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Cuando Marine Le Pen piensa como yo…

Foto: EFE
18/12/2018 - 

Me avisa mi amiga Ana que cierran Ford en Francia. Y Valencia tiembla. Leo en el periódico que los americanos se van pese a las inmensas ayudas públicas recibidas del gobierno francés. Y pienso, pues que las devuelvan. Y dice Marine Le Pen, en un tweet, pues que las devuelvan. “Después de haberse beneficiado de las ayudas públicas, Ford rechaza seguir con la planta de #Blanquefort y anuncia un plan social: ¡es hora de que estas empresas globalizadas asuman sus responsabilidades y que el Estado exija el reembolso de los fondos públicos otorgados!”. Pues sí.

Algo así nos pasó a nosotros este verano, con la alevosía de un 28 de agosto, cuando la multinacional danesa de aerogeneradores Vestas anunció el cierre total de su planta en un pueblo de León llamado Villadango del Páramo, con 362 trabajadores. Como en Francia, la excusa era la misma. La gente no compra coches, la gente no compra aerogeneradores. Y se van a hacerlos a China. Porque se supone que la gente comprará aerogeneradores chinos o porque los aerogeneradores chinos serán mejores o porque los chinos comprarán aerogeneradores… O coches Ford.

En Francia había 25 millones de euros en ayudas públicas. Aquí, la mitad, 12,5 millones que las administraciones estatal y autonómica ya no podían reclamar porque los daneses, ladinamente, comunicaron su despedida con el plazo ya vencido. "Lo tenían todo muy bien calculado", comentó la consejera de Economía castellano-leonesa. Imagino su rabia…, porque yo también la tengo.

Como cuando el Gobierno del PP y el Banco de España renunciaron el año pasado a reclamar a la banca el rescate del sistema financiero español con dinero de Bruselas y que hemos pagado todos los ciudadanos con recortes sociales y laborales -con sangre, sudor y lágrimas…-. ¿Sólo rabia? También indignación, enojo, ira, enfado, rabia, furia, cólera, exaltación, impetuosidad, irritación, cabreo, coraje…

Sobre todo después de que Marine Le Pen leyera mi pensamiento. ¿Es que nadie más coincide? ¿Es que nadie más ha pensado en llevar a los tribunales la teoría de la globalización o las políticas de deslocalización o las economías financieras virtuales que especulan en la nube con la prima de riesgo a espaldas de la economía real? A traición, diría yo… E insisto: ¿Es que a nadie se le va a ocurrir reclamar el dinero del rescate a la banca?

Me lo dice y me lo cuenta mi amigo el vicealmirante francés y miembro de Consejo Consultivo de la Fundación Asamblea de Ciudadanos del Mediterráneo, Jean-François Coustillière. “Lo que está pasando en Francia es desesperado y muy lamentable. Sin embargo, esto corresponde a una degradación real de la situación social debida a la globalización y la financiarización, que han sido mal administradas durante algunas décadas por políticos que no son inteligentes, incapaces de ver y obsesionados por su reelección cada cinco años”. Vaya, mis dos mantras de la crisis financiera mundial… y española.

Y ahora le toca a la crisis y la excesiva dependencia de los poderes financieros por parte de los Estados, obligando a la Unión Europea a adoptar las medidas de austeridad que tanto hemos sufrido y que ahora le toca a Francia sufrirlas en sus carnes. “Querer corregir la situación lleva a sacrificios difíciles de soportar para una población acostumbrada a ver sus reclamaciones satisfechas tan pronto como sale a la calle. Francia es uno de los países más ricos del planeta, pero ha tomado la costumbre de vivir a crédito en la indiferencia irresponsable de sus líderes políticos cada 10 ó 20 años. Será difícil volver a ponerla sobre los rieles en pocos años.”

Sigue el vicealmirante Coustillière con un discurso que recordaría a Podemos cuando señalaba a los políticos como “la casta” y aún no se planteaba comenzar a gobernar. “Éste es el reto al que se enfrenta el gobierno actual con su torpeza o errores de estrategia inevitables. Los ‘chalecos amarillos’ muestran hasta cuánto ya no confían los franceses ni en sus dirigentes, lo que ya se había percibido con la elección de Macron que había devaluado los partidos tradicionales, ni en los sindicatos.

Y como en Francia rodaron cabezas, Coustillière nos retrotrae a las revueltas campesinas que han imperado a lo largo de su historia desde la Edad Media. “Así que hoy el gobierno no tiene más interlocutores y su representante se enfrenta a una ‘jacquerie’ comparable a la que conoció el país bajo el Antiguo Régimen, por lo que el pueblo no podrá disfrutar de ningún relevo de poder. Pero cuidado, muchos otros países entre las democracias de los países europeos y entre los países del sur, que han aspirado a la democratización, pueden experimentar levantamientos populares similares”.

Y como lo escribo yo, me atrevo a aventurar que estas sublevaciones de la clase media baja, de los pequeño-burgueses y los campesinos, de los obreros y los autónomos, de los estudiantes y los parados… no es más que el fin del mundo. Nos enfrentamos a la desaparición del mundo como lo hemos conocido hasta ahora, con una crisis detrás de otra, superponiéndose la crisis económica con la crisis de valores, de los valores europeos.

Le gustan al vicealmirante mis preguntas. Y entra de lleno a poner nombre a los hilos invisibles tras las revueltas, apuntando incluso a la extrema izquierda. “En Francia es cierto que Mélenchon y algunos de los opositores apoyan este movimiento para vengar las últimas elecciones presidenciales. En Europa estamos viviendo una crisis de respeto por los valores democráticos, cada vez menos respetados tanto por los gobernantes como por el pueblo. En el mundo, vivimos las consecuencias del excesivo liberalismo basado en una globalización impuesta por la más importante financiarización desenfrenada”. También Marine Le Pen se aprestó a reclamar su momento de gloria convocando a sus seguidores a las protestas contra la subida del carburante.

Ahora, cambiemos los nombres y las siglas. Pongamos España donde dice Francia. Pongamos a Sánchez por Macron. Pongamos Podemos, donde dice Mélenchon. Pongamos Vox, donde dice Marine Le Pen. Y les aventuramos mi amigo el vicealmirante y yo una primavera calentita de cara a las elecciones del próximo mes de mayo, incluidas las de la Unión-Europea-origen-de-todos-los-males, según sus detractores a ambos extremos, como “mi amiga" Marine Le Pen…

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