una ciudad que perdió el norte al confiar su suerte a una partida de políticos palurdos y haraganes