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Cuando Debbie Harry llamó a H. R. Giger para que la transformara en monstruo

9/07/2023 - 

VALÈNCIA. Debbie Harry y Chris Stein conocieron al artista suizo H.R. Giger en la inauguración de su primera exposición neoyorquina. En 1980, Hansen Galleries reunió pinturas, dibujos, figuras y esculturas que el artista suizo había creado para Alien. Estrenada un año antes, la película de Ridley Scott fue determinante para que el trabajo de Giger se hiciera popular. La espeluznante naturaleza biomecánica de la criatura extraterrestre que protagonizaba el film fascinó y horrorizó a millones de espectadores. Ambas reacciones definen perfectamente tanto el efecto como la naturaleza del trabajo del artista suizo, algo que desde el principio atrajo a Harry y Stein. “Su trabajo fusiona lo prohibido con lo pagano, posee el atractivo de lo clandestino”, escribieron en un artículo que publicó en diciembre de 1981 la revista Heavy Metal. El motivo de aquel texto no era otro que contar la colaboración que los fundadores de Blondie habían llevado a cabo con el maestro del horror cósmico, una mezcla entre Lovecraft y Aleister Crowley que había generado un universo paralelo de terror. La alianza creativa entre la cantante se produjo a partir de que Debbie Harry grabó su primer disco en solitario. Tanto ella como Stein, su compañero y coautor de sus cancones admiraban su obra. Pero cuando lo conocieron en persona se enteraron de que durante la creación de la criatura de Alien, Giger había escuchado música de Blondie. Le encargaron crear la portada y dirigir los vídeos promocionales de los singles extraídos del álbum.

Desde los primeros días de la creación de Blondie, Debbie Harry actuó como un elemento disruptivo en lo referente a los cánones de la feminidad en la cultura y el entretenimiento. Revolucionó el concepto de cantante sexy, algo que hasta ese momento estaba siempre en manos de equipos de producción y promoción masculinos. La vocalista de Blondie era dueña de una poderosa fotogenia, de un glamur que hasta ese momento ostentaban las estrellas de cine. Por medio de eso legitimó el derecho de una estrella de pop femenina a articular su magnetismo erótico igual que los hombres. Mick Jagger exhibía y explotaba su sexualidad sin tener que pedirle ni permiso ni disculpas a nadie, y como él, decenas de cantantes e instrumentistas varones. Ella hizo exactamente lo mismo, pero desde su posición como mujer. No aceptó las imposiciones de un equipo de marketing formado por hombres. Eligió, diseñó -con la ayuda de su amigo, el entonces también desconocido Stephen Sprouse- su vestuario. Es decir, fue dueña de la amplitud de sus escotes, de la longitud de sus faldas, del color de su pelo y de su manera de maquillarse. Durante los últimos tres años de la década de los setenta, Debbie Harry fue una de las mujeres más fotografiadas y deseadas de la industria del entretenimiento. Canciones como “Heart of Glass”, “Call Me”, “Sunday Girl”, “Dreaming” o “The Tide Is High” llegaron al mercado acompañadas de videos –una herramienta artística todavía incipiente entonces- que multiplicaban su efecto seductor. Ella controlaba el proceso y aún así, tenía que pelear para que la tomaran en serio. Harry no solamente era voz e imagen, también tenía un criterio artístico que la llevó a colaborar con artistas como Basquiat, Burroughs, James Chance o el cineasta Amos Poe. Entonces, cuando justo se encontraba en la cúspide de su carrera, decidió que H. R. Giger la convirtiera en una de sus criaturas monstruosas.

En Inglaterra, Alien había tenido ciertos problemas con la censura. Algunas escenas de la película eran demasiado fuertes y la criatura, demasiado espantosa como para ser publicitada. Harry y Stein contaban en su artículo que el propio Giger se llevó un buen susto una noche que, distraído con sus pensamientos, se topó con su propia creación mientras iba al cuarto de baño para lavarse los dientes. Con la portada de Koo Koo, el primer disco de Debbie Harry también hubo reacciones nacidas del espanto. Giger trabajó sobre unas fotografías de Brian Aris, haciendo que una serie de estiletes traspasaran su cabeza, el hermoso rostro que, para la ocasión, había renunciado al rubio platino y lucía un pelo color castaño. En cuanto a los dos clips que realizó, transformó a Harry en una de sus criaturas infernales para uno de ellos, y en otro la convirtió en una sacerdotisa de su inframundo. Por supuesto, los vídeos apenas tuvieron circulación en su momento.

“Es fácil malinterpretar a Giger, siempre vestido de negro, fascinado por los huesos”, escribió la pareja en su artículo. El interés por los cráneos humanos era compartido por ambas partes, especialmente por Stein, que los usó como tema en varios de sus trabajos fotográficos. La compañía de Ferrocarriles Británicos hizo retirar los anuncios con la portada del disco que había en sus andenes. Hubo alguna cadena privada de televisión que tampoco quiso publicitar el disco. La cubierta resultaba demasiado inquietante. Harry y Stein querían llamar la atención, pero nunca pensaron que aquello generaría semejantes reacciones. “Tener tu propio estilo significa arriesgar –escribieron-, es lo contrario a ir con el rebaño. Nosotros siempre hemos hecho lo contrario de lo que en ese momento tocaba hacer. Nunca hemos dejado de hacer lo que menos se esperaba de nosotros”.

Koo Koo no solamente fue un disco chocante por su portada. En su momento fue recibido con hostilidad debido a su contenido musical. La crítica había comenzado a hacer lo que suele a hacer con aquellas cosas que ayuda a encumbrar: decretar un proceso de derribo. Después de cosechar tantos éxitos y a la vez seguir explorando nuevas opciones artísticas y evitar quedar encasillados, Blondie habían perdido el beneplácito de los especialistas. Cuando llegó el momento de plantear una obra en solitario, Harry y Stein eligieron trabajar con Nile Rodgers y Bernard Rodgers, el alma y los pulmones de Chic. Blondie ya habían roto la barrera que separaban al pop de la música discotequera, para luego acercar el todavía naciente rap al pop. Ahora se aventuraban a trabajar con los reyes del funk y la música disco. Koo Koo no era un álbum sobresaliente, pero tampoco era un mal disco. Las opiniones fueron casi unánimes. A nadie pareció convencerle aquel salto mortal. Dos años después, otro caso de crossover como el que protagonizaron Harry y Rogers lanzaba a Bowie al éxito comercial definitivo. Nile Rodgers produjo Let’s Dance, el disco que lo convirtió al fin en superventas mundial. Luego lo llamarían Madonna y Duran Duran. Para entonces Blondie ya habían dejado de existir. Su trabajo estaba más que hecho y las semillas de su influencia, plantadas. Cuarenta años más tarde es importante reflexionar tanto acerca de lo que hizo el grupo como lo que supuso la presencia de su cantante. Que Debbie Harry llamara a Giger para que mancillara su imagen de símbolo sexual fue un gesto que expresa perfectamente que, a pesar del éxito, nunca quiso dejar de ser innovadora y audaz.Koo Koo acaba de ser reeditado en vinilo con una portada lenticular que permite apreciar mejor el efecto estético que buscaba Giger. Chris Stein acaba de publicar el diario fotográfico de aquella colaboración en el libro titulado Metamorphosis: Creating The Visual Concept For Koo Koo.

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