Es un hecho innegable que la actividad de las empresas, independientemente del sector al que pertenezcan, tiene repercusión en la sociedad en la que se enmarca. Así, ¿por qué no aprovechar dicha influencia para contribuir a que la población de su alrededor se vea beneficiada de algún modo? Se trata de una sencilla toma de conciencia acerca del efecto y del potencial propios que cada vez más entidades realizan, animándose a desarrollar la llamada Responsabilidad Social Corporativa (RSC) que, como se puede deducir por su nombre, consiste básicamente en ayudar de manera voluntaria y activa a que el entorno mejore en la medida de lo posible.
Sin embargo, del mismo modo que en otras cuestiones, la definición teórica de esta línea de trabajo es más sencilla que su puesta en práctica. Porque equilibrar la dimensión económica y social de una empresa – e, incluso, su faceta ambiental – se plantea como una suerte de reto en un contexto histórico de tradición capitalista, donde la obtención de rentabilidad es la prioridad. Es más, como bien plantearon Kenneth E. Goodpaster y John B. Mathews, Jr., existe un dilema al respecto. En sus palabras: “las empresas multinacionales son tan poderosas que es peligroso que se inmiscuyan en temas sociales y políticos, pero también lo es que solamente se dediquen a maximizar sus ganancias”.
Por definición, una empresa socialmente responsable intenta generar riqueza de forma justa y equitativa, cumple con la legislación vigente y respeta los derechos humanos, se preocupa por disminuir sus impactos negativos… Obviamente, la sociedad gana en bienestar con este tipo de acciones, pero también lo hacen las propias entidades, ya que refuerzan su identidad frente a la competencia – mejor posicionamiento en el mercado – y sus propios empleados – mayor rendimiento y satisfacción entre ellos –.
Asimismo, la RSC se puede materializar mediante la adquisición de un compromiso con algún proyecto sin ánimo de lucro que responda a una problemática social concreta. Son muchas las organizaciones que trabajan desde el sector solidario para atender diferentes carencias y la falta de recursos económicos es el principal obstáculo que encuentran para cumplir con su labor. Las empresas que se involucran en este sentido no solo prueban una sensibilidad ante la sociedad, sino que se empapan de una serie de valores que luego se pueden aplicar en su funcionamiento. De nuevo, un win-win asegurado para todos.
Laura Bellver: Comunicación Talentum Group